Así no vas a mi boda

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Así no vas a mi boda
El autor esMiguel Ángel Fernández.
Miguel Ángel Fernández.
Lectura estimada: 2 min.

Esta semana, hemos leído en la prensa que a solo siete semanas de la boda, Tamara Falcó se quedaba sin vestido de novia porque la firma que estaba trabajando con ella, decidía romper el contrato. No me puedo ni imaginar la movida que tiene que ser que cualquier detalle de tu boda se venga abajo en el tiempo del descuento.

Es curioso como nuestra cultura ha normalizado el estar preparando, durante un año y medio, miles de detalles que se esfumarán en un solo día y que seguramente pasen desapercibidos para la mayoría de los invitados.

En contraposición de eso están las invitadas, que muchas no saben qué se van a poner casi hasta las dos horas antes del evento. No dejo de pensar en mi amiga Pauli que tiene la boda de su hermana este verano y por mucho que busca el outfit ideal, no es capaz de encontrar nada que le convenza.

No creo que sea muy difícil saber qué ponerse para una boda. Bueno, lo más sencillo es saber el qué no debes llevar. Es cuestión de sentido común.

Si las normas de protocolo se cumpliesen, las bodas serían un entorno idílico de elegancia y clase y no el circo en el que se han convertido.

Parece que la única norma que tiene una boda es que las invitadas no pueden vestir de blanco, y ni eso lo suelen hacer bien.

El no rotundo al blanco debería ser radical. Ni en blusas, ni en faldas, ni en americanas. No vale eso de uso un poco de blanco pero llevo otros colores. Para mi, es una falta de respeto. Si de mi persona dependiese, el único blanco aceptado sería el de las camisas de los hombres, y dadme las gracias por mi permisividad. 

Las bodas han  alcanzado una libertad peligrosa donde se ha normalizado que los tíos lleven traje con zapatillas de deporte y las chicas se pongan vestidos largos en una celebración a las 11.00 de la mañana.

El 'boom' generalizado de todas nuestras influencers favoritas de casarse entre los 23 y los 28 años ha hecho que muchos estemos deseando celebrar nuestra boda, sin tener ni si quiera pareja.

Además, los perfiles en redes sociales de sus compañeras de profesión han dado ideas a todas aquellas personas que tengan más de un evento esta temporada de primavera-verano. Pero, como siempre, la imitación de esos conjuntos suelen degenerar en algo choni y repetitivo que convierte la tendencia, en autentica decadencia.

Si no tienes los 400 euros que vale el vestido que llevó Marta Lozano a la boda de una de las hermanas Pombo, no quieras copiar el look con un trapillo de 37 dólares de Shein, porque seguramente la tela no sea de calidad y en lo único que te parezcas a la creadora de contenido sea en que las dos acabaréis sin zapatos en mitad de la barra libre.

Seguramente, Zara o Mago tengan algún vestido barato y adecuado que te conviertan en la reina del bautizo de tu sobrino. Eso sí, te arriesgas a coincidir con la pareja de tu primo, porque en esas tiendas compramos todos los mortales.

Me veo de aquí a diez años, supervisando todos los looks de mis invitados previamente al enlace, para saber si les dejo o no asistir el día más especial de mi vida. Porque las amistades van y vienen, pero las fotos de tu boda son para siempre.

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