Emilio de Justo triunfa en la última jornada de la feria de San Pedro Regalado

La capacidad y entrega han tapado las carencias de un animal rajado y que salía con la cara a su aire del muletazo

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Emilio de Justo triunfa en la última jornada de la feria de San Pedro Regalado
REPORTAJE GRÁFICO. José FERMÍN Rodríguez
Jesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 3 min.
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Emilio de Justo abrió merecidamente la puerta grande de la plaza de Valladolid en una tarde donde su concepto torero, decisión, entrega y casta para superar la dificultad le mostraron el camino del éxito. Desorejó a sus dos enemigos cortando un total de tres orejas que debieron ser cuatro pues el de Torrejoncillo estuvo fenomenal ante su primero, un 'candil' que le permitió alumbrar una gran faena hasta que el animal se rajó ante el poderío del diestro. Una estocada entera desató la locura en los tendidos, tremolando pañuelos y solicitando el premio de las dos orejas. Sin embargo, en este caso no le fue concedida la segunda por el Presidente Manuel González que se mantuvo reacio sin sacar el segundo pañuelo. Dos vueltas al ruedo dio el diestro de Torrejoncillo visiblemente contrariado, arrojando despectivamente la oreja tras recibirla del alguacilillo.

La verdad que los lances de recibo a este 'candil' que brindó a Fernando Fernández Román encandilaron al público que siguió toda la faena con olés de estruendo y gritos al final de ¡torero, torero! por parte del respetable. Muy poderoso con ambas manos ante el ejemplar de Garcigrande le despachó con una estocada entera, tal vez un pelín tendida, pero que no obstante no fue óbice para mostrar con el torero esa cicatería desde el palco.

Y si esto estuvo mal, ante su segundo el 'garrochista', quinto de la tarde lo recibió decidido y encorajinado a porta gayola. El aplauso fue estruendoso y acto seguido le puso dos veces al caballo, empujando el toro con los riñones. En su faena brindada al público le sometió por bajo con estilo poderoso, cambiándole el terreno y tras un grito salido del tendido que dijo: ¡Viva el toro vega! coreado por los espectadores, De Justo estuvo en todo momento con poder y mando sometiendo al burel y recrudeciéndose los gritos por todo el tendido de «¡torero, torero!» al lograr una estocada entera que tiró por tierra al de Garcigrande. En esta ocasión la mano presidencial fue rápida para sacar por dos veces el pañuelo blanco, tal vez pensando en cierta injusticia cometida al no haber premiado al diestro por su lidia ante el segundo de la tarde.

Abrió plaza Morante de la Puebla, un mito en horas bajas sin duda ninguna. Queriendo pero sin poder, sin completar y sin redondear la faena ante un ejemplar de Domingo Hernández, el más grande aparentemente del encierro, al que pinchó varias veces y descabelló otras tantas. Se silenció su labor.

Frente al cuarto de la tarde un 'clérigo' terciado y escurrido de carne y edad intentó dominarlo pues iba largo en el centro del ruedo. El diestro sevillano estuvo solvente y ofreció en su faena un kikiriquí de gracia y hermosura. Tan solo acarició levemente a la res a la que despachó de una estocada entera y recibió una oreja con petición más que escasa del público.

Morante pintó un cuadro a medias en Valladolid, sin acabar, solo un esbozo muy ligero, de tal forma que el óleo se quedó en acuarela medio aguada y al seguidor con la miel en los labios.

Roca Rey, el tercero de la terna, no tuvo su lote en los de Garcigrande, ante el terciado 'sublime', flojo, sin fuerza, cayéndose cuando le bajaba la muleta; le recetó una entera y silencio en la sala. En el sexto, el mejor toro aparentemente, se descoordinó de un golpetazo con lo que los berrendos, cabestros, del Cholo saltaron al ruedo de la plaza para recoger al animal al que echó para atrás el palco con el pañuelo verde enviándole al corral tras ser pareado con las banderillas. Visiblemente contrariado el peruano pues el castaño devuelto tenía hechuras y manera de embestir de bravo, tuvo que apechar con el 'arrogante' sobrero engatillado de cuerna y bronco como él solo.

Roca Rey estuvo muy poderoso, sometiendo al ejemplar duro y con cierto peligro de Garcigrande, pero su faena plena de dominio y sometimiento no fue suficiente con lo que hubo de conformarse con la ovación del tendido al terminar de estocada con él.

En resumen, una Feria de San Pedro Regalado entretenida y con alicientes donde Emilio de Justo mostró la magnífica forma en que se encuentra en estos momentos de la temporada, Morante vino a Valladolid a fumarse un puro y Andrés Roca Rey bailó con la más fea.

Más Info.

FICHA DE LA CORRIDA:

Valladolid. Corrida de la Feria de San Pedro Regalado. Lleno.

Seis toros de Garcigrande, deslucidos, terciados tres de ellos, pitados en el arrastre 1º y 3º, aplaudido el 5º y uno devuelto sustituido por el sobrero «arrogante» de la misma ganadería, duro y bronco para

Morante de la Puebla, silencio y oreja.

Emilio de Justo, oreja y dos vueltas al ruedo y dos orejas.

Roca Rey, silencio y aplausos.

REPORTAJE GRÁFICO. José FERMÍN Rodríguez

2 Comentarios

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usuario anonimo 5/14/2024 - 1:03:36 AM
Disfrutar asesinando animales aterrados propio de un tipo de caracter retrógrado y medieval incapaz de empatizar con el sufrimiento. Que pena
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usuario anonimo 5/13/2024 - 12:47:23 PM
Enhorabuena por contarlo así. Lo necesitaba Valladolid. Gracias. LUIS
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Más Info.

FICHA DE LA CORRIDA:

Valladolid. Corrida de la Feria de San Pedro Regalado. Lleno.

Seis toros de Garcigrande, deslucidos, terciados tres de ellos, pitados en el arrastre 1º y 3º, aplaudido el 5º y uno devuelto sustituido por el sobrero «arrogante» de la misma ganadería, duro y bronco para

Morante de la Puebla, silencio y oreja.

Emilio de Justo, oreja y dos vueltas al ruedo y dos orejas.

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