El mayor evento de divulgación científica regresa este sábado con charlas gratuitas y expertos de primer nivel
Chuchi Guerra, fotógrafo
Nueva entrega, como cada lunes, de la sección escrita por Ágreda titulada 'Palabras contra el Olvido'
La fotografía siempre es obra de otro yo. Chuchi Guerra, fotógrafo, así a secas, no tiene solo otro yo, tiene muchos. Tenía razón el poeta americano Walt Whitman cuando decía que dentro de cada hombre y cada mujer había multitudes. ¿Por qué me recuerda tanto al fotógrafo Josef Koudelka? Supongo que porque los dos aman la fotografía de la misma manera.
Siempre colgado con su cámara al hombro a Chuchi Guerra te le puedes encontrar en cualquier sitio "que pasa algo". Las fotografías de Chuchi tienen la particularidad de que son fáciles de ver. Su mirada es nuestro alimento. Son fotografías que todos tenemos en casa. Fotografías de nuestra familia realizadas por fotógrafos ambulantes, por fotógrafos anónimos que tienen más importancia y sustancia que si la hubiera realizado Cristina Rodero.
Las fotografías de Chuchi Guerra llevan el marchamo de la intuición. Ya sean de rugby, Semana Santa, teatro de calle o de naturaleza. Para ver hay que ver visto y Chuchi ha visto mucho. Tiene además ese don de conectar con la gente, de conectar con la gente que fotografía. Y se conforma con sacar una buena foto al año, con eso ya está servido.
Chuchi Guerra no es de esos fotógrafos que va por los despachos de los gestores culturales pidiendo que le busquen una exposición con un comisario de campanillas que hable del "ácido ribonucleico" y que quieren cambiar el mundo. No. Chuchi Guerra solo quiere que las personas a las que fotografía le dejen entrar en sus vidas y le acojan como uno de los suyos. Un fotógrafo errante.
Chuchi Guerra mira lo que pasa a nuestro lado, pero no todos son capaces de ver. Porque en sus fotografías hay vida, hay historia. Si un fotógrafo vive enfrente de tu casa, no puede ser bueno. Pues sí, puede ser bueno y encontrártele en las fiestas patronales de cualquier pueblo, en la fiesta de la matanza, en la Fura del Baus, en el LAVA, en el CCMD, en el Calderón o en cualquier rincón donde hay teatro, circo o alguien esté cantando o atravesando unas ascuas.
No sé lo que hubiera dicho Ramón Masats de Chuchi Guerra. Lo que se puede decir de los dos en que en la mayoría de sus fotografías va implícito su carácter. Fotografiar lo que le sale al paso es lo que le emparenta con el gran fotógrafo español desaparecido hace poco tiempo.
No hace falta estar en la agencia Magnum, ni tener exposiciones en el Herreriano, ni en la Sala la Pasión, ni el MUSAC, ni ser de Medina del Campo para que la obra de un fotógrafo sea su vida, foto a foto, como cuaderno de bitácora.
Solo hace falta llamarse Chuchi Guerra y tener pasión por la fotografía.
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