Jane Austen salvada por un buzo

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Jane Austen salvada por un buzo
Fotografías: Gabriela Torregrosa
El autor esSonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Lectura estimada: 5 min.

 

La ciudad de Winchester, en el sur de Inglaterra, fue la capital del reino de Wessex del emblemático monarca Alfredo el Grande y posteriormente la del reino de Inglaterra. Hay quien sostiene que fue además la Camelot del rey Arturo. Su catedral milenaria, en la que Felipe II se casó con María Tudor, es tan emblemática que hasta protagonizó una popular canción en los años 60. Pero hace poco más de un siglo esa catedral corrió un grave riesgo de desplome y fue salvada por un buzo.

En la catedral de Winchester también está enterrada la novelista Jane Austen. Austen cayó enferma en 1816, cuando tenía 40 años, probablemente del mal de Addison. Los últimos años de su vida residió en Chawton, un pequeño pueblo de Hampshire donde escribió las novelas que la harían célebre universalmente, un éxito que su prematura muerte le impidió conocer. En abril de 1817 la enfermedad avanzó hasta confinarla en cama. El Dr. Lyford, del Hospital del Condado, fue a visitarla desde la vecina ciudad de Winchester y pareció mejorar con el tratamiento. Pero en mayo su situación empeoró y se trasladó con sus hermanos más queridos, Cassandra y Henry, al número 8 de College Street en Winchester, muy cerca de la catedral, para tener al médico a mano. Los esfuerzos fueron en vano y Jane Austen moría en esa casa la madrugada del 18 de julio de 1817, en brazos de su hermana.

Al funeral en la catedral de Winchester, seis días después, solo asistieron cuatro personas: tres de sus hermanos varones y un sobrino. Fue sepultada en el suelo del pasillo norte, bajo una losa grabada con un largo y sentido epitafio redactado por su hermano James. Con el paso de los años, la notoriedad de Jane Austen aumentó tanto que en la pared adyacente a su tumba se instalaron por suscripción popular en 1900 un memorial conmemorativo de bronce y una vidriera dedicada a Austen, con figuras de la Biblia relacionadas con la escritora y coronada por San Agustín, ya que su apellido es una versión de este nombre.

Pero al poco de producirse estas mejoras, en la catedral de Winchester aparecieron grandes grietas en las paredes y el techo y empezaron a caer al suelo trozos de piedra. Un informe del arquitecto de la diócesis, Thomas Jackson, a finales de 1905, concluía: la estructura de la catedral, particularmente el extremo este, estaba en pésimo estado.

Justo tras la ocupación normanda de Inglaterra, hacia 1070 comenzaba la obra de la catedral de Winchester junto a su predecesora anglosajona, en un terreno que no era el ideal geológicamente. El nivel freático era alto por la proximidad del río Itchen y la base de grava estaba cubierta por una capa de turba de la vegetación fluvial. Fijaron pilares de haya y roble en el suelo, creando una enorme balsa sobre la que asentar la catedral. Después de 800 años, el peso había comprimido la turba en el subsuelo y el edificio se empezaba a hundir.

Jackson consultó al ingeniero civil Francis Fox. Decidieron apuntalar la catedral excavando hasta el lecho de grava, unos 16 pies, pozos o trincheras estrechas para rellenar con cemento. Entonces los albañiles podrían reforzar los cimientos con bloques de hormigón.

Pero, debido a la capa freática tan alta, al cavar tan hondo rompieron la turba y el agua inundó rápidamente las trincheras. El ingeniero Fox tuvo la brillante idea de que un buzo de aguas profundas trabajara subacuáticamente, colocando sacos de cemento en el fondo de las trincheras.

La empresa de buceo Siebe Gorman envió dos buzos el 6 de abril de 1906: William Walker, un buceador experimentado conocido como 'Diver Bill' (el buceador Bill) que trabajaba en el astillero de Portsmouth, nacido en 1869 en Newington, Surrey; y Edwin Rayfield. Ambos trabajaban por turnos. Walker avanzaba más que Rayfield y a principios de 1907 se quedó solo él, ayudado por su asistente William West.

La estimación era de 12 a 15 meses de trabajo, pero no terminó hasta principios de agosto de 1911, cinco años y medio. El presupuesto inicial de 3.250 libras esterlinas finalmente ascendió a 113.000. 

A primera hora de la mañana el agua estaba clara porque durante la noche se asentaba el sedimento. Pero tan pronto como el buzo entraba en el agua y tocaba el fondo con sus botas, removía el sedimento y el resto del tiempo trabajaba con total oscuridad, haciendo todo al tacto. La obra era inspeccionada regularmente por Francis Fox, que tenía habilidades de buceo.

Walker pasaba seis horas diarias bajo el agua, trabajando con las manos desnudas, con botas de plomo y un traje de buceo de tela y goma. Su equipo pesaba 90 kg y cargaba con un saco de cemento de 20 kg cada vez que se sumergía, sobre una escalera precaria por la que descendía y luego debía arrastrarse por debajo. Como tardaba tanto en ponerse y quitarse el traje de buceo, simplemente se despojaba del casco para almorzar, tomar una taza de té y fumar su pipa. Se pensaba que el buzo estaba en riesgo de infección al haber tantas personas enterradas en el subsuelo de la catedral a lo largo de los siglos. William Walker creía que el tabaco era un remedio contra todos los males y por eso siempre fumaba en cuanto regresaba a la superficie.

En total, Walker reforzó la catedral con 900.000 ladrillos, 114.900 bloques de hormigón y 25.800 sacos de cemento. El equipo de trabajadores que le acompañaba con tareas auxiliares rondaba los 150. Usaron tantos ladrillos que hubo escasez de ellos en Hampshire en ese momento. Cuando Walker terminó su labor, pudieron bombear el agua y agregar enormes contrafuertes, y la catedral se salvó.

La catedral se reabrió el 15 de julio de 1912, día de San Swithun, patrón de Winchester. Con el rey Jorge V y la reina María presentes se llevó a cabo un servicio de acción de gracias presidido por el arzobispo de Canterbury. Walker recibió un cuenco de rosas de plata del rey, que recordaba que cuando era un cadete naval Walker había sido su instructor de buceo.

Francis Fox fue nombrado caballero y Thomas Jackson baronet. A William Walker se le otorgó la Real Orden Victoriana a finales de diciembre de 1912 en el Palacio de Buckingham.

Walker murió poco después, cuando acababa de cumplir 49 años, durante la epidemia de gripe española de 1918. Su tumba, en el cementerio de Beckenham en Bromley, al sureste de Londres, reza: "El buzo que con sus propias manos salvó la catedral de Winchester".

Tiempo después, se encargó una estatua para memoria de William Walker en la catedral de Winchester. Para conocer sus rasgos, el escultor Charles Wheeler recibió una foto grupal en la que Walker vestía de paisano, mientras el ingeniero Fox llevaba traje de buzo. Wheeler supuso que el hombre del traje de buceo era Walker. Este error no se detectó hasta la inauguración de la estatua en marzo de 1964. Pero no se reemplazó por otra correcta, obra de Glyn Williams, hasta 2005. El casco de buzo puede verse también dentro de la catedral.

Gracias a Walker hoy conservamos la catedral de Winchester y la tumba de Jane Austen. Para celebrarlo, es posible acercarse al cercano pub William Walker, en pleno centro de Winchester. El letrero del pub es un casco igual al que usó el famoso buzo. Como hacía él, es recomendable no ponérselo para almorzar.

 

 

Fotografías: Gabriela Torregrosa

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