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La vertiente más golosa de la Semana Santa de Valladolid
Torrijas, hojuelas o penitentes son algunos de los dulces más típicos de la provincia durante estas fechas
Cuando la Semana Santa llega a Valladolid, no solo lo hace entre el sonido solemne de los tambores y el paso firme de las cofradías. En cada rincón de la ciudad, los escaparates de pastelerías y panaderías se llenan de sabores que evocan tradición y memoria. Las torrijas, las hojuelas, los huesillos o los penitentes se convierten en protagonistas de una celebración que también se vive a través del paladar. Porque la Semana Santa no solo se contempla, también se saborea.
Rafael Mesonero es el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Confitería de Valladolid, un organismo creado en 1976 para la defensa, promoción y representación del sector de la confitería artesanal e industria. También es el dueño y encargado, junto a su hermano Ángel, de la Confitería Vitín, donde ha atendido a TRIBUNA para hablar sobre el lado más sabroso de esta celebración.
Rafael tiene claro cuál es el dulce más vendido en estas fechas: la torrija. Vende unas 1.500 solo durante esta semana. "Sin duda el dulce que más vendemos en Semana Santa son las torrijas de miel", añadió, asegurando que los ingredientes y el modo de preparación ya no se concibe de la misma manera que se hacía años atrás: "El tópico de que las torrijas se hacen con el pan que nos sobra ya ha quedado muy lejos. Nosotros aquí realizamos un brioche casero, las metemos en leche, las pasamos por huevo y las freímos. Una vez están fritas, les pasamos miel, canela y azúcar por encima".
A pesar de que la receta base ya triunfa, Rafael decidió experimentar y crear la torrija de crema tostada. "El proceso hasta que están fritas es el mismo, pero en este caso se le añade la crema por encima con un toque de azúcar", explicó, recalcando uno de los pasos más importantes en este proceso: "Para darle un mejor sabor al azúcar, le pasamos una plancha caliente por encima durante un segundo".
Otro de los dulces más representativos de la Semana Santa vallisoletana es el penitente, una creación pastelera que rinde homenaje a la figura del cofrade. Elaborado con una base de bizcocho jugoso, recubierto de chocolate y con una característica forma cónica que imita el capirote, este dulce une tradición y originalidad.
Desde el año 2012, en Confitería Vitín y en otras muchas de la ciudad, está a la venta. "Es un petisú que enfunda una especie de traje de cofrade hecho de chocolate y chantillí (nata y crema). Creíamos que no había que estancarse en el pasado y decidimos crear este postre", aseguró Rafael. Más allá de su sabor, el penitente se ha convertido en un símbolo gastronómico de la devoción y el arte que definen estas fechas en la ciudad.
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