La vía judicial entra en escena al ser la solución que propone el ministro, "si no queda más remedio", para acabar disolviendo la Sociedad Valladolid Alta Velocidad
Vallisoletana, enfermera y con ganas de comerse el mundo: así era Teresa Rodríguez
Arranca el juicio que investiga la muerte de la joven, asesinada por su expareja en 2022, que vivía en Bélgica y se formaba para dedicarse a la Oncología
Ya ha comenzado el juicio por el asesinato de Teresa Rodríguez Llamazares, la joven que fue asesinada en el año 2022 por su expareja en la ciudad de Bruselas, en Bélgica, donde ella trabajaba como enfermera. Tras casi tres años de lo sucedido, la justicia belga procesa al asesino confeso, para quien la Fiscalía pide cadena perpetua.
Una joven soñadora cuya ambiciosa historia, trágicamente interrumpida, refleja la triste realidad de miles de mujeres y niñas víctimas de la violencia machista en todo el mundo.
Pero, ¿quién era Teresa?
Criada con amor por Blanca y Juan, quienes la adoptaron en Mozambique, Teresa creció rodeada de afecto y valores sólidos que marcaron el rumbo de su vida. A los 23 años, ya había dejado una huella profunda en quienes la conocieron: una mujer brillante, talentosa y, sobre todo, buena persona.
Su infancia y juventud transcurrieron en Valladolid. Cursó la enseñanza secundaria en el Lycée Français de Castilla y León hasta tercero de la ESO y después continuó su formación en el Instituto Condesa Eylo Alfonso, donde completó el Bachillerato con la doble titulación francesa y española.
Su vocación clara por el cuidado de los demás la llevó a estudiar en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Valladolid, donde destacó por su entrega y dedicación.
Pronto comenzó a ejercer la profesión que tanto amaba. Trabajó en el Centro de Hemoterapia de Castilla y León y, más tarde, dio un salto internacional para incorporarse al Hospital Jules Bordet de Bruselas, un centro de referencia en oncología.
Allí, Teresa encontró un espacio en el que podía unir su talento con su deseo de aliviar el sufrimiento humano, persiguiendo su pasión por la enfermería oncológica.
Más allá de su carrera profesional, Teresa fue una joven profundamente comprometida con su entorno. Durante años fue monitora en el Grupo Scout Iberos, transmitiendo a los más pequeños valores de compañerismo y respeto por la naturaleza. Su vocación solidaria se reflejó también en sus voluntariados en la Protectora de Animales Propatas, en la Fundación Personas y en la residencia de ancianos Santa Marta, donde compartió tiempo y cariño con quienes más lo necesitaban.
La música fue otra de sus pasiones. Desde niña cultivó su sensibilidad artística a través del piano, un instrumento que tocó durante 16 años y que formó parte de su vida cotidiana como una vía de expresión personal.
Amable, generosa y apasionada por su trabajo, Teresa representaba la fuerza de la juventud comprometida. Su trayectoria vital, aunque breve, es testimonio de una vida vivida con entrega, amor y vocación de servicio.
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