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La paciencia del orgullo y del honor
Un desastre. Sí. Eso es lo que pienso cada vez que veo el nuevo escudo del Real Valladolid. O, mejor dicho, una tomadura de pelo. Cuando anunció Ronaldo en 'Los Desayunos de la Asociación de la Prensa Deportiva de Valladolid' que se iba a modernizar, entendí que el estilo iba a ser idéntico sin quitar ningún tipo de elemento, pero este lunes me sorprendió tanto que no quise decir palabra alguna al respecto durante un buen rato.
Lo primero que hice fue buscar los puntos más positivos. En ese peculiar baúl, encontré el ascenso a Primera División y con eso me quedé al instante porque me imagino que, si el equipo no hubiera subido, no se hubiera cambiado el escudo? Tengo mis dudas. La que se podría haber montado si se llegan a juntar estos dos.
Tras esta acción, pensé en que el tiempo todo lo cura y nos deberemos adaptar, pero no me suelo llevar bien con mi amiga la paciencia. Pocos son los que se identifican con este escudo y pocos, los que se ven representados. De hecho, la manifestación convocada para este mismo jueves es el fiel reflejo del sentir de todos ellos. Además, se ha generado tanta polémica que, incluso, mi madre ya me ha dicho varias veces (no suele hablar del Real Valladolid) que pone su granito de arena para que el club cambie de opinión. Ya la he dicho que se olvide, que se va a quedar cómo está.
Este punto de vista no quita a que considere que el escudo sí que se tiene que tocar, pero creo que no era ni el momento para hacerlo y, ni mucho menos, para "desnudar" al antiguo con lo bonito que era. Lo que más me preocupa ya no solo es la nueva imagen (que también), sino el hecho de presumir que se escuche al aficionado, cuando la entidad carece de ello. Qué manera más tonta de meterse en problemas después de haber conseguido que la afición se vuelva a enganchar tras el sufrimiento del descenso.
Con todo y con ello, creo que todo esto no debe afectar ni a la dirección deportiva, ni a la plantilla y ni al entrenador. Las tres partes son fundamentales para conseguir la permanencia y no tienen ninguna responsabilidad de comerse el marrón. Por eso, pienso que hay que remar todos juntos en una misma dirección, pensemos lo que pensemos porque, aunque nos duela, seguiremos cantando eso de: "El escudo que llevas en tu pecho, llévalo con orgullo y con honor".
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