Los guardianes del agua sucia: así actúan los tanques de tormentas de Valladolid

La ciudad cuenta con una extensa red que cuenta con 17 de estos depósitos a los que se suma el tanque de cola de la EDAR, un gigante de 7.500 metros cúbicos

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Pedro Arroyo, gerente de Aquavall. Fotos y vídeo: Sergio Borja
El autor esRebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
Lectura estimada: 6 min.
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En el núcleo de la gestión hídrica de Valladolid, fuera de la vista cotidiana, opera una infraestructura esencial para la salubridad y la vida, tal y como la conocemos en la ciudad: la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR). Aquí converge la red de saneamiento de la ciudad y se tratan esas aguas sucias con un complejo sistema que garantiza que puedan volver a formar parte del entorno natural. Dentro de esta red de saneamiento, se incluyen los tanques de tormentas, verdaderos reguladores que aseguran que el agua de la ciudad reciba el tratamiento adecuado, incluso frente a las más intensas precipitaciones.

Pedro Arroyo Rodríguez, gerente de Aquavall, la empresa pública de gestión del agua en Valladolid, desvela los secretos de este complejo sistema, centrándose en el tanque de tormentas más grande y estratégico de la ciudad, situado en el Camino Viejo de Simancas, justo en las instalaciones de la EDAR.

La EDAR de Valladolid: una megaestructura escondida

La EDAR de Valladolid, situada en el Camino Viejo de Simancas, es una enorme instalación diseñada para la eficiencia ydividida en tres grandes áreas que trabajan en perfecta sintonía: la línea de agua, la línea de lodos y la línea de gas. Es el punto final al que converge la totalidad del agua residual de Valladolid y de varios pueblos vecinos de la alfoz, canalizada a través de grandes interceptores generales ubicados a ambos lados del Pisuerga.

El viaje del agua residual comienza en un impresionante punto de llegada: el pozo de llegada. Este elemento es una obra de ingeniería notable, un pozo de 19 metros de profundidad y 19 metros de diámetro, con una capacidad asombrosa de aproximadamente 3.000 metros cúbicos. Su función principal, además de recibir el caudal, es la de regular las puntas de avenida que se producen durante precipitaciones extraordinarias, actuando como un primer amortiguador para el sistema.

Desde este pozo, el agua se distribuye con inteligencia. Una parte, la que puede ser tratada de inmediato, se dirige a un tratamiento habitual a través del primer canal. Cuando el caudal es excesivo, entra en juego el segundo canal que, activado por un aliviadero, desvía el exceso de agua directamente al tanque de tormentas. Y si en un escenario extremo el tanque de tormentas también alcanza su máxima capacidad, un tercer canal permite que el agua desbordada, que a esa altura ya es agua limpia tras el "primer lavado" de los colectores, se vierta directamente al río. 


Mapa de la red de saneamiento de Valladolid. AquaVall

Los tanques de tormentas: los guardianes del sistema

El tanque de tormentas no es un simple receptáculo; es un elemento regulador de caudal cuya función es vital para la estación depuradora. Su propósito fundamental es retener el agua más contaminada que llega a la depuradora como consecuencia de una lluvia intensa, un caudal que la planta no es capaz de tratar en su totalidad en el momento punta.

Pedro Arroyo explica un concepto clave: la "primera descarga" de la lluvia. "Lo que se hace es retener habitualmente los primeros 20 minutos de esa lluvia, que es el agua más contaminada", detalla. Esta agua inicial es particularmente sucia porque, al precipitarse con fuerza, lava los colectores de la red de saneamiento, arrastrando suciedad, depósitos, atrancos y filtraciones acumuladas. Así, la misión primordial del tanque de tormentas es contener este pico de contaminación. Si la lluvia persiste una vez que se ha recogido esta primera "oleada" de suciedad, el agua que sigue llegando ya se considera "agua limpia" y tiene capacidad de vertido directo, lo que demuestra la efectividad del sistema en la mitigación de la suciedad.

En esencia, el tanque de tormentas actúa como un elemento de retención o espera para el agua residual, dándole tiempo al sistema para que la intensidad de la lluvia disminuya y el caudal pueda ser tratado de forma normal por la EDAR.

