Una herencia oculta

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Una herencia oculta
El autor esÁgreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

No hay nada más noble para un artista que trabajar con que tiene al lado: la piedra, la madera, el barro, etc. Siempre he envidiado a esa gente que mientras trabajaba con las manos se quedaba ensimismada, como pensando en las musarañas, fuera del mundo. Esa manera de estar tan saludable fuera del mundo, concentrado en otra cosa, hace que el tiempo se olvide y pueda salir uno de uno mismo, dejar en suspenso su maléfico yo, su identidad y flotar en el ambiente como si fuera un globo aerostático.

 

Esa sensación tengo por momentos cuando visito la exposición el XXIV Concurso de Cerámica "Ciudad de Valladolid" 11º Encuentro Internacional. Pienso en el tiempo que habrá invertido Ariana Heras Cosin (Primer premio) en realizar su obra OOvOO. Esa extraña libertad que se ha tomado para realizarla, esa extrañeza tan equilibrada que se incrusta en la mirada, ese silencio que impone la pieza produce un pensamiento obtuso. La curiosidad como forma de revelación.

 

No hace ninguna falta que estas piezas que estoy ahora viendo tenga ninguna utilidad precisa. No veo ninguna utilidad en la obra de Mónica Gómez Candela (I Mención especial) titulada Crecimiento telúrico. Lo que me llama la atención es su forma, que ahora ya fuera del taller de la artista tiene vida propia. Esa forma, como si los siglos hubieran pasado por ella y las hubiera modelado a su antojo, modificado, como esos peldaños de las catedrales tan gastado por las pisadas de los turistas provocan en el visitante algo parecido al asombro.

 

Se para uno ante Creda Vana de Alfredo Lamberti (II Mención especial) y solo le pasa por la cabeza la paciencia infinita que ha tenido que tener la artista para construir la pieza. Esa paciencia intrínseca que tienen los ceramistas para mirar, retocar hasta que todas las piezas estén en su sitio obedeciendo a la imaginación, a la fantasía del momento.

 

La misión del artista es recordar a los demás dónde está esa fuente inagotable de belleza y sabiduría a la que todos tenemos acceso. Quizás el corazón del visitante tiene derecho a una sorpresa. En esta exposición que puede ver en la Sala de Municipal de Exposiciones de la Casa Revilla hay una a cada paso. La preguntaron a Soledad Lorenzo que cómo seleccionaba a sus artistas. Respuesta: Pues como selecciono a los novios, química, intuición y amor a primera vista. Ahora toca al visitante hacer su propia selección.

 

Explicar una exposición me ha parecido siempre una imprudencia, es enseñar a otro cómo ver lo que en realidad es una incógnita. ¡Bendita incógnita!

 

 

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