El socorrismo en Castilla y León se ahoga entre la precariedad, la falta de efectivos y una normativa desfasada

El presidente de la FECLESS advierte que su actividad está infravalorada y alerta de que la regulación de 1992 necesita una actualización urgente

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El socorrismo en Castilla y León se ahoga entre la precariedad, la falta de efectivos y una normativa desfasada
Imágenes de formación para socorristas. Fotos: FECLESS
El autor esRebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
Lectura estimada: 4 min.

Con la llegada del calor y el inminente arranque de la temporada de piscinas, la figura del socorrista vuelve a situarse en primera línea de la seguridad estival. Sin embargo, tras la imagen del vigilante atento desde su silla elevada se esconde una realidad compleja: una formación exigente, condiciones laborales mejorables y una regulación que, en muchos aspectos, ha quedado anclada en el pasado.

Alberto Retuerto Marqués, presidente de la Federación de Salvamento y Socorrismo de Castilla y León, conoce bien estas luces y sombras, tal y como ha relatado a TRIBUNA Valladolid. Desde su responsabilidad al frente de FECLESS, impulsa la formación de nuevos profesionales mientras que muestra su preocupación por las carencias del sistema actual.

Formación poco regulada

El camino para ser socorrista comienza joven. "Una persona puede realizar el curso desde los 15 años, aunque para trabajar debe tener al menos 16", explica Retuerto. Esta formación incluye conocimientos en técnicas de rescate acuático, reanimación cardiopulmonar (RCP), uso de desfibriladores (DESA) y primeros auxilios. Además, se exige superar pruebas físicas que simulan situaciones reales. "No exigimos nivel olímpico, pero sí un dominio sólido del medio acuático", señala.

En Castilla y León, la normativa que rige la figura del socorrista data de 1992, lo que deja muchas cuestiones sin concretar. "El decreto exige que el socorrista sea 'experto', pero no detalla ni las horas de formación ni quién puede certificarla", denuncia. En este vacío legal han proliferado cursos de baja calidad. "Nosotros ofrecemos programas de 80 a 150 horas presenciales, pero hay empresas que entregan diplomas tras apenas 20 o 30 horas".

Aunque existen títulos oficiales como el Certificado de Profesionalidad o los ciclos TSEAS, Retuerto advierte de la confusión creciente. "Hay un auténtico batiburrillo de formaciones que perjudica la imagen del socorrista y pone en riesgo a los usuarios", advierte.

Un déficit que se agrava

El presidente de la federación es tajante al hablar del mercado laboral: "Sí, hay déficit de socorristas. Y cada año va a más". En Castilla y León, FECLESS ha formado a casi 500 profesionales, de los cuales unos 180 en Valladolid. Pero no todos se quedan: muchos se marchan a la costa, donde la demanda es mayor y los sueldos, aunque también bajos, son algo mejores.

El perfil habitual del socorrista es el de un estudiante que busca ingresos en verano. Pero cada vez menos jóvenes se sienten atraídos por un trabajo que exige alta responsabilidad, presencia constante y escasa recompensa. "Seguimos siendo un trabajo mal pagado. Hay quien cree que estamos 'sentados vigilando', pero cuando pasa algo, somos los primeros en actuar", remarca Retuerto.

Las condiciones laborales tampoco ayudan. Jornadas de 40 horas semanales, contratos temporales y ausencia de descansos efectivos son la norma. A menudo, las instalaciones no ofrecen ni sombra, ni rotaciones, ni equipamiento actualizado. "Estamos en 2025 y la normativa que nos rige es de 1992. Muchos socorristas que trabajarán este verano ni siquiera habían nacido entonces", subraya.

Normas viejas para riesgos nuevos

El Decreto 177/1992 establece que toda piscina de uso público debe contar al menos con un socorrista, y se añaden más según la superficie y el diseño de los vasos. Pero el texto, con más de tres décadas, no contempla ni zonas de baño naturales ni herramientas esenciales como los DESA.

"La normativa no está a la altura de los tiempos. No incluye reciclajes obligatorios, ni criterios claros sobre titulaciones. Se puede tener un diploma de hace 20 años y seguir trabajando sin haber actualizado conocimientos", alerta Retuerto. Y lo que es peor: "Cada comunidad autónoma tiene su propio criterio. Te formas en Castilla y León y quizás no puedes trabajar en Galicia o Andalucía".

Desde FECLESS, piden una reforma integral: contenidos mínimos, reciclajes obligatorios, registro centralizado y, sobre todo, una normativa nacional única. "Tenemos que acabar con este caos normativo. Lo que pedimos es claro: que todos tengamos lo mismo y hagamos lo mismo", sentencia.

Prevenir antes que lamentar

Más allá de la vigilancia directa, Retuerto insiste en que la seguridad empieza mucho antes, con la prevención. "España registra una media de 500 ahogamientos al año. Castilla y León, a día de hoy, ya lleva 13 en lo que va de año. Y somos la comunidad de interior con más casos".

Frente a estas cifras, la federación impulsa protocolos de vigilancia estrictos y formación continuada. Pero lamentan la escasa implicación institucional en la concienciación pública. "¿Por qué no hay campañas como las de la DGT, pero sobre ahogamientos?", se pregunta.

FECLESS organiza charlas en colegios y escuelas deportivas, y trata de aparecer en medios locales al inicio del verano. Pero el alcance es limitado. "Colocar simples carteles con consejos en zonas de baño -incluso en las no autorizadas- podría salvar vidas. No cuesta tanto, y a alguien le puede despertar la conciencia".

Detrás de la silla, un profesional

El papel del socorrista es mucho más que observar desde lo alto. Requiere concentración continua, entrenamiento físico, dominio técnico y una enorme capacidad de reacción. Y, sin embargo, todavía no se le reconoce como una verdadera profesión. "En otros países europeos, el socorrista es una figura respetada. Aquí, todavía se le ve como un trabajo de verano", lamenta Retuerto.

Con la temporada estival a punto de arrancar -las piscinas públicas de Valladolid abrirán del 13 de junio al 1 de septiembre-, muchos usuarios se lanzarán a las piscinas sin pensar en quién vela por su seguridad. Pero tras esa figura discreta hay una red de formación, protocolos y compromiso que no siempre recibe la atención que merece. "Si no pasa nada en verano, perfecto. Pero si ocurre, ahí estamos para resolverlo", concluye el presidente de la federación.

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