El torero de Salteras meció al natural a un bravo toro de Victorino en Santander

Y es que el veterano torero sevillano guarda aún en su almario la forma templada de parar, templar y mandar con la mano zurda a un toro

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El torero de Salteras meció al natural a un bravo toro de Victorino en Santander
El torero de Salteras, en Santander. Afición Taurina de Valladolid.
El autor esJesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 3 min.
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Y en consecuencia fue premiado con las dos orejas de "vengativo", un toro de Victorino bravo y encastado, con clase, seriedad y excelentemente presentado de 496 kg de peso, porque en este toro Manuel Jesús el Cid fue campeador de la tarde, pues le funcionó hasta la tizona. Y es que el veterano torero sevillano guarda aún en su almario la forma templada de parar, templar y mandar con la mano zurda a un toro, tal y como ha sucedido esta tarde en Santander. Una tarde emotiva, sincera, luminosa, bella, encantadora y fiel donde se sucedieron las series al natural de este torero pleno de plasticidad, dominio y a la vez hermosura.

Cierto es que "vengativo" acudía al cite con alegría, arrastrando el hocico por la arena y acabando el torero con un desplante final tirando los trastos y quedándose en la cara del toro entre la aclamación del público. Algunos espectadores llegaron a pedir el indulto de este toro, que pasó sin pena ni gloria por la suerte de varas y con tercio de banderillas mejorable en todos los sentidos por lo que no podía salir ni por asomo el pañuelo naranja. Pero, amigo, llegó la hora de la faena de muleta y aquello fue el acabóse. Los olés sonaban estruendosos en cada parte del ciclo, pues se estaba viendo, sin ninguna duda, la mejor faena de la feria hasta la fecha, supliendo a la del día anterior de su compañero Talavante. El Cid en su madurez completó la verdad del toreo, se emocionó entre barreras y dio una aclamada vuelta al ruedo con las dos orejas ganadas a ley y grandeza de diestro torero, que le permitieron abrir con solvencia y calidad los goznes de la puerta grande del coso de Cuatrocaminos.

El palco, presidido en esta ocasión por Jesús Javier Plaza, exhibió el pañuelo azul para premiar la bravura de este ejemplar de Victorino y el tiro de percherones recorrió el albero arrastrando al gran toro entre aplausos y reconocimiento de todos.

Todo lo demás ya quedó supeditado a esta gran faena relatada, porque de los tres primeros de la tarde "veneciano"; "hebreo" y "milhebras", bajos de fuerza y empuje había pasado el tiempo casi, casi entre bostezos, bien porque los toros no respondían a los cites de sus lidiadores, bien porque los toreros no veían claro la forma de ligar y mandar en las embestidas. Y así el Cid en su primero recibió una ovación con saludos desde el tercio, por mostrar su oficio con el derrengado "veneciano". Roca Rey frente a "hebreo" en unos lances comprobando la fijeza del animal con el capote de brega, se cayó delante de la cara del toro al tropezar en el suelo con alguna irregularidad y cuando lo vio caído, el toro se fue para el diestro peruano como una exhalación, aunque salió del trance sin consecuencias. Su larga faena recibió dos avisos, pinchando reiteradamente hasta lograr una media que acabó con el toro, recibiendo el silencio.

Y Jarocho, el joven torero burgalés, que ha entrado hace pocos meses en el escalafón de los diestros toreros, lo intentó con otro desrazado "milhebras" que brindó a Alipio Pérez y cuya faena de muleta, sacando al burel por bajo, solo tuvo nota en un par de naturales. De estocada entera acabó con el ejemplar de victorino y el público premió con aplausos a Jarocho.

Luego en la segunda parte de la corrida llegó lo más interesante. La espectacular faena de El Cid, campeador en Santander el día de Santiago, patrón de España, los pitos a Roca Rey por su mala forma de matar con estocada tendida y el recado del aviso, pese a que consintió y lo intentó frente a este "cobrador" que en esta ocasión parecía del frac, no ya por el pelaje negro de su piel, sino por lo exigente y pesado de su anatomía.

Como pesado fue el que cerró plaza y corrida, otro "milhebras" de más de 600 kilos de peso, cuajado, grande, ante el que Jarocho estuvo con entrega , firmeza y asiento. Cuando despachó al toro con una estocada baja fue premiado y ovacionado con la vuelta al ruedo.

En resumen, la corrida de la vuelta de los toros de Victorinos a Santander después de muchos años ausente de su feria, no ha sido un dechado de virtudes, salvo uno de los toros, lidiado por el Cid, en una faena que nunca olvidaremos pues es de las que dejan poso y marca en la memoria.

 

Más Info.

FICHA DE LA CORRIDA:

Plaza de toros de Santander. Séptima corrida de la Feria de Santiago, LLeno y cartel de 'No hay billetes'. La Banda municipal de música interpretó el Himno de España antes de romperse el paseíllo.

Seis toros de Victorino Martín, tres de ellos faltos de fuerza y desrazados, uno bravo y encastado premiado merecidamente con el pañuelo azul y dos nobles, todos ellos bien presentados para

Manuel Jesús el Cid, ovación y dos orejas.

Roca Rey, silencio tras dos avisos y pitos tras aviso. Y Jarocho, Ovación y vuelta al ruedo.

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