Un voluntarioso Emilio de Justo vuelve a cortar tres orejas en su plaza talismán en la tarde que Ortega se fue de vacío y Morante entre pitos
La bronca, el triunfo y el silencio
Un voluntarioso Emilio de Justo vuelve a cortar tres orejas en su plaza talismán en la tarde que Ortega se fue de vacío y Morante entre pitos
El resumen de la corrida, plato fuerte de San Pedro Regaldo, podría ser el siguiente: Morante abroncado, Emilio de Justo en volandas y Juan Ortega silenciado en una tarde más que agradable en la que casi se llenaron los tendidos.
Recibió Morante de la Puebla, sin probaturas, al colorado con un ramillete de verónicas cadenciosas, aunque con algún enganchón. Parecía que salía con ganas el de la Puebla, que metió dos veces al caballo a este primero.
A pies juntos y en el tercio, Morante, que viste el terno de su histórica actuación en Sevilla, comienza por alto. Se estira con la derecha a pesar de que al morlaco, noblón y sin demasiado fuelle, le falta chispa, transmisión y raza. Templa al natural Morante y se adorna en los remates.
Molinete, cambio de mano con torería y naturales, de uno en uno, en un palmo de terreno, que brotan con despaciosidad, aunque siempre al hilo del pitón. Pinchazo hondo y descabello que deja todo en una ovación.
Saluda Emilio de Justo a su primero que sale un tanto abanto. Lo hace a pies juntos en el medio del albero, rematado con una media.
Brindó al presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. El toro con mucha más movilidad y transmisión propició un inicio de trasteo vibrante, con un Emilio de Justo muy firme, mandando en la embestida con mano baja. Surgieron derechazos poderosos y el toro fue creciendo en intensidad.
Al natural, el extremeño ligó series largas con muletazos hondos a un toro que fue de nota. Abrochó la actuación con unas manoletinas rematadas por largos pases de pecho, antes de dejar una estocada muy trasera, que le sirvió para lograr las dos primeras orejas de la tarde. Un gran toro que fue aplaudido en el arrastre.
Con menos cara salió el tercero, al que el sevillano Juan Ortega le toreó de capa con una clase y una despaciosidad difícil de alcanzar en el escalafón. Se estiró a la verónica, bajó las manos, templó y con muñecas de seda le recetó media docena de lances que tuvieron como remate una media eterna.
Empujó el astado en una vara larga y rectificado y Ortega se gustó por delantales en un quite muy aplaudido.
Torero inicio de faenas con doblones muy templados que acaban en la boca de riego con un remate pinturero.
Repone el cuvillo sobre la diestra y Ortega le intenta recetar suavidad y temple. Con una embestida más descompuesta y a media altura, la faena del sevillano pierde enteros. Se apagó el toro y al natural no acabó de romper. Acortó distancias Juan, quien le robó una serie de mérito antes de que la espada se le atragantara y dejó un buen espadazo en su tercer intento.
'Aguaclara' salió con pies y Morante, genuflexo, se embragetó en un saludo intenso, largo y coreado en los tendidos.
Cumplió en varas y banderillas, aunque a la muleta llegó ya con mucha menos fuerza. No le debió gustar al sevillano, que abrevió ante la bronca del respetable. Un pinchazo hondo, aliviándose, sirvió para finalizar con un astado que pasó inédito en las manos de Morante. El público lo despidió con gritos de "Fuera, fuera". Así es el genio de la Puebla. Capaz de todo o de la nada. Hoy en Valladolid toco lo segundo.
No pasó gran cosa en el saludo capotero de Emilio de Justo, quien se resarció llevando al caballo al cuvillo con unos sentidos delantales. El toro toma de largo una buena vara y Emilio lo prueba por chicuelinas.
Brindó al público que recibió encantado el detalle del extremeño, como contraposición a lo vivido en el anterior toro.
Se dobló en el inicio y dibujó buenos muletazos sobre la diestra. Sorteó, de nuevo, un toro con mucha más transmisión que sus hermanos, y De Justo aprovechó la inercia con series largas. Se fue apagando el astado, antes de que el extremeño dejase naturales de buen trazo a los que le faltaron ligazón y encuentro. Volvió a la derecha, sin estoque, antes de cerrar el trasteo con una estocada caída y trasera. Oreja de menos peso.
El sexto tuvo menos son. Aún así Ortega lo intentó. Cabeceó el colorado en cada muletazo. Le ofreció suavidad en los lances, pero el desarazado cuvillo no quiso colaborar en el trasteo. Más voluntad que otra cosa. Se fue de vacío el sevillano que dejó buen aroma en su primero. Volvió a fallar a espadas.
Dos horas y media después el festejo ponía su fin con la bronca a Morante y los aplausos a un Emilio de Justo que triunfó una tarde más en Valladolid.
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