El convento de Santa Clara de Rioseco cierra sus puertas por tercera vez en siete años

Los Hermanos Descalzos del Amor Eucarístico abandonan el cenobio y se trasladan a un monasterio de Nava del Rey. Las dueñas del edificio niegan haberlos echado

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El convento de Santa Clara de Rioseco cierra sus puertas por tercera vez en siete años
Imagen de los últimos habitantes del convento. Fotos: Hermanos Descalzos del Amor Eucarístico.
El autor esJosé Ángel Gallego Vázquez
José Ángel Gallego Vázquez
Lectura estimada: 3 min.

El histórico convento de Santa Clara de Medina de Rioseco vuelve a cerrar sus puertas. Sus pasillos, sus celdas y su iglesia se vuelven a quedar sin oraciones. Es la tercera vez que ocurre, tras la marcha de la comunidad clarisa el 6 de diciembre de 2017 después de permanecer en la Ciudad de los Almirantes durante 528 años. En aquella ocasión, la temprana muerte de sor Piedad, la religiosa más joven de la comunidad, lo precipitó todo. Las tres monjas restantes, de avanzada edad y una de ellas postrada en cama, tuvieron que tomar la difícil solución de trasladarse al convento de Santa Isabel de Hungría en Valladolid.

El convento, fundado a finales del siglo XV bajo el auspicio del señorío de los Enríquez, se quedaba vacío. En las últimas décadas la escasez de vocaciones se sumó al progresivo fallecimiento de las últimas religiosas que habitaron este cenobio ubicado a la entrada de Medina de Rioseco, al otro lado del río. Muy queridas en la localidad, las monjas clarisas fueron despedidas el 6 de diciembre de 2017 con una solemne y triste eucaristía presidida por el entonces arzobispo de Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez. (Imagen inferior)

Unos meses más tarde, las puertas del cenobio se abrieron para cuatro religiosos de la Misión Eucarística Voz de los Pobres, originaria de Brasil y llegados desde Valencia. El proyecto no fraguó y a los pocos meses, abandonaban el convento. Nunca se integraron en la sociedad riosecana.

Imagen de los misioneros. ICAL

Durante cerca de dos años, gran parte de las dependencias del monasterio fueron cedidas a una familia de refugiados ucranianos que huían de la guerra. Yegven, Alisa y sus siete hijos (ahora son ocho) habitaron el convento hasta que finalmente el Ayuntamiento de la localidad les cedió una vivienda. Las monjas clarisas colaboraban así con esta familia y siguieron abonando todas las facturas energéticas que se generaban en el edificio.

A finales del verano de 2024, la esperanza volvía a renacer en Rioseco. Una nueva experiencia comunitaria echaba andar. Se trata de los Hermanos Descalzos del Amor Eucarístico que buscan que el arzobispado de Valladolid apruebe sus estatutos para que nazca así una nueva orden religiosa. Llegaron seis, aunque en los últimos meses solo permanecían dos en el convento. Habían desarrollado un trabajo muy duro "para rehabilitar muchas estancias del convento" que se encontraban en muy mal estado, relata el hermano Daniel. Se intervino en el claustro, en el refectorio, en algunas celdas y en otras dependencias con un buen lavado de cara. Incluso se organizó una rifa para obtener fondos destinados a la rehabilitación.

Pero una vez más, la historia se repetía y, casi por sorpresa, hace unos días anunciaban su marcha a Nava del Rey. Este domingo fueron despedidos por la comunidad cristiana de Medina de Rioseco con una eucaristía presidida por el párroco Alberto Rodríguez Cillero. El hermano Daniel argumentaba que la marcha respondía a "un cúmulo de circunstancias". "Es una decisión nuestra, pero también es el deseo de las monjas clarisas que son propietarias del convento".

Tribuna Valladolid se ha puesto en contacto con la madre abadesa del convento de Santa Isabel, donde residen las dos clarisas procedentes de Rioseco. Sor Isabel Ferrero dice que en este año no se les ha cobrado "ni un solo euro" y que su marcha atiende a "una decisión personal" de los dos hermanos. En declaraciones a este medio asegura que ellas estaban dispuestas a proseguir con la cesión, que también incluía la hospedería "que era su medio de vida".

No obstante algunas fuentes externas consultadas argumentan que el motivo podría ser un desencuentro con las dueñas del edificio. Al parecer, las religiosas solo estaban dispuestas a cederles la hospedería y ellos querrían mantener todas las dependencias actuales. Esto habría propiciado su mudanza al convento de los Sagrados Corazones Capuchinos de Nava del Rey, que llevaba quince años cerrado. Sor Isabel Ferrero desmiente categóricamente esta información e insiste en que su marcha es decisión suya.

La noticia de su marcha ha caído como un jarro de agua fría en la comunidad parroquial riosecana. Algunos feligreses expresaban su "disgusto" en redes y deseaban suerte a los dos hermanos, que se habían adaptado a la localidad y participaban activamente de su vida religiosa. El hermano Daniel mostraba su agradecimiento al pueblo riosecano por el trato recibido en este último año.

Ahora el convento vuelve a quedarse vacío y languidece. Quizá sus puertas ya nunca volverán a abrirse.

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