El sol ardiente de julio y agosto asedió sin piedad la región de Valladolid hace pocos años, dejando un registro climático sin precedentes y marcando el que sería el verano más caluroso de la historia vallisoletana. Las altas presiones africanas se asentaron con fuerza en 2022, provocando una ola de calor tan intensa que ha pasado a la historia meteorológica de la ciudad.

Durante varias semanas, los termómetros alcanzaron cifras extraordinarias. En pleno mes de julio, se registraron más de 15 días consecutivos con máximas por encima de los 40 °C, superando ampliamente los anteriores récords. El día más extremo fue el 15 de julio, cuando la estación meteorológica del Aeropuerto de Valladolid alcanzó los 43.2 °C, una cifra jamás vista en el municipio. Las mínimas nocturnas, por su parte, no bajaron de los 23–24 °C, lo que impidió un alivio térmico real.

Esta ola de calor prolongada causó estragos entre los cultivos de regadío y secano ubicados en la provincia. El trigo ya estaba en fase de maduración cuando llegaron las olas de calor, lo que provocó un marchitamiento prematuro, disminuyendo rendimientos estimados en un 30 % en zonas especialmente afectadas. Además, las reservas de agua de embalses como el de Riaño se vieron muy afectadas por el incremento de la evapotranspiración en un entorno ya de por sí seco.

El sistema sanitario vallisoletano lanzó alertas durante los días más intensos del verano. Las consultas por golpes de calor, deshidrataciones y problemas cardiovasculares crecieron un 40 % respecto al mismo periodo del año anterior. Se reforzaron los servicios de atención domiciliaria para personas vulnerables —especialmente mayores y quienes habitaban pisos sin aire acondicionado—, y se habilitaron fuentes públicas adicionales y zonas de sombra en parques de la ciudad.

La capital sufrió el efecto 'isla de calor' urbano. Las aceras y calles empedradas irradiaban calor incluso pasada la medianoche, alargando la sensación asfixiante. Muchas terrazas retiraron toldos para reducir el efecto acumulado, y los ayuntamientos recomendaron a los vecinos planificar actividades al aire libre durante las primeras horas del día y evitar exposición en las horas punta entre las 13.00 y las 18.00 horas.

Aquel verano histórico de hace tres años supuso una advertencia para Valladolid y Castilla y León en su conjunto: el cambio climático no es una amenaza lejana, sino una realidad que obliga a planificar urgentes medidas de adaptación y mitigación. El sector agrario, la gestión del agua y la infraestructura urbana deberán adaptarse a nuevas olas de calor que, según los expertos, podrían repetirse o incluso intensificarse en las próximas décadas.