Magia, ciencia y fantasía se unen para acompañar a los Reyes Magos en la cabalgata

Un gran zepelín basado en las novelas de Julio Verne abrió una comitiva formada por siete carrozas y doce fantasías

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Magia, ciencia y fantasía se unen para acompañar a los Reyes Magos en la cabalgata
Los Reyes Magos en el balcón del Ayuntamiento. Foto: Sergio Borja
Rebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
Lectura estimada: 2 min.
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Por fin llegó el momento. Hacía días que, la mayoría de los niños, habían escrito cuidadosamente su carta a los Reyes Magos. Esto, por supuesto, después de hacer una cuidada selección dentro del correspondiente catálogo de juguetes. El recorrido era largo, pero mejor llegar con tiempo para coger un buen sitio para poder verlos por fin. Sus Majestades los Reyes Magos desfilaron por Valladolid en una cabalgata impregnada de un ambiente donde la alegría y la ilusión podía sentirse y casi tocarse.

Acompañando a los más pequeños: padres y abuelos, en su mayoría, con tanta ilusión o más que los niños, porque la sonrisa de estos últimos ilumina el corazón a los otros.

Entre los nervios a un niño llamado Martín se le olvidó echar su carta al buzón y se la entregó a un Policía Municipal, quien se la pasó a la Superintendente Jefa Julia González que pudo dársela en persona a los Reyes.


La Superintendente Jefa Julia González entrega la carta de Martín a los Reyes.

Y empezó la cabalgata, como estaba previsto, desde el Paseo de Filipinos. En cabeza, abriendo el paso a las demás carrozas, el Viaje Intemporal, creado por la compañía francesa Le Théâtre de la Grande Ourse, con un artefacto espectacular que recordaba un zepelín. El ambiente de luz y colorido era abrumador y muchos los sitios a los que mirar. Todos ellos mágicos.

Los globos de Globescultura adquirían todas las formas imaginables: gnomos de jardín, árboles de Navidad, flores, mariposas o pájaros flamencos montados por payasos polichinelas...

Había zancudos que evocaban sistemas planetarios, científicos de todas las disciplinas, había patinadores y personajes singulares. Había niños con multitud de disfraces: de abejas y de flor, de luciérnagas y mariposas. La comitiva que acompañaba a Melchor, Gaspar y Baltasar, y a sus pajes, sumaba  400 personas. Algunas de ellas se encargaban de poner ritmo con una batucada luminosa gracias a sus brilantes trajes y tambores. Eran The Lighted Drummers.


Una de las fantasías que acompañaban a a la comitiva. Sergio Borja.

Entre las fantasías que formaban el desfile, los Ángeles de Luz que formaban la estrella fugaz que guió a los Reyes Magos hasta Belén en el nacimiento de Jesús era de las más llamativas.  

Siete carrozas y doce animaciones recorrieron el trazado que llegó hasta la Plaza Mayor, donde esperaba la Escuela Municipal de Música de Valladolid para anticipar la entrada de Sus Majestades a la última parada del recorrido, que concluyó con fuegos artificiales. Pero todo eso solo es una parte de la magia que envuelve esta noche, porque todo empieza con dejar las zapatillas, la bandejita de dulces e irse pronto a la cama a dormir... si es que los nervios lo permiten.


Público en el trazado de la cabalgata. Foto: Sergio Borja

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