Black Friday: el timo más tentador del año ¡y bendito sea!

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Black Friday: el timo más tentador del año ¡y bendito sea!
Black Friday.
El autor esMiguel Ángel Fernández.
Miguel Ángel Fernández.
Lectura estimada: 2 min.

Hay dos tipos de personas en noviembre: las que juran que el Black Friday es un invento del capitalismo para vaciarnos la cuenta, y las que dicen eso mismo... mientras añaden al carrito esas botas que llevan meses "solo mirando". Y seamos sinceros: probablemente tú y yo estamos en el segundo grupo.

Cada año, cuando llegan las 'ofertas negras' (que de negras no tienen nada, porque el brillo de las pantallas te deja ciego), vuelve la misma discusión: que si los precios están inflados, que si las marcas hacen trampas, que si es un timo global. Y puede que sí, puede que todo eso sea cierto. Pero también es verdad que el Black Friday se ha convertido en el pistoletazo de salida no oficial de la Navidad: ese momento glorioso en que las tarjetas tiemblan, los carritos digitales se llenan y nosotros nos convencemos de que "estamos ahorrando".

Porque no nos engañemos: no hay nada como la emoción de cazar el descuento perfecto. Ese abrigo que viste en septiembre y que ahora está un 30% más barato (aunque, casualmente, también lo subieron un 30% antes). O ese bolso que "no necesitas, pero te mereces". El Black Friday es, en el fondo, un ritual moderno: una mezcla de adrenalina, autoengaño y satisfacción instantánea. Y oye, si vamos a dejarnos llevar por el consumo, que al menos sea con estilo.

Además, en el mundo de la moda, el Black Friday tiene algo casi terapéutico. Es ese momento en el que justificas renovar fondo de armario con frases como "es una inversión", "me lo merezco" o "para algo trabajo". Y sí, probablemente podrías vivir sin otro abrigo camel o sin esos sneakers edición limitada... pero, ¿por qué querrías hacerlo?

Que sea un timo o no, el Black Friday es la excusa perfecta para empezar con las compras navideñas, adelantar regalos y regalarte algo a ti mismo. Porque antes de pensar en Papá Noel o los Reyes, todos sabemos que el primer regalo importante es el que uno se hace. Y no hay nada más festivo que esa sensación de abrir un paquete que tú mismo pediste, pero finges no recordar.

Así que sí, puede que el Black Friday sea una trampa bien diseñada. Puede que los descuentos sean más marketing que milagro. Pero si la moda también trata de disfrutar, de jugar y de sentirse bien, ¿por qué no hacerlo con un poco de glitter, una bolsa en la mano y el corazón contento? Al final, como todo en la vida, se trata de equilibrio: gastar con cabeza, pero sin perder la chispa.

Y si la tarjeta tiembla... bueno, que tiemble con glamour.

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