El Real Valladolid cayó (1-0) en su visita al Reale Arena ante una Real Sociedad B que metió la primera ocasión clara que tuvo en el primer acto, algo que los de Guillermo Almada llevan sin hacer toda la temporada. La falta de gol, de fútbol, de ideas e, incluso, de amor propio imposibilitaron ganar un partido que, en algún tramo de encuentro, estuvo más cerca del 2-0 que del 1-1. El equipo se perdió, se diluyó y va cuesta abajo y sin frenos. Saca tres puntos al descenso y está a tres puntos del playoff. Es decir, está en la nada más absoluta y lo dirige un entrenador más que discutido, aunque la propiedad le respalde cada vez que atiende a los medios de comunicación.

LOS ERRORES NO CESAN

Parecía que el Pucela comenzaba bien el partido. Qué necio el que escribe esta crónica que, a veces, lo hace con el corazón, y no con la cabeza. Es más, con el paso de los minutos, el balón, sí era para los de Almada, pero para qué. Las llegadas, aunque eran pocas, si a eso se le pueden denominar llegadas, eran más para los locales que para los visitantes porque a estos no solo les falta gol, sino también fútbol, mucho fútbol, y eso no solo es cuestión de los jugadores. Aquí los responsables también son Almada, evidentemente, y el que confeccionó la plantilla, el indiscutible Víctor Orta.

El problema es que a esto se suma que el gol txuri-urdin viene de un fallo defensivo. Primero, de una falta innecesaria de Iván Alejo, al que le muestran la amarilla, aunque se queje, con razón; y segundo, de un rechace que se queda dentro del área y nadie es capaz, nadie es capaz, de darse cuenta y despejar el balón. Jon Balda solo tuvo que rematar el mismo al fondo de la red (1-0). La pregunta que me hago es: ¿Hubiese metido gol un jugador del Real Valladolid, sea el que sea, si tiene una ocasión como esa? Me respondo a mí mismo: No. Imposible pensar que un efectivo, hoy amarillo, la hubiese enchufado.

Y esta teoría gana peso cuando uno ve el fallo de Amath ante Fraga o el error intolerable de Peter Federico que, estando completamente solo, tras un centro de Guille Bueno, manda el balón más cerca del córner que de la portería, aunque el Club comparta en redes sociales una realidad paralela. El bueno de Peter también mandó otra ocasión al limbo dentro del área poco después para sorpresa de... nadie. Astiazarán, antes del descanso, pudo poner la puntilla para los intereses de la Real, pero su disparo se fue desviado. El pitido final de Sánchez López daba un balón de oxígeno a los visitantes, aunque a estos les daba igual ir al descanso o no porque cometieron los mismos errores de siempre.

AGUA... CERO

El paso por los vestuarios le sentó mejor a los de Jon Ansotegi. Es más, a las primeras de cambio, fue Guilherme el que tuvo que intervenir para evitar el tanto de Gorka Carrera, el mismo que, minutos después, se topaba con el palo tras un gran centro desde la banda izquierda de Alex Marchal. El palo, o el larguero esta vez, también repelió una intentona de cabeza de Juric, que podría haber cambiado el rumbo del choque, aunque los de amarillo tampoco se merecían mucho más premio que un simple empate, que de nada valía porque los rivales ganan y los pucelanos van de ridículo en ridículo, incluyendo el partido del pasado miércoles ante el Estrela da Amadora.

Bien es cierto que el Pucela tuvo varias ocasiones para empatar. Alguna de cabeza, como la de Pablo Tomeo completamente solo, o las de Tenés dentro del área, una tras la salida de un córner y la otra tras un gran movimiento de Arnu. Los de Almada lo intentaron hasta el final, más con convicción que con fútbol, algo que el Pucela lleva sin ofrecer desde que empezó la temporada. Increíble lo que engañó aquel triunfo inaugural ante el Ceuta... que pagó la novatada.

Mientras tanto, y entre unas ocasiones y otras, el aguacero cobró protagonismo. Pero para cero es lo que es este Pucela, que no funciona, que está muy lejos de ser un candidato al ascenso, y que afronta un horizonte poco esperanzador. Es decir, o el entrenador hace magia, que no creo, o la temporada va a terminar en febrero si, si Dios quiere, este equipo, al menos, consigue los 50 puntos y da por muerta una campaña que no pinta bien y que evidencia la pésima calidad de la plantilla, que no da ni para ganar a un filial.