El gran hechicero

Nueva entrega, como cada lunes, de 'Palabras contra el olvido' escrita y elaborada por Ágreda

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El gran hechicero
El autor esÁgreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

El director alemán Kevin John Edusei resultó ser el gran hechicero la otra tarde en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del CCMD. Suya fue una gran versión de la 5º Sinfonía de Dmitri Shostakóvich, de enorme belleza cromática y de indescriptible dinámica sonora. Y pulcra cuando la música lo requería. Opulento resultó su Largo el Allegro non tropo cuando la melodía se envolvía con el viento de costado. 

"Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente. Que tú, me entendieras a mí sin palabra como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde". (José Hierro) La sensibilidad del director alemán convirtió el Programa nº 2 de la OSCyL en un programa casi lujurioso.

Nos regaló un Shostakóvich la OSCyL –en estado de gracia- amplia, envolvente, sensual, trágica, con una riqueza tímbrica que agradecían los oídos de los oyentes de manera silenciosa. Si se hubieran recogido firmas en ese preciso momento para que Kevin John Edusei dirigiera la OSCyL durante los próximos años estoy seguro que hubiera tenido una mayoría aplastante. 

El programa resultó completo, porque antes de Shostakóvich apareció en escena la excelsa violinista neerlandesa Simone Lamsma. Su ejecución del Concierto para violín y orquesta n.º 1 en sol menor, op. 26 de Max Bruch resultó sencillamente magistral. Una violinista que sabe plasmar con precisión y destreza lo que dibujan sus manos y su cuerpo. Cada movimiento  llevaba implícito un pensamiento.

En mitad del concierto de Simone Lamsma uno sentía que estaba asistiendo a una experiencia lisérgica. Estaba navegando en las aguas Brucherianas sorteando la niebla y sobreviviendo al oleaje que asaltaba la sala sinfónica. Habíamos cruzado el umbral de un viaje iniciático gracias a una violinista que nos había agarrado de la mano y nos había llegado lejos, muy lejos.

Por derecho propio las fotografías de Kevin John Edusei y Simone Lamsma estarán la galería de ilustres del CCMD. Su maestría y la entrega de la OSCyL que se dejó la piel para que aquello se iluminara como un globo aerostático, nunca lo olvidaremos.

Esta tarde tengo la sensación que la OSCyL, gracias a la batuta de Kevin John Edusei, ha encontrado su sonido definitivamente. Su flexibilidad, rapidez y vitalidad han sido puestas de manifiesto por un maravilloso director. (Su fichaje tendría que ser inminente). 

Concierto, por lo tanto, irrepetible. La OSCyL vive un momento dulce, y es ya sin ningún género de dudas unas de las orquestas sinfónicas más importantes del panorama actual. 

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