La historia de Cataleya, la pequeña guerrera vallisoletana que superó un cáncer con seis meses de vida

Gracias a la Fundación CRIS Contra el Cáncer puede hacer una vida normal y sin ningún tipo de restricción que la impida avanzar

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La historia de Cataleya, la pequeña guerrera vallisoletana que superó un cáncer con seis meses de vida
Cataleya, junto a Carlota, en su casa ubicada en Las Delicias. Sergio Borja.
El autor esAlejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 6 min.

En la calle Villanueva, en pleno barrio de Las Delicias, Carlota Rodríguez abre la puerta de su casa a TRIBUNA con una sonrisa. La serenidad con la que habla contrasta con los años de angustia que vivió junto a su hija Cataleya García, una niña vallisoletana que hoy tiene 8 años y que, a pesar de su corta edad, ya ha superado una de las enfermedades más duras: una leucemia mieloide aguda diagnosticada cuando apenas tenía seis meses.

Los primeros síntomas con la incertidumbre como protagonista

La historia de esta familia comienza mucho antes del diagnóstico. "Ella, desde los cuatro meses, ya tenía muchos problemas", recuerda Carlota. El primer gran susto fue una sepsis, una infección que afectó al cuerpo de la pequeña. Después llegaron semanas de pruebas, pero las respuestas no eran claras: "La hicieron muchas pruebas, pero no supieron qué era exactamente lo que la pasaba". Es más, las dudas fueron in crescendo con el paso de los días: "A partir de ahí, empezó nuestro sufrimiento porque sí que nos comentaron que tenía las defensas débiles".

Dos meses después, con solo medio año de vida, aparecía un nuevo síntoma: un quiste en el ojo que también se le había infectado. "Nos dijeron, en un primer momento, que era conjuntivitis". Ante la insistencia familiar, se le realizó una analítica cuyos resultados parecían tranquilizadores, pero la evolución no lo fue. "Pedimos que la hicieran una analítica, y los resultados fueron positivos. No nos temíamos nada, pero llegamos a casa y el quiste cada vez estaba peor", reconoce.

Por esa razón, volvieron al Río Hortega: "Nos dijeron que había que tener algo de paciencia, que no era nada grave". Sin embargo, la incertidumbre se imponía. "Como nosotros no estábamos tranquilos, acudimos a un centro privado, sabiendo que conllevaba un coste económico, pero para qué está el dinero si no es para estas cosas", apunta. Allí les confirmaron que, efectivamente, era un quiste, y con el informe en la mano regresaron a urgencias. "Nos recomendaron que fuéramos al día siguiente, que es cuando nos podía atender el oftalmólogo", añade.

El diagnóstico que lo cambia todo

A partir de ese momento, todo se precipitó: "Todo fue muy rápido, y la analítica que la hicieron ya no era tan positiva, el nivel de sangre era muy malo y apenas tenía defensas". A la niña se le practicó una resonancia y fue operada en el Clínico, donde le esperaban los especialistas: "Cataleya estaba aislada, nos tuvimos que poner mascarillas y apenas nos dejaban verla". Los médicos extrajeron la sustancia que tenía en el ojo, que lo estaba infectando, pero todavía no podían confirmar lo que la pasaba. "Aún no sabían si se trataba de leucemia o no, pero a raíz de la operación ya nos lo dijeron. El diagnóstico, al fin, fue claro", comenta.

Comenzaba entonces la etapa más dura: "Los médicos se portaron genial, pero son cosas que nos pillan de nuevas. Tuvimos que enterarnos de las alternativas que había para que la niña saliera adelante". La opción más recomendable, entre las que había encima de la mesa, era un trasplante de médula.

La búsqueda del donante, una carrera a contrarreloj

La familia localizó un donante en Salamanca con un 99% de compatibilidad, pero pocos días antes de proceder al traslado recibieron un nuevo golpe: "Cuando teníamos ya al donante en cuestión, nos dicen días antes que ya no estaba disponible para Cataleya".

La desesperación dio paso a la acción. "Nos buscamos la vida y, a la desesperada, promovimos una campaña para salvar la vida a la niña. Llamamos a los medios de comunicación, pusimos carteles por las calles, por los hospitales y de pronto... salió la opción de la Fundación CRIS Contra el Cáncer", sostiene.

El método que ofrecía la Unidad CRIS de Terapias Avanzadas en Cáncer Infantil del Hospital La Paz de Madrid permitía un trasplante haploidéntico. Es decir, que fuera el donante uno de los progenitores, con un 50% de compatibilidad. "Era un método innovador, el cual pasa por que sea uno de los progenitores el donante, siendo compatible al 50 por ciento. No era un trasplante tan complejo como me imaginaba, ya que era por vía, sin tener que abrir el cuerpo a la niña", explica.

La familia tomó la decisión confiando en el equipo del doctor Antonio Pérez, director de la Unidad CRIS. "El donante que habíamos localizado en Salamanca era un 99 por ciento compatible, y nos tuvimos que arriesgar a escoger la opción del 50. Confiamos en la investigación y en la labor de la fundación, que sin ella Cataleya no estaría viva", asegura.

