La zona que ahora conocemos como los jardines del palacio, la calle aledaña y parte del terreno en donde se levanta el edificio del Católico conformaban el corral de los toros y una explanada más que reclamada y apreciada para correr allí toros y llevarlos al despeñadero. Como en el tiempo que hablo no existía ni remotamente la cámara de fotografías, echo mano de un dibujo alusivo de mi amigo José Ramón Muelas que me facilitó para la portada de uno de mis libros y así contempléis el lugar tal y como era. Al lado de la Iglesia de San Antolín, el Palacio Real de Tordesillas, lugar de encierro de la Reina Juana y donde expiró un mes de abril de 1555.

En la visita que hace el Rey Carlos II "el hechizado" a Tordesillas en 1696, reflejada en los Acuerdos Municipales se dice textualmente, aunque el despeñadero de toros era una modalidad fija en los festejos: "No se pueden despeñar al ser invierno y tener que entrar gente en el agua".

La caída de pendiente hacia el río fue frenada por una obra civil de construcción del actual paredón, cuya lápida atestigua aquel momento y que también os coloco para recordarlo, "reinando Felipe V se hizo esta obra por acuerdo de la Muy Noble y Muy Leal Villa de Tordesillas siendo Corregidor el licenciado Don Bartolomé Martín de la Fuente y Comendador de esta Coronada Villa Don Isidro Londoño...". A partir de entonces ya no se volvieron a correr toros en ese lugar, al quedar limitado el espacio por los paredones. Desgraciadamente el delantero al Palacio Real se lo cargaron en los años 70 para construir los pisos que ahora existen y dar amplitud a la calle.

Pero recordad los sitios en donde se han corrido toros durante más tiempo en Tordesillas: En el Corro de Santa María; en la Plaza Mayor y en la explanada del palacio. Además hay constancia de que ha habido otros sitios esporádicos como la zona de San Martín en la Chana; el corral de la Parada o corrales particulares para celebrar becerradas, festivales taurinos con toreros espontáneos. Y es que correr toros en Tordesillas es hablar de algo muy enraizado en los genes de su historia.