El valor de ser economista
Hace escasos días, desde el Colegio de Economistas de Valladolid, Palencia y Zamora (ECOVA) celebramos la XIV edición del Día del Economista. Ya son catorce años conmemorando una fecha que sirve para poner en valor el papel del economista en la sociedad y el mundo actual.
Con la unión de las tres provincias en un solo Colegio Profesional, se decidió que las siglas ECOVA significasen "economistas de valor", es decir, el valor de ser economista y llevar a gala una profesión que permite analizar el presente, conociendo el pasado, para poder tomar las mejores decisiones socioeconómicas y políticas ahora con impacto directo en el futuro próximo. Es decir, profundizar en el análisis macro y microeconómico para poder afrontar los retos y oportunidades que plantean los escenarios venideros.
Podemos hacer un estudio más profundizado sobre los retos socioeconómicos que afrontamos en este final de 2025 e inicio de 2026. En concreto, debemos atender a la transición energética, la baja productividad y la alta deuda pública que tenemos en España. Es crucial avanzar en la descarbonización a través de energías renovables, pero se necesitan mayores inversiones en tecnologías verdes, junto con una transición justa para no dejar atrás a las regiones dependientes de la industria tradicional. La baja productividad sigue siendo un problema estructural comparado con otras economías europeas y la deuda sigue siendo alta, a pesar de la tendencia a la reducción, por lo que se requiere consolidación fiscal.
Pero existen, también, otros desafíos a nivel global, como son la inestabilidad económica, la inflación y el cambio climático. Estos hechos marcarán el año próximo y deberán ser las prioridades que abordar por parte de nuestros gestores políticos.
Existen otros problemas relevantes que necesitan una acción conjunta por parte del Gobierno Nacional junto con las Comunidades Autónomas, como son el acceso a la vivienda, la transformación digital, la debilidad del mercado laboral y las tensiones geopolíticas que afectan directamente al tejido económico. Dar la espalda a estas realidades solo es postergar y agravar unas situaciones que tienen impacto negativo en las empresas, el consumo y, en general, en la sociedad.
A todo ello se le debe sumar la falta de seguridad jurídica y financiera, pues genera incertidumbre y dificulta la inversión empresarial. En suma, la desigualdad económica puede exacerbar la polarización social y la desinformación.
Estos hechos no tratan de enfocar el nuevo escenario desde una perspectiva pesimista, sino realista. Es en ese terreno, el de la realidad económica, en el que el profesional de la economía transita y debe adaptar sus decisiones a los posibles enfoques a corto y medio plazo. El valor de ser economista permite crear garantía y seguridad en la sociedad.







