Manolete, un mito trágico

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Manolete, un mito trágico
Fotografías: Gabriela Torregrosa
El autor esSonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria
Lectura estimada: 8 min.

 

El quinto miura que el 28 de agosto de 1947 salió a la plaza de toros de Linares (Jaén) se llamaba Islero. Manolete hundía mortalmente el estoque en el toro y, al mismo tiempo, éste el pitón en el muslo derecho del torero, hasta la ingle. Una muerte que conmocionó a la España de posguerra, dejando en evidencia la falacia de aquel dicho que asegura que no hay quinto malo.

Manolete, en su corta vida, acumuló sobrados méritos para ser considerado el IV Califa del Toreo cordobés, como antes lo fueran Rafael Molina Sánchez Lagartijo, Rafael Guerra Bejarano Guerrita y Rafael González Madrid Machaquito, quienes le acompañan en su descanso eterno en el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud de su ciudad natal; y después, lo sería Manuel Benítez El Cordobés. Manuel Laureano Rodríguez Sánchez Manolete, era nieto del banderillero e hijo del matador de toros del mismo nombre y apodo. Su madre, Angustias Sánchez Martínez, había enviudado previamente de Rafael Molina Martínez Lagartijo Chico, sobrino del mítico matador homónimo.

Nació el 4 de julio de 1917 en el número 2 de la cordobesa calle Conde de Torres Cabrera, donde hoy da fe una placa conmemorativa, siendo bautizado en la cercana Iglesia de San Miguel.

Tras morir su padre, teniendo él seis años, su familia se mudó a otra casa más humilde en la Plaza de la Lagunilla. Desde 1948 se ubica allí un busto del diestro, copia en bronce del realizado en mármol por Juan de Ávalos.

Pronto comenzó a recorrer los tentaderos. Dio los capotazos iniciales en 1929, en la finca Lobatón. Sus primeras actuaciones tuvieron lugar en 1930, en la Escuela Taurina de la Venta de Vargas. En 1931, la escuela difunde la "segunda lección de la temporada" con Manuel Rodríguez, 'Manolete hijo'. Por primera vez, es Manolete.

Debutó como novillero el 16 de abril de 1933 en la Plaza de Toros de Cabra. El 12 de agosto vistió su primer traje de luces en una novillada nocturna en Córdoba. El organizador, José Flores González Camará, se convertiría en su apoderado. Debutó con picadores el 3 de mayo de 1934 en Écija, y el 1 de mayo de 1935 en la plaza madrileña de Tetuán de las Victorias, anunciado erróneamente como Ángel Rodríguez. 

Tomó la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla el 2 de julio de 1939, de manos de Manuel Jiménez Chicuelo y en presencia de Francisco Vega Gitanillo de Triana. Confirmó la alternativa en Madrid en la Corrida de Beneficencia el 12 de octubre de ese mismo año. Marcial Lalanda y Juanito Belmonte Campoy fueron padrino y testigo.

En los años 1942 y 1943 su figura adquiere una dimensión extraordinaria. El escritor y periodista Ricardo García K-Hito lo rebautizó con el sobrenombre 'El Monstruo' en 1943, apelativo que arraigó.

En 1942 compró un palacete en el 10 de la avenida Cervantes de Córdoba. Había sido construido en 1890 por José Ortega y Munilla, escritor y periodista, padre del filósofo José Ortega y Gasset, quien pasó su infancia allí. Fue vendido a Rafael Cruz Conde, alcalde de la ciudad, y éste a su vez traspasó la propiedad a Manolete. Hoy es un restaurante.

Con el mexicano Carlos Arruza, de junio de 1944 a mayo de 1946, compartió sesenta corridas. En sus nueve años en activo, Manolete toreó en 587 festejos, 450 en España. Dos temporadas, 1943 y 1944, quedó a la cabeza del escalafón. Fue padrino de nueve alternativas y confirmó a Luis Miguel Dominguín. 

En octubre de 1945 Ignacio Zuloaga, pocos días antes de morir, realiza el boceto del retrato de Manolete, de más de dos metros de altura, en carboncillo sobre lienzo. 

