Petzold teje un inquietante retrato sobre la pérdida y la identidad en 'Mirrors No. 3'

El director alemán regresa a la Seminci con una película intimista, poblada de silencios, ausencias y fantasmas

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Petzold teje un inquietante retrato sobre la pérdida y la identidad en 'Mirrors No. 3'
El autor esRebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
Lectura estimada: 2 min.

Cuatro actores y una casa de campo bastan al cineasta alemán Christian Petzold para construir en 'Mirrors No. 3' una pieza de cámara concisa y perturbadora sobre la pérdida, la reconstrucción y los fantasmas del pasado. Doce años después de competir en la Sección Oficial de la Seminci con Bárbara, el realizador regresa con una historia que reflexiona sobre la identidad y el duelo a través de un juego de espejos y dobles (doppelgängers).

La protagonista, Laura (Paula Beer), es una estudiante de piano en Berlín que parece vivir desconectada de sí misma. Durante una escapada con su novio y otra pareja, se cruza con Betty (Barbara Auer), una mujer que la observa inmóvil, como si viera un fantasma. Tras un accidente de coche, Laura termina acogida en la casa de Betty, donde intentará recuperar el contacto con la vida después de la tragedia.

Sin embargo, Betty guarda un secreto, y cuando aparecen su marido e hijo, la historia adquiere un aire de misterio y desdoblamiento. A lo largo de menos de hora y media, Petzold construye una atmósfera de extrañeza y melancolía, en la que Laura renace, pero lo hace convertida en otra persona a los ojos de su anfitriona.

Las heridas del pasado impregnan cada plano. Aunque los personajes intentan avanzar, todos son conscientes de que el pasado no puede borrarse. Según explicó el propio Petzold en el estreno en Cannes, dentro de la Quincena de Cineastas, la idea del filme nació durante el rodaje de 'El cielo rojo': "Una joven conoce a una familia devastada que, gracias a ella, vuelve a recomponerse", resumió el director.

En Mirrors No. 3, Petzold vuelve a explorar los vínculos familiares rotos y las emociones contenidas, apostando por una narración sutil y silenciosa, donde lo que no se dice pesa más que las palabras. El resultado es una película breve y envolvente, que confirma al cineasta alemán como un maestro de los fantasmas cotidianos y de las vidas que anhelan ser otras.

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