Puede que yo fuera uno de los primeros vallisoletanos que les viera en directo.
Palencia. Septiembre.1981. Doscientas personas en lugar abierto al público.

Un compañero recién llegado de Madrid por traslado de su padre, hace el mismo recorrido que yo para volver a casa y por dos veces me acerca en su coche de segunda mano recién estrenado a la mía.

Me dice que, si le quiero acompañar a ver a un grupo de amigos, que son vecinos suyos del mismo Barrio en Madrid y tienen una banda a la que apoya mucho el padre de uno de ellos que es director de cine.

Al regreso del concierto, mi amigo dijo: "Marcarán una época". Yo contesté: "No entendí nada de su música".

Cuarenta y cuatro años después, obviamente me tengo que rendir y aceptar que mi amigo tenía razón. Pero yo sigo sin entender nada. Me ha vuelto a pasar el pasado fin de semana.
Cuatro décadas después en la Urbanización a la que me invitaron a pasar una noche de fiesta, los más jóvenes disfrutaban con este tema, que me persigue, me aturde y me condena y así será hasta el resto de mis días. No hay nada que explicar, ni una sola razón que me ayude a convencer a nadie. Tengo muy asumido que el raro, intransigente, extraño y que no pillo la historia soy yo, qué le vamos a hacer. Respetar cada gusto.

Hoy me he levantado dando un salto mortal
Echando un par de huevos a mi sartén
Dando volteretas he llegado al baño
Me he duchado y he despilfarrado el gel

Porque hoy algo me dice
Que voy a pasármelo bien

Sé que tengo algunos enemigos
Pero esta noche no podrán contar conmigo
Porque voy a convertirme en hombre lobo
Me he jurado a mí mismo que no voy a dormir solo

Porque hoy, de hoy no pasa
Y voy a pasármelo bien

Voy a cogerme un pedo de los que hacen afición
Me iré arrastrando a casa con la sonrisa puesta
Mañana ya, si puedo dormiré la siesta
Pero esta noche no, esta noche no..

Prefiero no seguir, si alguien quiere descubrir o recordar las últimas estrofas estarán en internet seguro. Cuando llega el momento de buscar a las amigas que tiene en la agenda ya me entran unos sudores que no puedo contener cuarenta años después. Lo reconozco, el único culpable soy yo.