A pesar de todas las dificultades y obstáculos que se ha encontrado por el camino, no ha tirado la toalla y ha conseguido cumplir el sueño de ejercer como maestra en la ONCE
La joven con discapacidad que rehízo su vida en Valladolid tras perder a varios familiares en un accidente
A pesar de todas las dificultades y obstáculos que se ha encontrado por el camino, no ha tirado la toalla y ha conseguido cumplir el sueño de ejercer como maestra en la ONCE
En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se celebra cada 3 de diciembre, Ana Campo (Zamora, 1980) comparte una historia personal marcada por la vocación docente, el esfuerzo y la determinación que no ha cedido ante ningún obstáculo que se ha encontrado por el camino. Campo convive con una discapacidad física de nacimiento y una discapacidad visual adquirida, pero afirma que "nada" le ha frenado para cumplir su objetivo: enseñar de manera didáctica a unos alumnos en cuestión.
Su trayectoria, además, incluye, desgraciadamente, un fuerte golpe que le dio la vida. Perdió hace ocho años a sus dos padres y a su abuela en un accidente de tráfico cuando se dirigían a una residencia en Zamora. Todos fallecieron en el acto. Ana, que se preparaba por entonces para acceder a la plaza fija en la ONCE, todo un sueño hecho realidad, reconoce que aquel suceso la obligó a recomponerse desde cero con el apoyo de sus hermanos. Aun así, no dejó que el dolor la frenara y logró ese mismo año el puesto que tanto había buscado.
Su admirada y encomiable labor
"La ONCE es el lugar de adaptación de material y de trabajo", explica en declaraciones a TRIBUNA. Desde allí, los docentes itinerantes como ella recorren los colegios públicos "donde hay alumnos con discapacidad visual" a los que apoya. "Estamos dentro del aula con el profesor y vamos guiando al alumno", añade. Su labor incluye también sesiones específicas con adultos, sobre todo en vacaciones, en la nueva sede de la entidad ubicada en la Plaza de la India.
Su día a día consiste en acompañar procesos educativos a nivel visual, enseñar braille, trabajar la estimulación visual y ayudar a aplicar adaptaciones que faciliten su autonomía: "Me encanta mi trabajo. Estoy enseñando, que es a lo que me quería dedicar. Lo tuve claro desde bien pequeña".
Una vida marcada por operaciones, rehabilitación y constancia
Campo nació con una parálisis plástica de Little, una enfermedad que provoca debilidad en las extremidades inferiores. Fue operada del tendón de Aquiles en dos ocasiones, aprendió a andar con dos años y pasó por largos periodos de rehabilitación hasta los 21. También fue intervenida de estrabismo en la infancia y, más tarde, tuvo que pasar por una operación láser para evitar un desprendimiento de retina.
El ejercicio -caminar, nadar, y acudir habitualmente al fisioterapeuta- forma parte de su rutina. "He tenido que adaptarme y seguir evolucionando", resume.
Su discapacidad visual cobró, de nuevo, protagonismo a los 31 años. Lleva gafas desde los seis meses, pero la fotofobia y la pérdida de visión la obligaron a pasar por el oculista. Aun así, y contra todo, intentó sacarse el carné de conducir, y descubrió que sus dificultades visuales, y no su movilidad, serían claves. Aquello, afortunadamente, la llevó a afiliarse a la ONCE.

Valladolid, el lugar donde encontró su camino
En 2016 llegó la oportunidad de su vida: una sustitución como maestra en la sede de la ONCE en Valladolid. Tras cubrirla, regresó a Zamora con un puesto fijo en una Biblioteca, puesto que accedió mientras caminaba a apuntarse al paro, pero una nueva llamada de la ONCE -y el apoyo de sus padres- la devolvieron a su verdadera vocación. "Si has estudiado para ser maestra, tienes que trabajar de maestra", le dijeron a la joven Ana.
Pese al accidente trágico, Ana siguió preparándose y en octubre de 2017 logró la plaza fija. "Me da rabia que no pudieran ver lo que he conseguido", confiesa. Aun así, sabe que, como le aseguró quien escribe esta entrevista, ellos lo saben estén, en estos momentos, donde estén.
Mirar hacia delante
Ana observa una mayor sensibilización en la sociedad hacia la discapacidad, aunque cree que queda "mucho camino por recorrer". Pide mejorar la accesibilidad -en Valladolid, "calzadas más planas"- y recuerda que la adaptación no es solo personal, sino social: "La persona con discapacidad se tiene que adaptar no solo a las necesidades que tiene, sino al mundo en el que vive".
Es más, para ella, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad "es un día más", porque la lucha por la inclusión se vive a diario.

Una lección de vida
La historia de Ana es, en sí misma, un ejemplo de superación: una mujer que aprendió a andar dos veces, que atravesó innumerables operaciones, y que perdió a su familia de forma repentina. Aun así, y se emociona cada vez que lo recuerda, siguió hacia adelante hasta cumplir su sueño.
Por esa razón, deja otro mensaje inspirador para todo aquel que piensa en tirar la toalla: "De todo se sale. Hay que buscar un reto, algo que te motive. Uno se tiene que dejar ayudar, asumir las limitaciones y seguir luchando. No podremos correr una maratón, pero sí podemos nadar. Hay que encontrar el camino correcto y, pese a las dificultades, lo hay".
El papel de la ONCE
El jefe de Servicios en la ONCE, Jaime Catena, explica, en declaraciones a este medio cómo han vivido, de la mano también del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), la evolución de Ana en el centro: "La ONCE es una institución encargada de prestar servicios sociales a las personas afiliadas. En el caso de Ana, se trabajó con ella desde que se afilió a la ONCE mejorar la autonomía personal, para poder desplazarse donde quisiera sin depender de nadie. Esto lo hacen los técnicos de rehabilitación que también enseñaroon a Ana a aprovechar su resto visual".
"Además, Ana tiene adaptaciones al puesto de trabajo que proporciona la ONCE y ella usa pantalla más grande y en algunos casos magnificador de pantalla. Al mejorar la autonomía personal y dotar a Ana de los recursos necesarios para llevar una vida plena teniendo discapacidad visual, logramos que Ana tenga un puesto de trabajo que es clave en la integración social de una persona con discapacidad. Ana lleva trabajando 10 años como maestra en la ONCE y es un orgullo contar con ella, ya que además de tener discapacidad visual, Ana tiene dificultad en la movilidad al tener una discapacidad motora", añade.
Catena, por último, se muestra orgulloso de ver a Ana cómo se desplaza por la ciudad y a los diferentes centros educativos "en los que estudian estudiantes con discapacidad" a los que la joven maestra "presta apoyo adatando material, asesorando a los profesores y dando apoyo a las familias". "Es un ejemplo de superación, puesto que todos los días demuestra que con perseverancia y una actitud positiva se derriban barreras. Sus alumnos también ven todos los días el ejemplo de Ana para seguir avanzando", sentencia.

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