Un total de 258 asistentes entre los que estarían el cantante Chris Martin, la leyenda del cine Tippi Hedren o la influencer Colette Lathan
Misioneros de Esperanza entre los pueblos
Carta pastoral de Luis Argüello correspondiente a la primera quincena del mes de octubre
En el mes de octubre llega el DOMUND, domingo mundial de la propagación de la fe, el día de las misiones. A lo largo de este mes la Iglesia en todo el mundo nos propone avivar nuestra conciencia misionera, caer en la cuenta de que la razón de ser de la Iglesia es anunciar el Evangelio y ser, entre los pueblos, sacramento, signo de la unión con Dios y de la unidad de toda la familia humana.
A todos nos admiran las historias de los misioneros, hombres y mujeres que consagran su existencia saliendo de su propia tierra nativa, de su propia familia y comunidad para ir a otros lugares donde Jesucristo es poco conocido y en donde quiere sembrar la fe.
Vivimos en un momento de nuestra vida eclesial en el que insistimos en la dimensión misionera de la fe, mirando a nuestra propia tierra y a nuestros propios convecinos, pues muchos ya no conocen a Jesús. Esta insistencia en la misión aquí, en nuestra tierra, puede hacernos perder de vista la llamada misión 'ad gentes', la misión universal, pensando que con tanto que hacer en casa cómo vamos a ir a otro sitio. Es una mala comprensión de lo que es la Iglesia, que es local y universal. La Iglesia anuncia, precisamente, que formamos parte de una familia de hijos de Dios y, por eso, la misión aquí precisa de acrecentar nuestro compromiso misionero en otras tierras donde el anuncio del Evangelio es una necesidad imperiosa. Cuanto más vivo sea nuestro celo misionero en otros lugares del mundo, más crecerá entre nosotros. El estímulo de la historia de los misioneros ha de acrecentar, insisto, esta vocación misionera, vivida entre nosotros.
Por eso, en este mes de octubre, con motivo del DOMUND, estamos llamados a poner nuestra mirada, nuestro corazón y nuestra solidaridad con las iglesias nacientes, con aquellos lugares donde los misioneros llegan y plantan la Iglesia. Hoy crecen las familias misioneras, matrimonios que, junto con sus hijos, abandonan su hogar, sus trabajos, sus vínculos familiares más cercanos para irse a otros lugares y ser, como iglesia doméstica, un signo vivo de lo que significa acoger el anuncio del Evangelio. Estas familias, colaborando con algún presbítero, alguna religiosa o religioso, expresan en su conjunto un dibujo, una parábola de lo que es la Iglesia. Es, sin duda, un gran cauce para anunciar el Evangelio y, al mismo tiempo, también nos estimulan a nosotros para la misión aquí; juntos laicos, familias cristianas, formas antiguas o nuevas de la vida de especial consagración y el ministerio pastoral estamos llamados a vivir en comunión el anuncio del Evangelio.
Anunciar a Jesucristo, anunciar la alegría de saber que Él ha vencido al pecado y a la muerte, tiene siempre unas consecuencias sociales. La primera es la propia vida comunitaria, seguida de la ayuda que se hace a las necesidades materiales de la comunidad cristiana y de la sociedad donde la misión se realiza. Por eso, los misioneros esparcidos por tantos lugares del mundo realizan muchas obras sociales, ayudan a la agricultura, a la sanidad, en la enseñanza y en otros aspectos de la vida cotidiana a aquellos lugares, a aquellos pueblos que visitan con su acción apostólica. El DOMUND nos recuerda que toda esta acción social tiene un manantial, que es Jesucristo y su Pascua, la celebración de la Eucaristía y el anuncio del Evangelio. No se puede separar el anuncio del 'kerigma' y su dimensión social.
Esta presencia de presbíteros, de religiosas y religiosos, de familias cristianas que salen de su propia tierra y, en nombre de Jesucristo, anuncian la salvación son un signo vivo de esperanza. Cómo podría alguien salir de su casa y evangelizar, a veces, en culturas muy distintas o en lugares donde mayoritariamente se profesan otros credos, se viven otras tradiciones, si no fuera con la esperanza de que la semilla que se siembra en la tierra germina y puede dar fruto, de que la entrega de la vida en el anuncio del Evangelio es siempre fecunda, aunque en el tramo de la propia presencia misionera pudiera parecer estéril. Por eso, los misioneros son un signo de esperanza, son en sí mismos acogida de la esperanza y propuesta de la esperanza entre los pueblos. En este Año Jubilar ‘Peregrinos de Esperanza’, vemos en los misioneros un ejemplo concreto de hermanos que, peregrinando en el pueblo santo, han decidido avanzar en la peregrinación, salir del propio pueblo para incorporarse a otro corro de peregrinos, para convocar a otros a peregrinar y sembrar mientras peregrinan el Evangelio de Jesús, esperando que sus frutos de alegría, de fraternidad, de entrega por los demás, de justicia y de paz vayan germinando y creciendo allí donde siembran.
Entre nosotros vemos a presbíteros, religiosos y laicos que vienen de otros lugares, de sitios donde en su día fue anunciado el Evangelio por los misioneros; hoy vienen a ayudarnos en el caminar de nuestra propia Iglesia. La misión del Evangelio aquí precisa de manera necesaria, imprescindible, de nuestro compromiso en la misión 'ad gentes'. Quiera el Señor que se susciten en nuestra Diócesis vocaciones a la misión, familias que quieran salir a anunciar el Evangelio a otros lugares, formas de vida de especial consagración que en instituciones misioneras quieran dar este paso, presbíteros también de nuestro Presbiterio que sientan esta llamada a poder anunciar el Evangelio en otros lugares.
Su marcha, que puede parecernos una pérdida, sin embargo, será una ganancia porque el amor, cuando se ofrece, cuando se entrega, cuando se siembra en servicio de los demás, siempre es fecundo para aquellas comunidades que ofrecen algunos de sus miembros -incluso, a los más valiosos- para que puedan anunciar el Evangelio y ayudarnos a caer en la cuenta de que la Iglesia es misión y que, siendo un pueblo entre los pueblos, anuncia la esperanza de Jesucristo a todas las naciones.
Cientos de vallisoletanos se unirán el 13 de octubre en una marcha de 5,4 km
Carta pastoral de Luis Argüello correspondiente a la primera quincena del mes de octubre
Los empleados denuncian las condiciones salariales y sociales que la empresa sigue sin aceptar 48 horas después del inicio de una huelga, de momento, indefinida