Cines Mantería: un viaje por la memoria latente de una sala que anhela revivir

Paco de la Fuente, gerente y heredero de los fundadores de este histórico cine, enseña a TRIBUNA las entrañas de un espacio con 79 años de historia

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Paco de la Fuente, antiguo gerente de los cines Mantería. Fotos y vídeo: Sergio Borja
El autor esRebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
Lectura estimada: 6 min.

En el corazón de Valladolid se mantiene latente y silencioso un testigo de casi 80 años de historia cinematográfica en la capital del Pisuerga. Los Cines Mantería se alzan hoy como un templo dormido, pero lleno de ecos y memorias. Desde su inauguración en 1933, este emblemático lugar ha sido mucho más que una simple sala de proyecciones; ha sido un punto de encuentro, un refugio y un lienzo para innumerables historias que emocionaron durante décadas a miles de espectadores.

Junto con Paco de la Fuente, antiguo gerente y descendiente directo de los visionarios fundadores, TRIBUNA Valladolid se adentra en sus entrañas para revivir la magia de lo que fue y sigue siendo, en espíritu, este icónico cine que los amantes del celuloide conocen tan bien.

Un sueño que nació en 1933

La historia de los Cines Mantería comenzó un frío 3 de febrero de 1933, bajo el nombre de Cinema Lafuente. La visión la tuvieron los hermanos Emilio y José María de la Fuente Trapote, quienes, de forma fascinante, habían ideado inicialmente el emplazamiento para una fábrica de zapatos. Sin embargo, como revela Paco, su abuelo, cautivado por los cines que vio en las ferias de la ciudad, cambió el rumbo familiar, y decidió que aquel espacio se convirtiera en un santuario para el séptimo arte. Y así fue. Inaugurado con la película 'Bombas en Montecarlo', el entonces Cine Lafuente rápidamente se ganó el corazón de Valladolid, atrayendo multitudes a la calle Mantería (entonces Mariano Fernández Cubas).

Desde sus inicios, el Cine Lafuente se distinguió por su avanzada tecnología y su incansable actividad. Contaba con un majestuoso patio de butacas y un anfiteatro, y ofrecía un sonido de calidad, imágenes en color y una variada programación que incluía no solo películas sino también espectáculos de varietés. 

Del programa doble a la Sala X

El espíritu emprendedor de los hermanos De la Fuente no se detuvo allí; en marzo de 1936, inauguraron el Cine Roxy, un local aún más grande, también obra del arquitecto Ramón Pérez Lozana. Pero fue en los años 60 y 70 cuando los Cines Mantería abrazaron una nueva identidad: la de cine de programa doble y de reestreno. Estas sesiones permitieron alargar la vida de las películas, haciendo el cine accesible a un público más joven y menos pudiente.

Sin embargo, la verdadera metamorfosis llegó en el año 82, en un movimiento que dio un giro radical: el Cine Lafuente se reconvirtió en la primera 'Sala X' de Valladolid y la única de Castilla y León, proyectando cine pornográfico. Una decisión que, aunque controvertida, fue crucial para su supervivencia frente a lo que se llamó la crisis del videoclub de los años 80. Paco reconoce que esta decisión fue lo que permitió al cine mantenerse en pie cuando otros locales cercanos como el Cine Goya o el Capitol desaparecieron.

En 1993, los hermanos vendieron el cine a Enrique Cerezo, quien emprendió una reforma total, transformándolo en los Cines Mantería ahora con dos salas de proyección modernas: una en el antiguo patio de butacas y otra donde estaba el anfiteatro. Su reinauguración con las películas 'Europa-Europa' y 'El Río de la vida' marcó una nueva era. Nueve años después, una alianza con la cadena Renoir dio lugar a los Cines Mantería Renoir, un periodo en el que el cine español y de autor fue protagonista, llegando incluso a estrenar películas de la SEMINCI y ofreciendo una cafetería como lugar de encuentro para cinéfilos.

Pero, como un telón que cae por última vez, el éxito decayó. En febrero de 2012, tras 79 años de vida, las puertas de los Cines Mantería se cerraron definitivamente debido, principalmente, a motivos económicos: el alto coste de mantenimiento y problemas con el aire acondicionado, que restringían su funcionamiento. "Se juntaron una serie de consecuencias que tuvimos que, al final,  la propiedad decidió de cerrarlo", lamenta.


Sala 2, en la actualidad. 

Un viaje nostálgico por las entrañas del Cine Mantería

Hoy, el interior del Cine Mantería invita a un nostálgico viaje en el tiempo, guiados por los ecos de las historias que sus paredes guardan. En el vestíbulo, aún se respira el aire de las colas impacientes y el murmullo de las conversaciones que precedían la magia. La decrépita máquina de palomitas sigue envejeciendo en lo que fue la cafetería de la entrada.

