A principios de este mes saltaba una noticia en todos los medios: Un pediatra sancionado por atender a un paciente fuera del horario laboral. Como todo, se hace un eco tan grande, que inunda las redes sociales con comentarios variopintos. Si buscamos la raíz del problema y sacamos lo positivo de todo esto, quizás sea más fácil mejorar el sistema sanitario.

La conclusión más certera de la noticia que se puede extraer leyendo en muchos medios es la siguiente: un pediatra de cuidados paliativos del servicio de salud del País Vasco (Osakidetza), ha atendido a una niña en estado terminal fuera del horario laboral predeterminado. Por su parte, el Hospital de Cruces de Barakaldo le ha advertido de que no puede utilizar los recursos del hospital fuera de su jornada.

El pediatra J.S.E. expuso la situación explicando la impotencia que le sugiere el aviso, dado que no hay cobertura fuera del horario rutinario para los casos que lo precisen. Por otra parte, desde Osakidetza aseguran que no se ha sancionado al pediatra a pesar de los titulares extensos de prensa, faltaría más. El pediatra no ha querido dar más explicaciones, lógico tras el revuelo que ha supuesto. Sin embargo, ha destapado una carencia de los servicios sanitarios en estos tiempos que hablamos de humanizar.

¿Qué es humanizar para los gestores? Que las reseñas y las encuestas de satisfacción sean positivas. Independientemente de que el servicio sea bueno. Humanizar no puede ser una palabra que se lanza al aire sin acciones. Por desgracia, tiene un coste alto, precisa aumentar personal, formarles y de rediseñar el sistema sanitario. Según la RAE, humanizar es "hacer humano, familiar y afable a alguien o algo", pero hablamos de humanizar en un mundo en el que las paredes de los centros sanitarios son blancas o amarillas con la misma greca impresa en el pladur, donde hay ruido continuo, donde los pacientes no pueden descansar porque se interrumpe el sueño nocturno para actividades completamente prescindibles, etc.

Sin embargo, humanizar la asistencia del paciente sería más bien explicarles las cosas con claridad, mostrarnos cercanos (el trato de superioridad debería haber quedado en los noventa afincado), escucharles, respetar sus decisiones, ayudar a la familia a entender tanto la situación orgánica como la psicológica, mostrarles las diferentes opciones, mejorar su confort y un largo etcétera que podría extenderse páginas.

Desde hace tiempo, se sabe que el paciente y su familia refieren mejores valoraciones si se les lleva al hospital. ¿Para qué? Aunque sea, para nada. Se ha vendido la imagen de un sistema centrado en cuatro paredes donde lo demás no sirve. La Atención Familiar y Comunitaria está desprestigiada por los propios profesionales de los hospitales, los servicios de emergencias se consideran el teletaxi para ir al hospital, ... No se le ofrece al paciente una visión integral del sistema, no se le exponen más realidades alternativas.

Los pacientes suelen llamar al 112 esperando una ambulancia. Cuando se presenta una enfermera y un médico de atención primaria, llega una sorpresa que descuadra todo, no conciben que se pueda hacer una asistencia allí y evitar una sobrecarga en las urgencias hospitalarias innecesaria. Entonces, ¿cómo se va a entender la teleasistencia sanitaria? En Andalucía y Castilla-La Mancha funcionan desde hace años unas líneas de teléfono donde resuelven consultas. Por otro lado, en Madrid están las Unidades de Atención Domiciliaria, un coche donde un técnico de emergencias va acompañado de un médico o una enfermera, pudiendo resolver in situ situaciones no vitales.

Y es que estos dos formatos son, a mi juicio, el modelo a seguir si queremos mejorar. Promocionar la llamada Hospitalización Domiciliaria (que tanto se habla y poco se practica) en aras de humanizar el sistema sanitario. Que el paciente se sienta apoyado 24h. Esto choca al principio para quienes solo conciben acudir a un hospital. Sin embargo, a lago plazo los pacientes crónicos se sienten mucho mejor estando en su ambiente.

A fin de cuentas, esto es lo que hizo el pediatra vasco con su paciente, promocionar un bienestar de una niña. Habría sido más cómodo que los padres se fueran al hospital. Por el contrario, la experiencia vivida por la familia y la paciente, son infinitamente mejores si ella puede encontrarse en casa, si puede estar acompañada y, en definitiva, si puede sentirse ubicada en esos momentos. Y sí, solamente es dotar los recursos, justo lo que no se ha hecho.