Cuando Francisco de Asís recorrió el Camino de Santiago

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Cuando Francisco de Asís recorrió el Camino de Santiago
El autor esSonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Lectura estimada: 8 min.

Existe una arraigada tradición en nuestro país que afirma que San Francisco de Asís llegó hasta aquí desde la península itálica a principios del siglo XIII, para recorrer el Camino de Santiago y venerar el sepulcro del apóstol, realizando numerosas fundaciones en diversos lugares comprendidos en su ruta. Aunque la creencia no se sustenta en fuentes documentales coetáneas incontestables, ha pasado de generación en generación hasta hoy.

Se suele situar su periplo después de la Pascua de 1213, momento en que se efectúa la donación del Monte Alverna, donde se dice recibió los estigmas, y antes de noviembre de 1215, cuando asistió en Roma al IV Concilio de Letrán, convocado por el papa Inocencio III. Algunos precisan más las fechas entre mayo y octubre de 1214, un exiguo margen que haría materialmente imposible el gran trayecto fundacional de Francisco de Asís por todos los puntos que sostienen haber contado con su presencia.

A su llegada, su Orden, fundada en 1209, era aún desconocida en nuestras tierras. En esos momentos se acababan de producir acontecimientos de enorme relevancia en la piel de toro: la victoria cristiana en las Navas de Tolosa en 1212, con el impulso decisivo a la Reconquista; la consagración de la catedral compostelana en 1211; o la fundación del primer centro universitario de la España cristiana, la Universidad de Palencia (Studium Generale), donde estudiaría Santo Domingo de Guzmán, el fundador de la otra orden mendicante emblemática, la dominica, en 1216.

Varias obras del siglo XIII, cuando habría ocurrido la venida del santo de Asís a España, ratifican que esta efectivamente aconteció. Es el caso de la Vita Prima escrita por el franciscano Tomás de Celano en 1228, solo dos años después de fallecido el protagonista, valiéndose de lo que había escuchado de primera mano del propio Francisco o de otros testigos presenciales. Celano mantiene que el Poverello, con un grupo de hermanos, se dirigió hacia Marruecos a predicar el evangelio al Miramamolín, la cabeza del imperio almohade, pero Dios, una vez entró en España, para evitar que continuara, le mandó una enfermedad que le hizo interrumpir su expedición y retornar a Santa María de la Porciúncula, la iglesia madre de la Orden de los Menores.

Francisco albergaría una doble intención al acercarse a estas latitudes: adorar al apóstol y recibir martirio de los musulmanes. Repuesto de su dolencia, preparó un nuevo viaje a tierras islámicas, en concreto Siria, aunque llegado allí, el califa le dio trato amable y su anhelo de martirio no pudo consumarse.

 

La Legenda Maior de San Buenaventura, biografía oficial sobre Francisco, presentada al Capítulo General de la Orden en París en 1266, lo refleja caminando hacia Compostela, acompañado del beato Bernardo de Quintaval, su primer discípulo.

Y el Tratado de los milagros, escrito a mediados del siglo, refrenda la presencia de San Francisco en España y recoge prodigios que se habrían manifestado en el Camino de Santiago.

Textos más tardíos, del siglo XIV, describen la peregrinación de Francisco a Compostela. Son otros tres: Actus beati Francisci et sociorum eius; Las Florecillas y la Crónica de los 24 generales, redactada por fray Arnaldo de Seranno.

Las Florecillas o I Fioretti, obra de 53 capítulos, de la primera mitad del siglo XIV, cuya autoría en su mayoría se atribuye al hermano Hugolino de Santa María, declara en su capítulo IV: "En los comienzos de la fundación de la Orden, cuando aún eran pocos los hermanos y no habían sido establecidos los conventos, (Francisco) fue a Santiago" por devoción, llevando consigo algunos colaboradores; entre ellos, Bernardo. Por el camino, encontraron un pobre enfermo, y San Francisco encomendó a Bernardo quedarse en el lugar a cuidar de él. Francisco prosiguió su senda y alcanzó Santiago con el resto del grupo. Durante la noche, en oración ante el sepulcro del santo, le fue revelado que tenía que fundar muchos conventos por el mundo, y que su Orden se extendería por el orbe, en una muchedumbre de hermanos. Esta inspiración movió a San Francisco a fundar conventos en las tierras de España por las que pasó. Desde la capital compostelana, envió a tres hermanos a erigir, respectivamente, los conventos de Coruña, Ribadeo y Oviedo. Y, volviendo por el mismo camino, encontró a Bernardo y al enfermo ya sanado, autorizando al acólito a ir a Santiago.

