Rioseco y sus dos campos de concentración durante la Guerra Civil

El catedrático Enrique Berzal ofreció una conferencia en la que relató cómo eran estas instalaciones en la finca de Villagodio y junto al Canal de Castilla

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Rioseco y sus dos campos de concentración durante la Guerra Civil
Enrique Berzal ofreció una conferencia sobre los campos de concentración durante la Guerra Civil en Rioseco.
El autor esJosé Ángel Gallego Vázquez
José Ángel Gallego Vázquez
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La provincia de Valladolid contó con hasta tres campos de concentración franquista en la Guerra Civil: los monasterios de Valbuena de Duero y la Santa Espina y Medina de Rioseco, que tuvo dos ubicaciones. Incluso la Plaza de Toros de Valladolid llegó a convertirse en prisión provisional durante la contienda española. Así lo explicó el catedrático Enrique Berzal, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid, que participó con una interesantísima conferencia en el ciclo Cultura en Otoño que organiza el Ayuntamiento de Medina de Rioseco.

En un salón de actos a rebosar, el profesor Berzal –colaborador de El Norte de Castilla- desgranó la historia de los dos campos de concentración con los que contó la ciudad de los Almirantes, en lo tituló como "un episodio desconocido de la Guerra Civil en Medina de Rioseco". El historiador quiso dejar claro que recrear el universo concentracionario de la Guerra Civil requiere de un trabajo "riguroso" porque "somos historiadores no activistas".

Berzal explicó que los campos de concentración franquistas no son asimilables a los de la Alemania nazi o la Rusia Soviética. "No fueron campos de exterminio, sino que surgieron para solventar el problema de la acumulación de presos. Allí se los clasificaba y se usaban para la victoria del bando sublevado". El profesor de la Universidad de Valladolid cifró en más de tres centenares los campos que surgieron en toda España para albergar entre 700.000 y un millón de presos, que podían ser "del frente de guerra, pero también políticos".

Castilla y León contó con 26 campos de concentración que se ubicaban en edificios militares, conventos, paneras, plazas de toros o cualquier otra construcción que permitiera la ubicación de los presos. Una comisión clasificaba a los encarcelados en varias categorías: "afectos, dudosos y desafectos, que podían ser leves y graves". Según su clasificación podían pasar a formar parte del ejército sublevado, permanecer en los campos de concentración y formar parte de batallones o los desafectos graves, directamente, ser encarcelados o fusilados.

El catedrático de Historia Contemporánea relató que esos batallones de trabajadores fueron usados para trabajar en obras civiles o militares y puso como ejemplo el caso de la construcción del aeropuerto de Villanubla, o de algunos arreglos en Medina de Rioseco.

HASTA 7.000 PRESOS EN MEDINA DE RIOSECO

Tras la caída de Santander, más de 50.000 presos tuvieron que reubicarse en la zona norte de la península. En Medina de Rioseco se crearon algunos campos provisionales en varios locales, paneras o edificios, pero pronto surgieron dos campos de concentración estables: las paneras de Galindo, junto al Canal de Castilla, y los almacenes del Señor de Villagodio en una finca muy cercana a la localidad.

"Estos campos contaban con patios, instalaciones para una veintena de guardias, dormitorios para los presos, lavaderos, letrinas, barbería o enfermería", explicó Enrique Berzal quien rescató algunos testimonios como el del encarcelado Manuel Díaz López, que relataba cómo fue su llegada a Rioseco. También contó con otros casos que registraron Ignacio San José y Félix Sierra en su publicación ‘Medina de Rioseco. Crónica de la represión franquista’.

En su conferencia, el historiador desveló que entre el 6 y 10 de agosto de 1937 llegaron 226 prisioneros y en el mes de septiembre, más de 2.000. Berzal calificó de una "vida bastante penosa, con enfermedades, hacinamiento y penurias" en estos campos de concentración que tenían capacidad para 750 presos y en algunos momentos, como en el año 1939, llegaron a albergar a casi 4.000 encarcelados. "Por Medina de Rioseco llegaron a pasar unos 7.000 presos".

INTENTOS DE FUGA, ENFERMEDADES Y MUERTES

En una carta a su mujer, el catalán Francisco Jordá Poquet perteneciente a la CNT, que estuvo dos meses encarcelado en Rioseco, relataba las condiciones infrahumanas a las que estaban sometidos, con temperaturas en invierno de hasta 12 grados bajo cero y con epidemias de piojo y sarampión. Las camas eran de paja y los retretes, zanjas que debían desinfectarse con tierra y otros productos.

Se vivieron episodios de intentos de fugas, enfermedades y muertes de sus moradores. "Incluso llegó a haber encarcelados chicos de entre 14 y 17 años". Enrique Berzal, por último, relató como muchas mujeres riosecanas se solidarizaron con los presidiarios, "vestían de luto a las puertas de los campos e incluso les ayudaban con comida". En los exteriores de estas improvisadas cárceles se formaban largas colas de huérfanos que intentaban lograr algo del rancho que pudiera sobrar en las comidas.

Finalizó el profesor de la Universidad explicando que otra de las finalidades que tenían estos campos era la de "reeducar" a los presos en la ideología franquista, especialmente con la connivencia de sacerdotes y capellanes. El fin de la Guerra no acabó con estas instalaciones. En Rioseco en el año 1942, por ejemplo, todavía se contabilizaban un total de 625 presos.

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