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Secundino y las 1.300 bolsas de sangre que ha recibido para sobrevivir: "Me dieron por muerto con seis años"
El vallisoletano da una lección de vida, en una entrevista concedida a TRIBUNA, de cómo superar, poco a poco, las dificultades con una sonrisa
Secundino Sacristán camina por la Plaza Circular con una sonrisa, y el sol... como protagonista. Lo hace con su inseparable Isabel, que le ha acompañado en cada paso que ha tenido que dar en la vida, en la que, desde bien pequeño y con tan solo 6 años, le dieron por muerto. Le diagnosticaron, en concreto, talasemia mayor, una enfermedad congénita "que no permite producir glóbulos rojos" como lo puede hacer, habitualmente, cualquier otra persona.
Y es que Secundido no solo ha sobrevivido, sino que ha trabajado, ha amado como nunca y, a día de hoy, sigue luchando contra la enfermedad, a la que mira a los ojos, de tú a tú, gracias a las más de 1.300 bolsas de sangre que ha recibido. "Sin transfusiones, hubiese muerto. Así de claro", explica con sinceridad un Secundino que no se cansa de contar su historia, que sirve como ejemplo no solo a afectados, sino también a aquellas personas con enfermedades similares.
El también presidente de la Asociación por la lucha contra la Hemoglobinopatías y Talasemias (ALHETA) asegura que en Castilla y León hay alrededor de 4.500 portadores asintomáticos que pueden transmitir, sin saberlo, el gen a sus hijos, como le pasó al pobre Secundino. "Desde bien pequeño estaba muy débil, ni crecía, estaba amarillo...", añade el vallisoletano que ha lidiado con muchos obstáculos marcados siempre por las transfusiones.
Aun así, no es oro todo lo que reluce. Recibir tanta sangre a lo largo de su vida le ha permitido sobrevivir, pero el exceso de hierro le ha jugado una mala pasada en más de una ocasión. Toma más de 20 pastillas a diario y de su rutina, desgraciadamente, forman parte la hematología, cardiología, neurología, endocrino, medicina interna, oftalmología y neumología. A estas áreas se suma que, cada 15 o 21 días, tiene que recibir, al menos, dos bolsas de sangre.
De hecho, celebra que lleva un lustro sin ingresar en ningún centro hospitalario, lo cual califica de "buena racha" porque "ha pasado más tiempo en hospitales que en casa". Es más, se contagió de 'hepatitis C' al recibir tantas bolsas cuando sus órganos apenas estaban desarrollados. De ello no se olvida porque su hígado quedó muy tocado, inconveniente que no le ha impedido formar una familia, montar una zapatería, estudiar electrónica y adentrarse en el mundo quiosquero. "No era mi pasión, pero yo quería trabajar, ser útil. Al final tuve que dejarlo porque el cuerpo no daba para más", admite una persona que es consciente, y más él, que "donar sangre salva vidas".
Por esa razón, anima a los ciudadanos a que lo hagan. De hecho, cuando se acerca el momento de las transfusiones, le cuesta dormir, apenas puede moverse, y el cansancio se apodera de su cuerpo... Es decir, una transfusión supone para Secundino "volver a tener ganas de hacer cosas". "Aunque nunca llegamos a estar bien del todo: vivimos con ocho o nueve gramos de hemoglobina, cuando lo normal es más de diez. Pero seguimos adelante", añade.
Y no solo es eso, sino que Secundino es voluntario de la Hermandad de Donantes de Sangre y, además, imparte charlas en colegios e institutos bajo, siempre, el 'paraguas' de "yo estoy aquí porque alguien, en algún sitio, decidió donar". A ellos, en concreto, les debe un eterno agradecimiento y el milagro de poder decir alto y claro que, con 60 años, está en la flor de la vida.
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