Una red que crece con la ciudad

El sistema de tanques de tormentas de Valladolid es más extenso de lo que uno podría imaginar. Valladolid incorporó su primer tanque de tormentas en la cabecera de la línea de tratamiento de agua de la EDAR en 1995. Con el crecimiento constante de la ciudad, se proyecta la construcción de nuevos tanques de tormentas en las nuevas urbanizaciones o barrios, ya que la distribución óptima es a lo largo de toda la red de saneamiento. Sin embargo, poco o nada se puede hacer con la red antigua de la ciudad, lo que explica por qué todos estos depósitos se encuentran fuera del casco antiguo y de los barrios cercanos al centro.

Actualmente, además del imponente tanque situado junto a la EDAR en el Camino Viejo de Simancas, -tanque de cola- existen otros 17 tanques de red distribuidos estratégicamente por toda la ciudad. El tanque de la EDAR es el último de la red y, con sus 7.500 metros cúbicos de capacidad, es el más grande de todos. La capacidad total de regulación de la red de tanques de tormentas de la ciudad asciende a 12.275 m³, a lo que se suman los 7500 m³ del tanque de la EDAR y los 3.000 m³ adicionales de regulación que proporciona el pozo de llegada.

De estos 17, hay dos que se llaman 'lineales', en La Galera y en el Polígono San Cristóbal. Su característica principal es que se trata de un tramo de tubería que ensancha significativamente en un punto concreto, lo que sirve para que se retenga agua en ese tramo en momentos de necesidad.

Todos estos tanques "son todos independientes", subraya Arroyo. "Cada uno regula el caudal punta del área que tributa la red de saneamiento". Esta distribución descentralizada es clave para una gestión eficiente de las aguas pluviales y residuales.


Tanque de tormentas del Camino Viejo de Simancas - EDAR. 

El procesamiento de las aguas

Mantener el agua residual en espera, sin que se degrade y genere problemas, es un desafío tecnológico. Para evitar que el agua "entre en proceso séptico" (es decir, que las bacterias anaerobias, que producen malos olores y sustancias tóxicas, se activen), los tanques de tormentas incorporan elementos avanzados.

"Lo que veis aquí cubierto básicamente con toallitas, que es una gran pesadilla que tenemos en la planta, son los elementos de gestión tanto de la circulación del agua", explica el gerente. Estos elementos incluyen hélices que mantienen el agua en constante circulación. Además, se utilizan bombas de inyección de aire que, mediante el efecto Venturi, captan aire de la atmósfera e inyectan una mezcla de aire y agua al cuerpo de agua retenido. Esta aireación forzada es crucial para que las bacterias aerobias (las "buenas" que ayudan a la descomposición sin malos olores) permanezcan activas y las anaerobias no entren en funcionamiento.

Una vez que el período de retención ha concluido y el caudal ha vuelto a la normalidad, el agua del tanque de tormentas es bombeada para su tratamiento directo en la EDAR. El proceso de depuración es meticuloso y multifase. Primero, un tratamiento físico inicial, en el que el agua pasa por un tamizado más fino, seguido de un desarenado y desengrasado, eliminando los elementos contaminantes más grandes. Después, los procesos biológicos: tras la decantación, el agua entra en las etapas de digestión aerobia y anaerobia, donde se elimina la materia orgánica mediante la acción de microorganismos. Por último, la decantación secundaria para separar los últimos sólidos. Solo después de este riguroso proceso, el agua es vertida de nuevo al río, pero ya en condiciones óptimas.

Más allá del agua: el ciclo integral de la EDAR

La labor de la EDAR de Valladolid no se limita a depurar el agua. El sistema es integral y abarca también la gestión de los lodos y la generación de gas. Los lodos, que se recuperan de la línea de agua, reciben un tratamiento especializado. Mediante la digestión secundaria en digestores anaerobios, se produce metano, un gas similar al gas natural que puede ser aprovechado. Este metano se almacena en grandes depósitos para regular su uso, y a partir de ahí, se aprovecha para generar electricidad o calor mediante calderas, demostrando un enfoque sostenible y de aprovechamiento de recursos.

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