El trasplante y el renacer en Madrid

La Fundación CRIS Contra el Cáncer contactó con la familia y organizó el traslado: "Nos explicaron cómo iba a ser el proceso y las novedades del método". En 2018, cuando Cataleya cumplió un año, ingresó en Madrid. "Entramos en La Paz la primera semana de septiembre. 20 días después tuvo lugar el trasplante, y mes y medio después, nos dieron el alta de lo bien que salió todo. En octubre estábamos fuera, aunque durante muchas semanas tuvimos que ir diariamente al Hospital La Paz. Ya en febrero del año 2019 regresamos a Valladolid".

Durante un tiempo, la pequeña necesitó ayuda para alimentarse. "Cataleya no comía, tenían que alimentarla mediante una gastrostomía". Pero su evolución fue constante. "Ella ve bien, huele bien, escucha bien, tiene una vida normal, no tiene que tomar ninguna pastilla, ni pasar por ningún procedimiento", apunta. Las revisiones son ahora anuales tanto en Valladolid como en Madrid. "Una vez al año vamos al Clínico… y también hacemos lo mismo en el Hospital La Paz, donde la hacen una analítica".

Al menos, pudieron permanecer en Madrid gracias al apoyo de la familia: "Pasé esos meses y semanas en Madrid gracias a que mi hermana vivía allí". También el equipo médico dejó huella. "Sentí un apoyo familiar enorme, y vivimos todo este proceso con los médicos, a los que les tratábamos como si los conociéramos de toda la vida", reconoce.

Una nueva vida en Las Delicias

El regreso a Valladolid supuso retomar la rutina. "Íbamos a empezar a vivir en Las Delicias cuando justo nos encontramos con lo que le pasaba a nuestra hija y, cuando volvimos a Valladolid de estar en Madrid, empezamos a comprar muebles para poder asentarnos aquí, en la calle Villanueva, que es donde vivimos ahora", explica. Hoy, Cataleya vive como cualquier niña de su edad. "No tiene restricciones a la hora de comer, pero tiene que hacer mucho deporte, la viene bien, y nos lo han recomendado. Tiene una vida normal, y no tiene ningún efecto secundario", sostiene.

Carlota agradece que su hija fuera tan pequeña cuando ocurrió todo: "Su vida era el hospital. Evidentemente no se enteraba de nada al ser tan pequeña, y prefiero que lo haya vivido así". Incluso, antes de la pandemia, la familia seguía siendo especialmente cuidadosa: "Antes de la pandemia, incluso, iba con mascarilla porque sus defensas seguían débiles y su cuerpo era susceptible de sufrir cualquier infección". Y pese al contexto sanitario, las revisiones continuaron: "Al menos, aunque estábamos en pandemia, pudimos ir a Madrid y pasar la revisión porque no podríamos frenar el proceso, teníamos que seguir dando pasos".

"Ver a la Fundación CRIS, es como ver a Dios, a un superhéroe"

El agradecimiento hacia la Fundación CRIS Contra el Cáncer es inmenso. "Ver a la Fundación CRIS Contra el Cáncer es como si viera a Dios, a un superhéroe, nos iluminó la poca vida que teníamos. La Fundación que nos arropó. Nos siguen llamando para saber qué tal estamos... Son gente extraordinaria". Tanto es así que Carlota estudia impulsar algún proyecto en agradecimiento: "Ahora estoy pensando en poner en marcha una bonita iniciativa por todo lo que hemos vivido, pero está en estudio y no está definido todavía".

El futuro de una niña... valiente

Hoy, Cataleya tiene un sueño. "De mayor quiere ser geóloga", le dice ella a su madre con una sonrisa. Y Carlota añade: "Y yo de mayor quiero ser como ella, así de valiente, aunque me valdría con que fuese feliz".

Cataleya juega, ríe y crece como cualquier niña de su edad. Esta es la prueba de que la investigación, el compromiso médico y la fuerza de una familia pueden cambiarlo todo. Y la ciencia, aunque algunos no se lo crean, salva vidas.

Más Info.

Sobre la Fundación CRIS contra el cáncer

La Fundación CRIS contra el cáncer es una organización independiente, sin ánimo de lucro y con el objetivo de curar el cáncer a través de la investigación con fondos de la sociedad civil. Tiene sede en España, Reino Unido y Francia. Actualmente, financia proyectos en 87 centros de investigación de todo el mundo. En España cuenta con unidades propias de terapias y ensayos clínicos en los principales hospitales de la sanidad pública.

En sus 15 años de vida ha invertido 64 millones de euros en investigación, 46 en los últimos 5 años; y tiene un compromiso de 150 para los próximos 5 años. Ha desarrollado 588 proyectos de cáncer adulto y pediátrico; puesto en marcha 342 líneas de investigación; apoyado a 497 investigadores y a 115 equipos; y contribuido a la formación de jóvenes investigadores a través de 140 tesis doctorales. Los pacientes beneficiados directamente en los ensayos clínicos apoyados por CRIS suman más de 15.500, y los avances en investigación contra el cáncer beneficiarán a 14 millones de potenciales pacientes.

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