El acto, presidido por el general Francisco Javier Calero Perea, reunió a autoridades civiles y militares frente al Palacio Real de Valladolid
Arriado solemne y homenaje a los caídos en el 175º aniversario de la Academia de Caballería
El acto, presidido por el general Francisco Javier Calero Perea, reunió a autoridades civiles y militares frente al Palacio Real de Valladolid
La Academia de Caballería ha conmemorado este jueves su 175º aniversario con un Arriado Solemne de Bandera y un acto de homenaje a los que dieron su vida por España, celebrado frente a la fachada principal del Palacio Real de Valladolid, en la plaza de San Pablo. El evento fue organizado por la Jefatura de la Cuarta Subinspección General del Ejército de Tierra (ET).
Durante la ceremonia, formaron una sección de honores y una escuadra de batidores pertenecientes a la Academia de Caballería. El piquete encargado del arriado de la bandera estuvo compuesto por cuatro alumnos del centro. Tras ello, se celebró un homenaje a los caídos, con toque de oración y salva de fusilería, en presencia de autoridades civiles y militares.
El acto estuvo presidido por el general de brigada de Caballería Francisco Javier Calero Perea, jefe de la Cuarta Subinspección General del Ejército y comandante militar de Valladolid y Palencia.
En el homenaje participaron los guiones de las unidades de la plaza de Valladolid:
- 4ª SUIGE
- Regimiento de Caballería Farnesio nº 12
- Academia de Caballería (ACAB)
- AALOG-61
- Parque y Centro de Mantenimiento de Material de Artillería (PCMAYMA)
- Grupo de Caballería Acorazado Villaviciosa II/61 (GCAC II/61)
- Unidad de Servicios de la Base 'El Empecinado' (USBA El Empecinado)
Dos alumnos de la ACAB portaron una corona de laurel que fue depositada a los pies del monolito en honor a los caídos. Tras el toque de oración, uno de los pelotones efectuó una salva de fusilería. El acto concluyó con la despedida de la Unidad de Honores, recibida con aplausos del público asistente.
175 años de historia de la Academia de Caballería
El próximo 5 de noviembre, la Academia de Caballería cumplirá 175 años de existencia. En esa misma fecha de 1850, la reina Isabel II firmó el decreto que creaba el Colegio Militar de Caballería, antecedente directo de la actual Academia.
El centro inició su actividad en Alcalá de Henares, en la Universidad Complutense, y dos años más tarde fue trasladado a Valladolid, donde permanece desde entonces. Su primer edificio, conocido como 'El Octógono', se levantaba en el mismo solar que ocupa la actual Academia.
En 1867 adoptó oficialmente el nombre de Academia de Caballería, con un nuevo plan de estudios y acceso por oposición. Sin embargo, en 1915, un incendio destruyó 'El Octógono', aunque la enseñanza continuó gracias al apoyo del Ayuntamiento. La primera piedra del nuevo edificio se colocó el 4 de mayo de 1921, presidida por los reyes de España.
A lo largo del siglo XX, la institución ha vivido distintas etapas: en 1931 se integró temporalmente en la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia del Alcázar de Toledo, y tras la Guerra Civil, volvió a Valladolid. Con el paso de los años, la formación evolucionó para adaptarse al uso de vehículos acorazados en sustitución del caballo.
En 1974, la Escuela de Aplicación de Caballería se fusionó con la Academia, que asumió también la formación de suboficiales y tropa profesional. En 2002, el Ayuntamiento de Valladolid le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad por su arraigo y contribución a la vida local.
Hoy, la Academia de Caballería sigue formando a los oficiales y suboficiales del Arma, manteniendo su compromiso con los valores, la disciplina y las tradiciones del Ejército español.
La publicación reúne las recetas, precios e ingredientes de los cocidos más representativos de la capital y la provincia, y ya puede consultarse también en versión digital
El delegado del Gobierno en Castilla y León destaca el compromiso de la entidad con la inclusión y la atención a personas en situación de vulnerabilidad
A pesar de sufrir depresión y frustración, los expertos aseguran que César A.C. mantenía el control de sus actos