El debut de Manolete en la plaza El Toreo en México se produjo el 9 de diciembre de 1945, con las localidades agotadas desde hacía dos semanas, y la reventa alcanzando cifras astronómicas. Sufrió una cogida en la pierna izquierda, pero obtuvo las dos orejas y el rabo.

Desde 1943, Manolete vivió un sonado noviazgo con la actriz Lupe Sino (Antonia Bronchalo Lopesino), a quien gustaba de llamar 'la Nena', una relación mal acogida por su círculo íntimo. Se conocieron en Chicote, en Madrid, y pasarían veranos juntos en Fuentelencina, un municipio de Guadalajara próximo a Sayatón, cuna de ella. 

Manolete había regresado a España en 1947, tras actuar en México. Después de una breve estancia en Portugal, llegó a Barajas el 23 de marzo, siendo recibido por una multitud que le paseó a hombros por el aeropuerto. Reaparece en ruedos españoles el 13 de junio en La Línea. El 16 de julio en Las Ventas, en la Corrida de Beneficencia, estrenó el traje rosa pálido y oro que luciría en Linares el 28 de agosto y salió por la puerta grande. Resultó herido en Madrid, aunque cortó las dos orejas.

El 16 de agosto toreó en San Sebastián, donde vio a su madre, que veraneaba allí, ignorando ambos la desgracia que se cernía, y que sería la última vez que se encontrasen. Matías Prats retransmitía la corrida por Radio Nacional de España y obtuvo estas declaraciones de Manolete: "Me piden más de lo que puedo dar. Sólo he de decir que tengo muchas ganas de que llegue el mes de octubre". No llegaría a verlo. El 26 de agosto, desde la Corrida de Beneficencia de Santander, partió en coche para Linares, donde estaba anunciado para el jueves 28.

Con todo conseguido, agobiado por las presiones y exigencias crecientes de prensa y público, Manolete acariciaba la retirada. Pero Balañá se había quedado con el coso de Linares, quería comenzar a lo grande y convenció a Camará para que Manolete torease en la Santa Margarita. Su 'Buick' azul le condujo hasta el Hotel Cervantes de Linares. En los corrales, seis toros de Eduardo Miura, originariamente destinados a Murcia. En los carteles, el nombre de Manolete destacando sobre el de Gitanillo de Triana II (Rafael Vega de los Reyes) y un joven Luis Miguel Dominguín.

A las cinco y media de la tarde, Manolete salió al ruedo envuelto en el capote de paseo bordado con la Virgen de los Dolores, de la que era devoto. La faena de su primer toro arranca una ovación del público, que pide en vano una oreja, y el diestro se impacienta y arde en deseos de enmendarlo en su segundo. El siguiente de su lote es el negro Islero, de casi media tonelada de peso, que salta al ruedo en quinto lugar. En el sorteo previo a la corrida le había correspondido a Gitanillo de Triana, pero en los corrales los apoderados habían convenido el cambio. Cuatro ceñidas manoletinas fueron preludio de la estocada, lenta, exponiendo la pierna. Al entrar a matar, el toro le empitonó el muslo derecho, produciéndole severos destrozos y una masiva hemorragia.

Guillermo, su mozo de espadas, saltó a la arena y junto con El Pelu, su primo hermano y hombre de confianza, se lo llevaron sangrando abundantemente a la enfermería de la plaza. Allí lo operó durante cuarenta minutos el doctor Fernando Garrido Arboleda, en colaboración con el doctor Julio Corzo López, de Úbeda. El doctor Garrido redactó el parte, en el que ya desde el primer momento dejó constancia del "pronóstico muy grave".

La primera transfusión provino del cabo de la Policía Armada, Juan Sánchez Calle. A las pocas horas el torero pareció recuperarse un tanto, pues habló, fumó y preguntó cómo había ido la corrida, aunque seguía muy débil. Los banderilleros le llevaron a la enfermería las dos orejas y el rabo de Islero, que había dejado malherido tras la estocada. Manolete llegaría a decir: "De verdad, Islero quería que lo acompañara a la muerte". Al detectarse mejoría, sobre las 23 horas, fue trasladado en camilla de manos, según se justificó para evitar los saltos de la ambulancia por el empedrado de las calles, la distancia del km y medio que separa el coso linarense del Hospital de San José y San Raimundo u Hospital de los Marqueses de Linares, llamado así por haber sido fundado por estos filántropos.

