14/11/2025
Ciento veintitantos y bajando
Lectura estimada: 4 min.
Si la ministra de Seguridad Social no lo impide (y si Dios me da salud), me quedan ciento veintitantos días reales de trabajo. Sí, me prejubilo. Obtengo esta cifra restando sábados, domingos, festivos y vacaciones a la fecha pactada con mi empresa para decir "adiós, buenas tardes".
Me preguntan mis compañeros, entre otras cosas, si lo voy a echar de menos, si estoy preparado para afrontar el cambio, si tengo un plan de acción… se preocupan por mí, cosa que agradezco, tras tantos años de haber compartido ilusiones, logros, desencantos, preocupaciones, jornadas de reflexión, empujones, comidas de empresa, relaciones personales y cientos, miles, de impactos personales de los que, para bien o para mal, se dan en el día a día de la vida en una empresa (en una oficina, en una obra, en un hospital, en suma, en cualquier lado).
He de confesar que me considero afortunado. Durante toda mi carrera he tenido oportunidad de conocer a mucha gente, empresarios, trabajadores de todo tipo, asociaciones, lo que me ha permitido aprender mucho sobre negocios y comportamientos, y he conseguido algunos amigos que lo serán siempre; también entre mis compañeros de trabajo. De quienes aún hoy son mis compañeros y de aquellos a quienes tuve a mi cargo, creo que recibiré cariño (espero no estar equivocado) y eso me vale. Pero no, al trabajo no lo voy a echar de menos, en todo caso, sí a las personas.
Javier Reverte, mi escritor de viajes favorito, decía: "El mejor de los viajes siempre es el próximo". Así lo espero.
Aunque el mundo y la sociedad no parece que vayan a ser de gran ayuda en el futuro, no tengo grandes expectativas salvo disfrutar de una vida grata, sin excesivas cargas y las responsabilidades justas.
Veo en mi futuro, si la vida no pone trabas, oportunidades para disfrutar con mayor amplitud de mis empeños de siempre: conocer, aprender, descubrir, ayudar a mis hijos y envejecer junto a mi esposa.
Llevo un tiempo pensando en iniciar esta nueva etapa, a la que llego animado, deseoso. No pienso en ella como un aterrizaje en Disneylandia, no se me ocurre creer que será el fin de los males. Habrá días buenos y malos, como durante toda la vida. Pienso en ella como el comienzo de un tiempo en el que, si me respeta la salud, podré hacer, más habitualmente o con más calma, aquello que en verdad desee hacer.
No me asusta el cambio de etapa, no me preocupa, mas tampoco me entran ganas de tirar cohetes… no es para tanto.
Espero, para esa fecha, no haber perdido la memoria y recordar que he prometido a mi hijo "triscarnos" un Vega Sicilia Único del 66.
Confieso también que no tengo un plan de acción, aunque varado como un barco viejo no voy a estar porque, como Séneca dijo una vez: "Estar en ocio muy prolongado no es reposo, es pereza" y yo no soy perezoso. No obstante, pese a la falta de un plan, tengo algunos convencimientos:
No voy a ponerme a estudiar para acabar la carrera. No voy a buscar otro trabajo, otra carga, en que ocupar mi tiempo. Quiero seguir leyendo y volver a escribir, más metódicamente, pero sin agobiarme. Quiero seguir montando en moto y conducir hasta un bar de pueblo a 60 kms de mi casa tan sólo para tomar un café y ver los paisajes. Quiero apoyar a mis hijos, o visitarlos, sin tener que pedir un día de vacaciones (parece que ésto sí voy a poder hacerlo). Quiero sacar el abono de la temporada del Teatro Calderón y no estar pendiente de la hora de la función porque al día siguiente he de madrugar. Quiero largarme tres o cuatro días a Gasteiz o Donosti y disfrutar de los mejores conciertos del Festival de Jazz. Quiero viajar, desde un día a varios meses, visitar una iglesia o un castillo, vivir en otra ciudad durante un mes, cuidar de mi jardín (como hago ahora cuando puedo). En realidad, quiero tener un plan de acción sin obligarme a tenerlo, que esté en mi ánimo debe bastarme.
Me he incorporado al trabajo, tras una larga ausencia, con la obligación de aprender de nuevo casi todo, pero se me hace cuesta arriba. Es sorprendente lo difícil que resulta ponerse al día… rutinas, reglamentación, trámites… Con todo el respeto por quienes le echan un pulso con vigor al día a día, con quienes van a trabajar duro hasta el último día de sus carreras profesionales, no va a costarme mucho afrontar el cambio. O eso espero.
Por desgracia para Vdes., quizás esté más presente aquí, en esta Tribuna, cada viernes. Nos vamos viendo.
Lo más visto
Violenta pelea en la calle Carmelo: dos detenidos y una oreja arrancada a mordiscos
Varias asociaciones vecinales de Valladolid rechazan el proyecto que plantea ADIF en el apeadero
El Puente Mayor de Valladolid: una leyenda entre piedra, amor y traición
Nueva caída de un arco de iluminación navideña en la calle de San Martín
Australia destrona a España y conquista el Campeonato Mundial de Pinchos y Tapas 'Ciudad de Valladolid'
Últimas noticias
La explotación del hombre por los partidos políticos
Así es la tapa ganadora del XXI Concurso Nacional de Tapas: un viaje entre México y Castilla
Alejandro San José: "Nos gustaría buscar un local más grande para dar cabida a más gente"
Ciento veintitantos y bajando
Así se vive con la diabetes en Valladolid: "Es una forma de vida que requiere comprensión, apoyo y respeto"
0 Comentarios
* Los comentarios sin iniciar sesión estarán a la espera de aprobación
Inicia sesión o registrate para comentar








