El espíritu de Iván Zulueta 'envuelve' Seminci: "Ahora lo grabamos todo, pero en esa época no era tan fácil"

Marta Medina y Enrique López Lavigne se estrenan como directores de un proyecto que, según aseguran ambos, va más allá de un simple homenaje

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El espíritu de Iván Zulueta 'envuelve' Seminci: "Ahora lo grabamos todo, pero en esa época no era tan fácil"
Enrique López Lavigne, junto a Marta Medina, en la calle Santiago. Sergio Borja.
El autor esAlejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 3 min.

La película El último arrebato forma parte de la programación de la 70ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). Este fantástico proyecto audiovisual está dirigido por Marta Medina y Enrique López Lavigne. Ambos exploran la figura del cineasta Iván Zulueta y el legado de su obra de culto Arrebato estrenada en 1979. La cinta, que combina materiales inéditos en Super-8 con entrevistas, se ha convertido en uno de los títulos más llamativos de la sección Tiempo de Historia.

Para Marta Medina, periodista y crítica cinematográfica, este filme supone su debut como directora. "Hacía mucho tiempo que no me ponía detrás de las cámaras. Era una oportunidad para no hacerlo sola; quería retomar el contacto con el rodaje", explicó en una entrevista concedida a TRIBUNA. Medina señaló que la película nació de una "investigación de arqueología fílmica, de los Super-8 inéditos" de Zulueta, algunos de los cuales "ni siquiera le muestran a él en pantalla".

"Queríamos ver la Donosti o la Madrid de posguerra a través de su mirada", añadió la periodista, quien reconoce que el proceso fue tan intenso como emocional: "Nos hemos dejado tres años de nuestra vida para rodar, sin casi presupuesto, e invirtiendo mucho de nuestro tiempo libre. Hemos tenido mucha paciencia".

Es más, la cineasta también quiso reflejar su propia vulnerabilidad durante el rodaje: "Se me ve histérica. Todos queremos mostrar una imagen perfecta, pero abogo por la naturalidad. No es malo mostrar nuestras vulnerabilidades". En ese sentido, estableció un paralelismo con el propio Zulueta: "Iván sufría rodando películas; se negó a hacer más durante años porque le daba miedo volver a dar ese paso. Ahora lo grabamos todo, pero en esa época no era tan fácil".

Por su parte, Enrique López Lavigne explicó que la idea surgió de "un encargo", aunque pronto se transformó en un proyecto personal con Medina de la mano. "Disponíamos de la película original gracias al distribuidor que me dio trabajo hace 30 años. Los vídeos familiares de Zulueta estuvieron a punto de perderse, y pensamos que era el momento de rescatarlos", relató.

El también productor de títulos como Verónica o Voy a pasármelo bien admitió que la creación del documental fue compleja: "No quería acabar la película porque sabíamos que íbamos a encontrar el final por el camino. Discutimos mucho, estuvimos tres meses sin hablarnos; nuestra relación se rompió porque cada uno quería acabar la película de una manera distinta. Hubo un arrebato, nunca mejor dicho".

Lejos de ser un simple tributo, López Lavigne insiste en que "no queríamos que fuese una película de ficción ni un homenaje, sino una investigación abierta sobre el misterio de Iván Zulueta". Es más, añade: "Cualquier persona que se dedique al cine es fan de 'Arrebato'. Nosotros queríamos hablar también de los cineastas de la Transición, de esa generación adelantada a su tiempo".

El filme cuenta con las aportaciones de Jaime Chávarri y Eusebio Poncela, entre otros, aunque este último no llegó a verla, desgraciadamente, porque falleció antes de su estreno. "Eusebio no pudo ver la película por un mes. Íbamos a hacerlo juntos en septiembre, coincidiendo con su cumpleaños. Era amigo mío y no le gustaba hablar del pasado, pero accedió a participar en el proyecto por hacerme el favor", confesó López Lavigne.

Por otro lado, ambos directores coinciden en destacar el papel de Seminci como plataforma para este tipo de proyectos. "Seminci tiene la mejor programación de todos los festivales. Ha crecido mucho. Lo notas no solo en los cinéfilos, sino también en los espectadores", subrayó el codirector.

Con El último arrebato, Medina y López Lavigne logran un retrato íntimo y emocional del universo de Iván Zulueta, un viaje cinematográfico en el que, como reconoció la directora, "vemos que algo de nosotros se queda en el rodaje". Esa sensación se mantiene hasta el punto de que ambos ya piensan en su próximo proyecto juntos, pese a que Medina se centrará, si todo va según lo previsto, en su siguiente película, que espera rodar en 2026.

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