José Manuel e Ismael llegaron al Río Hortega con el niño vivo, en compañía de sus padres, tras la tensión y los nervios que protagonizaron el traslado
Los ángeles de la guarda de un menor atropellado en La Parrilla: "Estaba perdiendo bastante sangre"
José Manuel e Ismael llegaron al Río Hortega con el niño vivo, en compañía de sus padres, tras la tensión y los nervios que protagonizaron el traslado
Lunes, 28 de julio. 20.10 horas. José Manuel Martín e Ismael Negro reciben un aviso de un atropello en el municipio vallisoletano de La Parrilla. Gracias a Dios, al destino, o al ser dos verdaderos ángeles de la guarda, ambos se encontraban cerca de dicha ubicación porque estaban realizando "vigilancias rutinarias" a una víctima de violencia de género. Según la central, al menor le tuvieron que sacar de debajo del vehículo entre vecinos y familiares.
Estos últimos salieron a la carretera cercana al acceso a la localidad para que los servicios sanitarios les pudiesen ver. Sin embargo, con el paso de los minutos, y ya con los guardias civiles en el lugar de los hechos, se dieron cuenta de que la "solución ideal" era la de trasladar al pequeño (nacido en el año 2016) al Hospital Río Hortega. "Estaba perdiendo bastante sangre. Tenía una herida penetrante en el costado. Llevamos material para controlar las hemorragias, pero no fue necesario. Los servicios sanitarios no iban a llegar tan rápido y, ante la insistencia de los padres, vimos que la solución ideal era llevarlo al hospital", relata José Manuel a TRIBUNA.
El problema, durante el traslado, es que, a pesar de la "entereza" del joven, que no quería que se preocuparan más por él porque parecía 'tenerlo' todo controlado, la tensión y los nervios empezaron a dejar huella cuando se encontraron con la VA-20 y la VA-30 en obras. Los guardias civiles decidieron atajar como pudieron y el "grave inconveniente" desapareció por momentos. "Avisamos a la central para que informaran al Río Hortega de lo que había sucedido. No nos olvidamos de la entereza del niño, que estaba tranquilizando más al padre que el padre a él. Son situaciones, recordemos, de extrema gravedad, y es de admirar cómo se comportó", añade.
A partir del momento en el que los padres entregan a su hijo vivo a los profesionales sanitarios, tanto José Manuel como Ismael procedieron a identificar a los familiares para sus determinadas "gestiones internas". De hecho, aprovecharon la ocasión para apuntar el teléfono del progenitor al que, días después, contactaron para saber si el pequeño seguía respirando. "Nos quedamos preocupados, pero dimos un poco de margen a los padres para que no nos tuvieran encima. Solo queríamos saber cómo evolucionaba y nos encontramos con la buena noticia de que ya estaba fuera de riesgo y con posibilidad de subir a planta", asegura.
Afortunadamente, ambos comentaron en sus casas que el 'cuento' había acabado "en final feliz". "Son de esas satisfacciones que tiene esta profesión", concluye un José Manuel que agradece el desempeño de Ismael, un joven agente en prácticas que ya puede decir alto y claro que aquel 28 de julio de 2025 salvó la vida de un niño, algo que pocos, llegado el momento, consiguen.