El Ayuntamiento y los vecinos exigen a la Junta la cesión y rehabilitación del histórico cine para uso cultural
El Cine Castilla: el último telón que Girón se niega a bajar
El Ayuntamiento y los vecinos exigen a la Junta la cesión y rehabilitación del histórico cine para uso cultural
Dominando el perfil del barrio de Girón, el Cine Castilla lleva casi cuarenta años cerrado. Su fachada, castigada por el tiempo, es hoy un recordatorio de lo que una vez fue el corazón cultural de uno de los barrios más emblemáticos de Valladolid. Pero aunque la madera se astille y la uralita amenace con venirse abajo, el cine sigue vivo en la memoria colectiva de quienes lo vieron nacer, crecer… y morir. Y también en quienes siguen luchando para que vuelva a lo que fue.
Tras décadas de abandono y reclamaciones vecinales, el Pleno del Ayuntamiento aprobó recientemente, por unanimidad, una moción para exigir a la Junta de Castilla y León la cesión del inmueble, una vez rehabilitado, al consistorio vallisoletano. Es un paso importante, casi histórico, en una batalla que el barrio libra desde hace años. Pero sobre todo, es un gesto hacia un símbolo que representa mucho más que un espacio físico: es identidad, es memoria y es esperanza.
Un cine de barrio con alma de pueblo
Inaugurado en 1958 dentro de las infraestructuras de lo que se conoció en su origen como barrio social de Girón, el Cine Castilla fue durante décadas un refugio cultural para miles de personas, no solo de la zona, sino de toda Valladolid. Sesiones dobles, butacas de madera, películas de reestreno, arte y ensayo… Un espacio humilde pero vibrante, donde lo importante no era la pantalla, sino la comunidad que la llenaba.
Fernando Polanco, presidente de la Asociación Vecinal 'Valle de Olid', hablando con TRIBUNA lo recuerda así: "Esto era vida. Venía medio barrio. Era un cine barato, con sillas de madera, en sesión continua… Para jóvenes, para familias, para todo el mundo. Era un foco de vida social. Y además la mitad de las casas no tenían televisor. El cine era lo más importante".

Con el paso de los años, el edificio, propiedad originalmente del Estado y más tarde de la Junta de Castilla y León, cayó en desuso. Cerró en los 80, y desde entonces solo ha tenido actividad parcial: las dos alas laterales están ocupadas por el bar del barrio y por Teatro Corsario, cuya presencia, según Polanco, "ha evitado que el deterioro sea todavía peor". Pero el corazón del edificio, el patio de butacas y la sala principal, permanece abandonado y en ruinas.
Y sin embargo, ahí sigue: imponente, protegido por su valor arquitectónico, a la espera de una segunda vida.
Una ruina que aún simboliza a un barrio
Para los vecinos, el Cine Castilla no es solo una ruina incómoda. Es un elemento central en la historia, y en el paisaje emocional, de Girón. Explica Carlos, residente del barrio desde hace décadas, a TRIBUNA: "Desde el punto de vista arquitectónico es un elemento central. Y ahora lo que tenemos es una especie de ruina monstruosa, que además es peligrosa. La cubierta es de uralita, con amianto. Cualquier día se puede caer. Es un problema de seguridad y de salud".
Pero más allá del deterioro físico, lo que más pesa es lo intangible. Muchos habitantes del barrio, sobre todo los más jóvenes, nunca han visto el cine funcionando. Y para los mayores, su clausura supuso la pérdida de uno de los pocos espacios de encuentro cultural que existían.
Por eso, enfrentarse a su abandono no solo duele: también deja incompleta la identidad del barrio, como si a Girón le faltara una pieza.
La reivindicación: cultura, comunidad y futuro
Si algo tienen claro las asociaciones vecinales es que el Cine Castilla no debería reabrir tal y como era, sino transformado en un espacio flexible, vivo y útil para toda la ciudadanía.
La propuesta es clara: una gran sala polivalente, con butacas móviles, apta para cine, teatro, música, danza y todo tipo de actividades comunitarias. Fernando Polanco lo resume de forma directa: "Podría ser un fuente de cultura. Para cine, pero también para teatro, baile, exposiciones… para grupos pequeños, grupos de base. Hace falta un sitio así".
Carlos coincide, y amplía la mirada más allá del barrio: "En la ciudad hay una demanda enorme de espacios para grupos culturales de aficionados: teatro, música, coros… No tienen dónde ir. El Zorrilla se reformó prometiendo eso y nunca se cumplió. El Cine Castilla podría ser ese lugar".
La idea no es nueva, pero ha cobrado fuerza en los últimos meses. El pasado mes de noviembre, la asociación vecinal organizó un gran evento participativo en el colegio Empecinado: actuaciones de artistas del barrio, una teatralización coordinada por Teatro Lorca, música, baile y una paella comunitaria. Todo el día reivindicando un futuro posible. Entre los asistentes, concejales de varios partidos… e incluso Jesús Cifuentes, de Celtas Cortos.
No como estrella invitada, sino como vecino.

Celtas Cortos y el barrio: memoria de ida y vuelta
La vinculación emocional de Celtas Cortos con Girón es conocida, especialmente la de Jesús Cifuentes, residente en el barrio desde hace décadas. No es casual que el grupo haya apoyado públicamente la rehabilitación del cine: lo que representó para la infancia de muchos vecinos forma parte también de la esencia que inspira las canciones del grupo.
Carlos lo explica así: "Cifu está implicado desde hace muchos años en esta reivindicación. Igual que otros vecinos ilustres, como Teatro Corsario. Forman parte de esta lucha. Están dispuestos a lo que haga falta".
Para muchos vecinos, imaginar el telón levantándose de nuevo es imaginar un concierto especial del grupo allí, un homenaje a la memoria compartida. No sería un gesto solo artístico, sino simbólico: cerrar un círculo.
La traba que lo paraliza todo: la Junta
El principal problema para avanzar en la recuperación del edificio es administrativo. El cine es propiedad de la Junta de Castilla y León, pero la administración autonómica, según denuncian los vecinos, ni lo rehabilita ni lo cede al Ayuntamiento.
"La Junta ni lo quiere restaurar ni lo ofrece al Ayuntamiento", afirma Polanco con frustración. "Pedimos que lo recuperen mínimamente y lo cedan. Es un edificio protegido: no se puede tirar. Cada año que pasa será más caro", comenta. El anteproyecto de rehabilitación, elaborado en el anterior mandato municipal, calculaba un coste de entre dos y tres millones de euros.
La moción aprobada en el Ayuntamiento es un gesto político contundente, pero no suficiente: falta que la Junta actúe.

El barrio que no se rinde
A pesar de las décadas de abandono, Girón no ha perdido la esperanza. Tampoco la paciencia, aunque sí la resignación. La movilización vecinal es constante. Y cada paso adelante, como la moción aprobada, es celebrado como una pequeña victoria colectiva.
Carlos tiene claro qué pediría hoy a las instituciones: "Que acaben lo que empezaron antes de las elecciones: que la Junta ceda el espacio al Ayuntamiento. Y que entre ellos se apañen para arreglarlo y darle un uso".
En Girón no se habla de utopías. Se habla de realidades posibles, urgentes y necesarias.
Un telón que merece volver a levantarse
Reabrir el Cine Castilla no sería solo recuperar un equipamiento cultural: sería reconciliar a Girón con su pasado y permitirle construir un futuro más cohesionado. Sería devolver a miles de vecinos un punto de encuentro y un acto de justicia emocional y patrimonial.
Porque, como dicen quienes lo vivieron, los cines de barrio nunca fueron solo salas de proyección.
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