El autor de La gran aventura del Reino de Asturias ofrecerá sendas conferencias este fin de semana
Texturas de tiempo
Texturas del tiempo, la obra que se expone en la Sala Teresa Coca de Palacio Pimentel en Valladolid, es una imagen abreviada del mundo del artista Iván Villapecellín. Cuando pasas un rato en la sala te das cuenta inmediatamente de que esta exposición ha tenido que tener en Iván un poder curativo.
Lo escribe Hisham Matar, "Solo el amor y arte tienen capacidad de permitirte escapar momentáneamente de los límites de tu propia existencia. El amor y el arte son expresiones de fe". El arte y la muerte son dos extremos del espectro. Texturas del tiempo habla de la vida y de la muerte. El artista sabe que para conocerse y conocer al otro es necesario buscar la soledad. Y aceptar las cosas como vienen.
Texturas del tiempo tiene mucho de artesanía. Las cosas toman entidad en el momento en el que se las cuentas a otro. Iván titula sus cuadros con una sola palabra: Alma, Círculos, Arena, etc. Y aquí está el paisaje de su infancia, su adolescencia y su edad adulta. Todo lo que el visitante está viendo expresa su fijación por las texturas, por las formas, por el silencio.
En toda la obra de Iván Villapecellín predomina un silencio absoluto. Esta pintura "metafísica" nace de un silencio extremo. La muerte es silencio. Estos cuadros cuando te fijas un buen rato en ellos hipnotizan. Tiene uno la sensación de que viaja por ellos como si fuera un sonámbulo.
Esa relación de trasponer vida y tierra resulta inquietante. El desastre se ha producido y ha hecho mella en el artista. El vacío ha impuesto su plenitud. Ese vacío convierte las figuras que vemos en la sala en máscaras. Cada cuadro resulta extraño en sí mismo. Esas perspectivas sofocadas, vemos cosas, pero no sabemos ponerles nombre, aunque para el artista sean evidentes.
La Serie Luto es impactante. Ese recuerdo nostálgico tiene que ser muy doloroso. Pero a la vez que surge la desesperación, también puede aparecer la dulzura de la negación de la muerte. El vacío te sume en la tristeza.
Es necesario romper el silencio. Y como bien escribe Mallarme, ese silencio siempre se rompe por medio de la luz. Todo a partir de este momento se ha puesto en orden. Se ha cerrado una puerta. Hay que recobrar la energía que es necesaria para dejar testimonio del tiempo.
Da la impresión que hay una correspondencia profunda por pintar naturalezas muertas. Por eso esta estupenda exposición tiene ese encanto que perturba y que aflige. Está hasta el 22 de junio, no te la pierdas.
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