La sopa almendra de Tordesillas

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La sopa almendra de Tordesillas
El autor esJesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 2 min.

Crepitaban los pucheros a la lumbre cuando no había casi nada en las casas de nuestros pueblos. Ni calefacción, ni comida abundante y variada, ni televisión, ni ropa térmica de abrigo. Lo que había era en más de una ocasión hambre y miseria, frío y sabañones. Pero compartir, añoranzas y sonrisas, recuerdos y abrazos, unión y cordialidad familiar era más el pan de cada día al llegar estas fechas navideñas.

Hoy el tiempo ha roto aquel engarce de generaciones, único e irrepetible, donde todas las familias echaban su cuarto a espadas por Navidad. Lo poco que había se compartía, se daba al vecino, se obsequiaba, se ofrecía un bollo alto o bajo, una copita de mistela o un dedal de anís.

Recuerdo, pues así lo dejé escrito en el libro "Tordesillas, sus gentes su afán" que la primera persona cuyo fallecimiento se inscribe en el nuevo y vigente Registro Civil que abrió sus páginas allá por 1873 especifica que la causa de su muerte fue "por hambre y miseria".

Terrible causa de azote a la dignidad que todas las personas, por el hecho de serlo, merecen.

Un villancico resuena una y otra hora desde el balcón municipal del Ayuntamiento recordando el tiempo de la Navidad, mientras un Belén de "tablao" y madera cobija las figuras del Portal en la Plaza Mayor tordesillana.

Y probar la cena, colgar el rosario, elaborar los bollos, cantar un villancico... Todo eso ha pasado a mejor vida. Lo que nos da prueba de otra época en la que ahora vivimos. Y, por cierto, pasará también y de ella solo quedarán los recuerdos.. Es verdad que los días de Navidad suelen ser muy entrañables más que nada por el recuerdo de aquellos que faltan y la emoción sentimental de su memoria aflora en la piel de quien conoció, compartió y acogió sus abrazos: Todos cuantos ya no tenemos madre sabemos lo que eso significa.

En fin. Degustemos esa sopa almendra, tan rica y apetecible que entona el cuerpo y nos hace ver y añorar tantos recuerdos como afloran y laten por nuestras cabezas en estos días de incierta emotividad.

¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2026!

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