Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate...

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Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate...
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Foto: EFE)
El autor esPedro Santa Brígida
Pedro Santa Brígida
Lectura estimada: 3 min.

Tengo la buena costumbre –según se mire– de leer prensa todos los días desde hace ni se sabe. En estas últimas fechas se habla, entre otros montones de asuntos, del serial de 'wasaps' que afecta a Pedro Sánchez, de Trump, Putin o Ancelotti, de la paternidad de Óscar Puente, de Eurovisión, del bochornoso uso de los  coches oficiales en las Cortes de Castilla y León, de las ¿desconocidas? causas del apagón de Red Eléctrica o del fallecimiento del expresidente de Uruguay, el singular José Mujica.

Todas estas noticias y protagonistas merecerían esta semana un comentario por mi parte, pero hay una información que me ha hecho sonreír, por una parte, y meditar seriamente, por otra: El Gobierno ha duplicado el gasto en maquillaje del presidente del Gobierno y sus ministros. En total 120.000 euros en cuatro años, que supongo han ido a parar a las empresas o autónomos encargados de poner guapos a nuestros dirigentes.

Ahora entiendo esa belleza que irradian en sus comparecencias ante los medios de comunicación o en su multitud de eventos Sánchez, Montero, Díaz, Alegría y demás, incluso Bolaños. Siempre estupendos, con un color ideal, sin brillos… En verano y en invierno. Hay que cuidar la imagen exterior, sí señor. Un adecuado vestuario y un buen maquillaje hacen milagros. A los hechos me remito.

Este mundo en el que vivimos, donde la apariencia resulta fundamental, repleto de poses ante las cámaras, de influencers, en el que es más importante el continente que el contenido, con la imagen nublando la palabra, con la razón y la historia al servicio del poder establecido, la ciudadanía traga con casi todo. Bastante tiene el personal con salir adelante con sus propias historias y vender sus particulares humos.

Ahora entiendo la transformación, a veces mutación, que reflejan algunas ministras y ministros del Ejecutivo. Sólo hay que observar con detenimiento las fotografías de pocos años atrás y las de la actualidad. Además de que ahora, en general, manejan mejores salarios y condiciones laborales, se detecta que cuentan entre su legión de asesores con expertos en imagen. Es una de las ventajas de pisar La Moncloa con asiduidad en los tiempos que corren.

El mundo evoluciona y los hábitos sociales también, por fortuna. Recuerdo que cuando empecé a trabajar en televisión al inicio de los noventa, los diputados y senadores de los principales partidos de Castilla y León tenían la posibilidad de acudir a algún taller de formación en materia de vestuario, maquillaje, lenguaje audiovisual, etc. Los canales privados y autonómicos todavía estaban en pañales a nivel nacional. Ocurría que algunos políticos varones se negaban a maquillarse a la hora de entrar en un plató de televisión. No era de hombres…

Los integrantes del Consejo de Ministros gastan al año 30.000 euros en maquillaje, que un 'Pepito Grillo' podría decir que es una cantidad exagerada.

"Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate, un espejo de cristal y mírame y mírame",  cantaba Ana Torroja al son de los hermanos Cano allá por los años ochenta. El generoso maquillaje gubernamental estaría genial aderezado con un pelín más de gestión, digo. Así ningún juntaletras como el que suscribe se enredaría en este tipo de cuestiones menores. O sí.

Mi adicción a repasar a diario algunos periódicos comenzó en el colegio y me dice el médico de confianza que ya no hay solución... Y como pienso seguir leyendo la prensa, ante este tipo de noticias no me queda más remedio que recurrir al saber popular: "Aunque la mona se vista de seda…".

 


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