En Compostela, siguiendo la vocación fundacional que le había sido inspirada, Francisco se dirigió al monasterio de San Martín Pinario, para pedir a los benedictinos un terreno donde asentar una comunidad, que le fue cedido en alquiler, conviniendo pagar como renta o foro anual una cesta de peces. El escrito de acuerdo, firmado por el santo y el abad, se lo habrían regalado los monjes al rey Felipe II durante su paso por Compostela camino de Coruña en 1554. El pliego se depositó en el relicario de El Escorial, de donde desapareció. La renta se mantuvo hasta el siglo XVIII.

En el último cuarto del siglo XVI el convento compostelano sufrió un devastador incendio y su guardián, fray Mateo de Oviedo, escribió a Felipe II para pedirle ayuda para restaurarlo, haciendo hincapié en que lo había fundado el propio Francisco. La súplica fue atendida.

 

El emplazamiento se denominaba originariamente Val do Inferno, al ser una zona marginal, fuera de la ciudad. Tras la cesión, los franciscanos levantaron una ermita y cabañas donde vivían con austeridad, atendiendo a los pobres, y adaptaron el nombre a Val de Deus, toponimia que aún se conserva.

Aunque se afirma que el compostelano fue el primer convento franciscano en territorio hispano, también alegan lo propio Sangüesa o Jaca. La fundación del convento santiagués de San Francisco se relaciona con el alojamiento del santo junto a la capilla de San Pelayo de Montepedroso y la figura de Cotolay, cuya tumba se encuentra en la portería del convento, la primitiva iglesia conventual, junto a una inscripción del siglo XVI que reza así: "Viniendo Nuestro Padre San Francisco a visitar al Apóstol Santiago, hospedóle un pobre carbonero llamado Cotolay, cuya casa está junto a la ermita de San Payo, en la falda del monte Pedroso. De allí salía el santo al monte a pasar las noches en oración. Allí le reveló Dios era su voluntad le edificase un convento en el sitio donde está, llamado Val de Dios y Val de Infierno, y sabiendo el santo era del monasterio de San Martín, pidióselo al padre abad por amor de Dios y ofreció ser su forero y pagar cada año un cestillo de peces. Aceptó el padre abad, y de ello se hizo foro, firmando el santo, el cual dan fe los ancianos de San Martín han visto y leído. Habido el sitio, dijo el santo a Cotolay: Dios quiere que me edifiques un convento de mi Orden. Respondió Cotolay cómo podía un pobre carbonero. Vete a aquella fuente, dijo el santo, que allí te dará Dios con qué. Obedeció Cotolay y halló un gran tesoro con que edificó este monasterio. Bendijo Dios a la casa de Cotolay, casó noblemente, fue regidor de esta ciudad y edificó los muros de ella que ahora van junto a San Francisco y antes iban por la Azabachería. Su mujer está enterrada en la Quintana y Cotolay, fundador de esta casa, en este lucillo, que para sí escogió. Falleció santamente, año del Señor de 1238".

Es difícil distinguir la historia de la leyenda, y se desconoce el camino que Francisco de Asís siguió en su peregrinaje, existiendo diversas teorías. Una tradición asevera que desde Santiago bajó por Portugal con intención de llegar a tierra almohade. La fama de santidad de Francisco le brindó una favorable acogida en todas las poblaciones del Camino. No llegó más allá de Braganza y Ciudad Rodrigo, para desde allí dirigirse de nuevo hacia el norte. Coincidió su visita con la construcción de la catedral civitatense y por ello en el templo hay una imagen del santo, que allí se dice es la única que se le hizo en vida.

