De generación en generación (I): Los Torres defienden la perseverancia como modelo de vida

Javier Torres y David Torres protagonizan el primer capítulo del nuevo serial que TRIBUNA estrena este domingo

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De generación en generación (I): Los Torres defienden la perseverancia como modelo de vida
Javier Torres Gómez y David Torres, padre e hijo, en el interior del Estadio José Zorrilla. Sergio Borja.
El autor esAlejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 4 min.

En el fútbol, como en la vida, las trayectorias no siempre se trazan con precisión. A veces se abren paso a golpe de intuición, trabajo y, sobre todo, pasión. Varias de estas palabras anteriormente citadas envuelven la historia de Javier Torres y su pupilo e hijo, David Torres. Uno, Coordinador de Procesos y Responsable de Rendimiento de Cantera del Real Valladolid. El otro, jugador del primer equipo y ejemplo de canterano que vive el Club como si le hubiese fundado. Ambos protagonizan el primer capítulo de la serie 'De generación en generación', que se publicará cada dos domingos en TRIBUNA Valladolid.

"Cogías una pelota y te ponías a jugar en cualquier sitio"

Javier Torres rememora, en declaraciones a este medio, sus primeros pasos en el deporte con una mezcla de humildad y determinación ante la falta de recursos. "Tampoco teníamos muchos medios para jugar a otra cosa. Cogías una pelota y te ponías a jugar a cualquier sitio", reconoce. Su infancia estuvo marcada por la libertad que sus padres le brindaron, como ha hecho él con David: "Yo empiezo a jugar en el colegio, aunque el baloncesto era el primer deporte y todos los niños queríamos jugar a lo mismo".

Sin embargo, las plazas limitadas a la hora de inscribirse le abrieron un nuevo escenario acompañado de un nuevo deporte que, por aquel entonces, era minoritario: el fútbol sala. Aun así, el joven Torres Gómez se adaptó tan bien que la vida le dio la oportunidad de jugar al fútbol 11 al no haber fútbol 7. "Se me dio bien, la verdad", recuerda con sencillez. El resto... es historia. Vistió las camisetas del Getafe CF, del Real Madrid (en sus categorías inferiores) y, finalmente, del Real Valladolid: "Me di cuenta muy tarde de que podría dedicarme al fútbol".

Es más, admite que hasta los 17 o 18 años no pensó realmente en que el fútbol podía ser su profesión: "Yo jugaba en la calle, jugaba en el colegio, en estos equipos me lo pasaba genial… No se me olvida el momento en el que digo a mis padres que el Real Madrid quería ficharme. Y me respondieron: 'Oye, a ver si vas a ser bueno'".

Esta anécdota ilustra una época en la que los padres no podían seguir de cerca la evolución deportiva de sus hijos, y en la que la madurez se adquiría a fuerza de asumir responsabilidades desde muy jóvenes. "Mis padres han sido un ejemplo. A mí, con una personalidad muy marcada, me obligaban a que tomara decisiones relevantes. Y ahora los padres parecemos directivos", apunta. Por esa razón, Javier ha optado por dar espacio y libertad a sus hijos, sin intervenir más de lo necesario: "Me veo reflejado en él -en David-, en su día a día, en su compromiso y trabajo. Siempre le digo que si el entrenador te necesita, tú siempre tienes que estar preparado".

"El apellido Torres no pesa"

David Torres, por su parte, ha crecido bajo el paraguas del fútbol. Su evolución en la cantera del Real Valladolid ha sido constante, firme y sin atajos. "Como todos los niños, jugaba al fútbol por diversión, sin imaginarme que iba a llegar a este nivel", admite. También le gustaba el tenis, pero fue el balón quien ganó la batalla.

"Cuando te ves que ya entrenas de continuo con el primer equipo, te vas dando cuenta de las cosas", afirma. Sin embargo, al igual que su padre, nunca pensó en momentos concretos ni en los grandes saltos: "Si me necesitaban y había que dar un paso hacia adelante, yo lo daba".

Aun así, al no tener una forma de ser tan abierta, David reconoce que le cuesta compartir sus emociones con su padre: "Soy un poco cerrado, me guardo las cosas, tanto las buenas como las malas. El año pasado fue duro, y no quería hablarlo". Pese a ello, el apoyo familiar siempre ha estado presente, aunque muchas veces no se verbalice: "Sé que me apoya, al igual que mi madre y mis hermanas".

Sobre su apellido, responde con sinceridad. "El apellido Torres no pesa. Él ha hecho su carrera y estoy orgulloso. No sé si podré jugar tantos años como él. El fútbol es incierto, pero intento hacer todo lo mejor posible", deja claro.

"El rendimiento marca tu lugar"

Ambos saben que en el fútbol nada está garantizado. "Nunca se sabe lo que me pueda deparar el futuro", dice David. "Estoy muy a gusto en el club de mi vida, que es el Real Valladolid. Esta es mi casa, donde me he criado", añade.

Javier le respalda, en este sentido, desde la experiencia: "Él está encantado, es su casa, es su vida, lo ha vivido desde pequeño. No sabe dónde va a estar en dos años. Puede estar en Primera RFEF o jugando Champions League. Todo va a depender de su rendimiento, y el rendimiento marca tu lugar".

Pese a las críticas, las dudas o las expectativas que rodean al apellido Torres, padre e hijo siguen fieles a su manera de entender el fútbol. "Tenemos que convivir con ello, lo haga David bien o mal. Hay críticas que son buenas, constructivas. Otras, simplemente... hay que aceptarlas", asume un Javier que es consciente de que el vínculo que comparte con su hijo va más allá del fútbol, ya que si los relevos generacionales no cobran protagonismo, es la pasión quien marca las diferencias.

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