Allí realizaron otra operación para cerrarle vasos. Nuevas transfusiones, de brazo a brazo, del torero Pablo Sabio Parrao. De noche llega desde Lanjarón su novia. Iban a casarse el 18 de octubre. La hacen esperar en la sala contigua, y solo cuando su prometido murió la dejaron pasar. Testimonios apuntaron que los albaceas de la herencia pretendían impedir un matrimonio 'in artículo mortis'.

Gitanillo de Triana, en el 'Buick' del cordobés, fue en busca del doctor Luis Jiménez Guinea, cirujano jefe de la plaza de Las Ventas, que veraneaba en El Escorial. El prestigioso médico, advertido telefónicamente, ya había emprendido viaje. Había parado en Valdepeñas a reponer el hielo que protegía unos medicamentos y allí se produjo el encuentro con Gitanillo, subiéndose a su vehículo para alcanzar Linares de madrugada. Jiménez Guinea aplicó una bolsa que llevaba de plasma noruego, utilizado al final de la Segunda Guerra Mundial, y probado con escasa fortuna en los heridos de la explosión del polvorín de Cádiz, solo 10 días antes.

Manolete se agravó, habiéndose publicado en numerosas ocasiones que ello se debió a la administración del plasma. "Don Luis, ¡no veo!", fueron sus últimas palabras. El capellán del Hospital le administró la extremaunción, y a las cinco y siete minutos del día 29 murió. El fotógrafo Cano captó a Lupe junto a su cama: una instantánea impactante, que muestra al torero amortajado, con un crucifijo en las manos.

La madre viajaría desde San Sebastián a Córdoba, en el coche del marqués de Villalpando, acompañada de dos sobrinas y del empresario Pablo Martínez 'Chopera'.

Una lluvia fina caía la mañana del 29 de agosto entre Linares y Córdoba, mientras el cuerpo alcanzaba su ciudad natal. Numerosos cordobeses habían ido hasta Las Cumbres, a pocos kilómetros de la capital, a esperar la comitiva fúnebre.  En su casa se instaló su capilla ardiente, y de allí salió el cortejo fúnebre. En la Iglesia de San Nicolás se ofició el funeral.

Tal era el número de ramos y coronas, que la ciudad se quedó sin flores en patios y casas. Sobre el féretro, el marqués de Valdivia depositó la Cruz de Beneficencia de Primera Clase del Gobierno. Debido a la multitud y las paradas en el trayecto, con balcones con crespones de luto, el sepelio terminó de noche.

Está enterrado bajo una estatua yacente de mármol del escultor Amadeo Ruiz Olmos, que lo presenta sobre un capote de paseo. Una sepultura a la que fue trasladado el 15 de octubre de 1951 desde el mausoleo de la familia Sánchez de Puerta, donde había permanecido temporalmente. A la muerte de su madre en noviembre de 1980, fue a reposar junto a su hijo.

Su trayectoria y muerte convirtieron a Manolete en un mito. En la cordobesa plaza del Conde de Priego se inauguró el 8 de mayo de 1956 el monumento a Manolete, elegido tras concurso público, obra del arquitecto Luis Moya y el escultor Manuel Álvarez Laviada, sufragado por suscripción popular y con 800.000 pesetas provenientes de una corrida de nueve actuantes promovida  por Arruza y celebrada el 21 de octubre de 1951 en la desaparecida plaza de toros de Los Tejares. El Ayuntamiento de Córdoba le dedicó una avenida y lo nombró Hijo Predilecto en 2017. Cada 28 de agosto, las plazas de toros guardan un minuto de silencio en señal de respeto por uno de los toreros más grandes de todos los tiempos.

Lupe Sino partió a México. Allí se casó, pero se divorció poco después. A su vuelta a España, falleció con 42 años, en 1959, a causa de un derrame cerebral. Había sufrido un accidente de coche junto al actor Arturo Fernández, seis días antes.

Dicen que el cráneo del toro Islero se encuentra en el restaurante madrileño 'Casa Parrondo', sus pitones en la Taberna Lagartijo de Linares y su piel, en el Museo Taurino de Córdoba. Su recuerdo, en la memoria colectiva de una época.

Fotografías: Gabriela Torregrosa

 

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