A su paso nacerían los primeros conventos franciscanos, que se proclamaban fundación directa del mismo San Francisco. Muchos milagros se cuentan de Francisco en su itinerario: conversiones y curaciones de personas con quienes se topaba, árboles, huertos y viñedos que reverdecían y se cuajaban de frutos…

Una tradición asegura que Francisco, de incógnito, pasó por Astorga, donde convaleció de la enfermedad, se recuperó y siguió camino a Santiago. Enterados de que predicaba en Ponferrada o Villafranca, remitió la ciudad una carta al santo ofreciéndole un solar para su convento, y Francisco prometió enviar a algunos compañeros a ese fin.

 

Otros especulan habría realizado el Camino desde Pamplona, que halló sumida en un conflicto entre sus burgos, logrando San Francisco de Asís pacificar a los contendientes. En la fachada de la iglesia de Santa María la Real de Olite, del S. XIII, un capitel representa a tres franciscanos, portando uno la inscripción 'Franciscus penitens'. En Tudela, Francisco se habría entrevistado con el rey Sancho VII el Fuerte para agradecerle la donación de San Pedro de Ribas en Pamplona, confirmándole el soberano el permiso de fundar en sus dominios. Una inscripción labrada en la fuente llamada de San Francisco decía: "Porque Moisés tocó un risco, agua dio que al mundo cura; esta quita la calentura, porque la tocó San Francisco".

En Rocaforte, cerca de la actual Sangüesa, habría dejado el santo al hermano Bernardo de Quintaval al cuidado del enfermo en el eremitorio dedicado a San Bartolomé, edificio aún en pie. Se conservan la que se dice es la fuente en que bebió y la piedra en que se sentó para descansar, que llevan su nombre.

Otros ven creíble que Francisco llegase a España a través de la vía gala más meridional (la Tolosana o de Arles), entrando en el Camino Francés por Aragón. Otros más, opinan que pudo llegar por mar desde Génova a algún puerto de Cataluña. En Barcelona se dice se alojó en un hospital de peregrinos junto al mar, inmueble que se convertiría en convento franciscano, hoy demolido. La calle lleva aún hoy el expresivo nombre de pasaje del dormitorio de San Francisco.

En Logroño se considera que el santo fundó el convento de San Francisco, actualmente desaparecido. Al rey de Castilla, Alfonso VIII, en Burgos le habría mostrado la Regla de su Orden, solicitándole permiso para fundar en su reino. Se le concedió así la ermita de San Miguel, a las afueras de Burgos, sobre una colina.

Autores aventuran que Francisco, una vez en la capital burgalesa, cambió de rumbo. Abandonando el tradicional Camino de Santiago, se dirigió a los puertos del Cantábrico, con el fin de embarcar en alguna nave que zarpase hacia Marruecos. El camino hacia el norte pasa por Vitoria, donde le otorgan la ermita de Santa María Magdalena, edificándose más tarde allí el convento de San Francisco. En esta ermita, dice la tradición, Francisco colocó la imagen de Nuestra Señora de la Salud.

Extramuros de Soria se construyó el monasterio franciscano del que se afirma surgió de cinco montoncitos de piedras que colocó San Francisco de Asís cuando pasó hacia Compostela en 1214, diciendo: "comienzo como puedo la casa del Señor, otros la concluirán".

Tras el advenimiento de San Francisco al Camino de Santiago, este habría impulsado entre sus hermanos el romeraje jacobeo, y hay constancia de dos expediciones en 1217 y 1219, a las que seguiría un constante goteo posterior de franciscanos venidos de Europa. El primer capítulo general de la Orden Franciscana, reunido en Asís en 1217, creó diez provincias, elocuentemente denominando la correspondiente a España provincia de Santiago, que en 1233 se dividió en tres: Santiago (Galicia, Portugal y León), Castilla y Aragón (con Navarra).

Aún sin un apoyo documental fehaciente que lo acredite, el peso de una tradición secular y de las fuentes escritas auxiliares es tan fuerte, que la Orden Franciscana, así como las ciudades de Santiago y Asís, celebraron en 2014 el VIII centenario de la peregrinación de San Francisco a Compostela.

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