29/06/2025
El verano no puede seguir siendo sinónimo de humo
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Otro verano. Otro incendio. Castilla y León logró en 2024 una campaña menos desoladora, pero no podemos permitirnos bajar la guardia. La amenaza sigue latente y el riesgo es estructural.
El pasado año se registraron 811 incendios forestales en la Comunidad. Es una cifra notablemente inferior a la media del último decenio. La mayoría de ellos, cerca del 76 %, se quedaron en conatos, y solo se produjo un gran incendio, en la zona de Astorga, que calcinó 589 hectáreas. En total, se quemaron unas 4.600 hectáreas, un 75 % menos que la media histórica.
Los datos parecen positivos, y lo son. Pero no nos engañemos: esta mejoría se debe en buena parte a una meteorología benigna y a un gran esfuerzo de los profesionales que integran el operativo. El dispositivo autonómico contó con más de 4.700 efectivos, que respondieron con eficacia, profesionalidad y compromiso. Pero siguen siendo demasiados los incendios provocados: solo en la provincia de Zamora, el 60 % de los fuegos registrados fueron intencionados.
Esto refleja un problema persistente: seguimos sin abordar las causas profundas de los incendios. La despoblación del medio rural, el abandono de la actividad forestal y agrícola tradicional, y la acumulación de biomasa sin control convierten nuestros montes en un polvorín. Sin ganadería extensiva ni aprovechamiento del monte, la vegetación seca se convierte en combustible para el próximo desastre.
No es suficiente con reforzar la extinción durante los meses de verano. La clave está en el trabajo durante el resto del año: limpieza de montes, mantenimiento de cortafuegos, campañas de concienciación, apoyo al pastoreo y a la silvicultura, y una estrategia de prevención constante. La lucha contra el fuego no se gana en julio, sino en enero.
Además, es imprescindible dignificar las condiciones laborales de los trabajadores del operativo, muchos de ellos temporales, mal remunerados y sin estabilidad profesional. No se puede pedir eficacia sin ofrecer medios, continuidad y reconocimiento.
No queremos más minutos de silencio por pinares calcinados. No queremos más homenajes a quienes arriesgan su vida por defender un paisaje que la administración abandona durante gran parte del año. Queremos inversión, planificación y voluntad política para anticiparse al fuego, no para lamentarse después.
El verano no puede seguir siendo sinónimo de humo. Castilla y León merece montes vivos, protegidos y cuidados. El cambio es posible, pero requiere acción, no solo reacción.
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