Del yo acuso al yo me comprometo, para que España funcione
El nuevo contrato de Feijoo con los españoles
Del yo acuso al yo me comprometo, para que España funcione
Dio Núñez Feijoo en el congreso del PP de este fin de semana su mejor versión. La unidad del partido alrededor de su figura es incontestable, como demostró en todo momento Isabel Diaz Ayuso, pero no al estilo cesarista de Sánchez, sino al modo consenso y escucha activa de Feijoo. Que nadie espere gritos e insultos del presidente del PP para demostrar lo machote o contundente que es. La verdad es que ni falta que hace. Gritar e insultar no cuesta trabajo. En lugar de gritos, su intervención en la clausura fue el mejor discurso que ha hecho desde que es presidente del PP y candidato a la presidencia del gobierno de España.
Sus palabras fueron un vibrante alegato que arrancó con el contundente "yo acuso" de Emil Zola, desde el que desmontó a Sánchez y su gobierno. Hasta nueve veces acusa Feijoo a Sánchez de sus pecados contra la España democrática y sus ciudadanos, empezando por promover la quiebra deliberada de la convivencia entre los españoles, y acabando por generar mayor desigualdad entre los ciudadanos, comparada la España de hoy con la de 2018. Y después del "yo acuso" vino la propuesta de un nuevo contrato con los españoles, al estilo del New Deal (nuevo trato) de JF Kennedy. Un repetido "yo me comprometo" enfocado a la regeneración política y democrática del país. A la propuesta política siguió una lista de 10 compromisos concretos de orden práctico, en relación a políticas específicas.
Para la vivienda, el agua, los servicios públicos y las infraestructuras, se prometen planes que resuelvan la carestía, el deterioro y la falta de mantenimiento, o el enfrentamiento entre españoles en el caso del agua. O la falta de médicos de nuestro sistema sanitario. Pero también comprometió respuestas para temas políticos espinosos, como la inmigración ilegal, el expolio fiscal, o la necesidad de una ley de lenguas que garantice la enseñanza de todas las lenguas de España…empezando por el español. "El cambio será que España funcione", dijo, parafraseando al Felipe González de 1982. Porque, lamentablemente, el deseo de que España funcione vuelve a ser el que responde a la mayor carencia que el país tiene en este momento.
De 1982 al 2004 el estado fue mejorando sus prestaciones y capacidades. El desempeño del país en la gestión de los fondos estructurales que la Unión Europea puso a nuestra disposición, y que transformaron nuestras infraestructuras en las mejores de Europa, fue formidable. (Compárese, entre lágrimas, con la calamitosa gestión de los fondos Next Generation, que realmente tendrán que esperar a otra generación). Luego llegó Zapatero y su derogación del Plan Hidrológico Nacional-de tan funestas consecuencias recientes- y la sustitución de planes serios de creación y mantenimiento de infraestructuras por su ridículo plan Ñ, como acompañamiento de la negación de la crisis, en la que nos hundió tan hondo como ningún otro país de nuestro entorno. Y de esa crisis que no existía según Zapatero, otros tuvieron que venir a sacarnos. Y cuando podíamos despegar, los cuatro chicos del Peugeot se hicieron cargo de todo y aquí estamos, como en el 82 con un país que reconstruir, y en el que hay más muros que derribar que entonces.
Que España funcione será que las carreteras no estén llenas de baches, que los trenes no secuestren a los viajeros, que encontrar vivienda no sea milagroso, que el sistema eléctrico no amenace ruina, o que la solidaridad llegue al agua. Y sobre todo que la voluntad de concordia sea la señal de identidad de los españoles. No será fácil, pero desde luego es estrictamente necesario.