Bajando al sótano, un espacio que guarda un secreto aún más profundo: sirvió como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil. La peculiaridad de su construcción, con vigas de hierro dobles provenientes de los altos hornos de Vizcaya -un error de pedido que el arquitecto Ramón Pérez Lozana convirtió en fortaleza- atestigua la solidez de este lugar. Aquí, donde antaño hubo un bar y una caldera, y donde aún se pueden ver siluetas de personajes de antiguas películas infantiles, hoy resuenan los pasos en la historia.

Subiendo hacia las salas de proyección, los carteles de las últimas películas proyectadas atestiguan el paso del tiempo: 'Los Muppets' y 'Sherlock Holmes', con un icónico Robert Downey Jr.

La Sala 1, con 211 butacas, y la Sala 2, con 208, ambas en un estado sorprendentemente bueno, esperan silenciosamente ser ocupadas de nuevo. Paco de la Fuente insiste en que se mantienen limpias y cuidadas, dando la impresión de que "el local está operativo", incluso para su propia protección, para que se sepa que el lugar no está abandonado. No en vano, las antiguas carteleras de la entrada, se siguen cambiando regularmente informando de los espectáculos del Teatro Cervantes, también regentado por la familia.

Pero es en la sala de proyección donde la magia de antaño se revela en su máxima complejidad, donde el corazón del cine latía con cada fotograma. Aquí, ante la imponente máquina desmontada, Paco nos desvela el largo y fascinante recorrido del celuloide. Las películas, que llegaban en seis rollos separados, eran minuciosamente empalmadas una a una en grandes bobinas, quitando y poniendo inicios y finales según lo indicaba la hoja de información.

Desde una mesa de montaje y una empalmadora, el film iniciaba su trayecto: "Todo esto más o menos -dice señalando lo que ocupaba la cinta ya montada- según la duración de la película. De aquí se iba pasando por los rodillos… y llegaba a la máquina", explica. Y la verdadera proeza técnica residía en el ingenioso sistema que permitía conectar las dos salas y proyectar la misma película casi simultáneamente. "Un sistema de rodillo que podíamos enganchar con la parte de arriba y con una copia, la subíamos arriba a la sala de arriba. Y de arriba la podíamos mandar abajo", detalla, revelando cómo una única copia podía ser proyectada en ambas salas para las demandadas sesiones dobles. Esta compleja red de rodillos y tubos ocultos en las paredes era el latido de un cine que operaba sin descanso. La luz, nos cuenta Paco, no era de bombillas, sino de 'carbones', un positivo y un negativo que al juntarse creaban un fogonazo de luz, y cuya distancia se ajustaba continuamente para mantener la luminosidad perfecta, un arte en sí mismo.

Las máquinas de cine, actualmente, no funcionan, ya que el cine cerró justo antes de la total digitalización, lo que supone que haría falta una inversión para adaptar este cine a las nuevas tecnologías, si alguien quisiera volver a abrirlo. Las butacas, sin embargo, están como nuevas, a la espera de un público que no llega.


Paco de la Fuente, enseñando un rollo de película. 

Un futuro incierto, un legado eterno

Aunque los Cines Mantería se mantengan cerrados desde 2012, su esencia perdura. Paco de la Fuente, con pesar, señala la dificultad actual de mantener salas de cine en el centro de las ciudades, haciendo improbable una reapertura regular debido a los altos costes y la disminución de público. Incluso la posibilidad de abrir para festivales, como la SEMINCI, que acogió durante tres años, u otros como CINHOMO o PUFA, se enfrenta a desafíos técnicos como la altura de la pantalla de la Sala 1, ya que los subtítulos quedan demasiado bajos y los tapan las cabezas.

Sin embargo, la reciente grabación de una serie de Amazon Prime Video en sus instalaciones insufla un rayo de esperanza, evocando la pregunta de si servirá para "revivir o darle una nueva vida a estos cines". Mientras tanto, sus paredes seguirán susurrando las historias de 'Bombas en Montecarlo', de sesiones dobles, de la controvertida 'Sala X' y del cine de autor, aguardando quizás, algún día, el regreso de la magia del proyector y el aplauso de un público que, como sus viejos rollos de película, también atesora cada segundo vivido entre sus muros.

1 comentario

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usuario anonimo hace 2 horas
Qué bonita historia la que hay detrás de todas esas paredes. Fui de los últimos en ver una película en ese cine. Ojalá que alguien haga algo con esas salas y no queden cerradas más tiempo.
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