09/11/2024
Íñigo Errejón recibirá más de 20.000 euros de indemnización del Congreso de los Diputados por sus casi ocho años ocupando el cargo. Cesar en el Parlamento tiene premio. Así son las cosas de la política que con tanta naturalidad consentimos los españoles. Dimite, provoca una conmoción ideológica en la izquierda, se exculpa de sus presuntos pecados en una carta 'freudiana', encuentra un buen abogado a la espera de la acción de la justicia y se lleva una pasta.
Aún recuerdo cuando hace 10 años, aquellos tiempos en los que Podemos gritaba contra la casta y anunciaba una nueva forma de hacer política, Errejón fue suspendido de empleo y sueldo de una beca de la Universidad de Málaga por compatibilizar nóminas con la política. Aquello fue una broma en comparación con el escándalo que ha liado el chico con cara de bueno de Sumar. La hipocresía y la debacle moral que han generado las supuestas agresiones sexuales del hombre que hizo del feminismo su principal bandera han superado todas las grescas políticas del momento.
El muro de silencios e impunidad que han rodeado a uno de los jóvenes mitos de la izquierda respecto a la violencia machista denunciada demuestra una vez más la falsedad de determinados discursos ideológicos. Resulta que en su entorno se conocían ciertas tendencias sexistas y machistas del susodicho, que sus cercanos atenuaban porque el chaval estaba en tratamiento "por su adicción a sustancias". Cuánta falsedad y qué manera de encubrir mirando hacia otro lado.
Ahora la líder de Sumar, Yolanda Díaz, los ministros Ernest Urtasun y Mónica García y demás acólitos se rasgan las vestiduras. Han cesado a dos mujeres de la formación cercanas a Errejón, Loreto Arenillas y Marta Sánchez Abraldos, y pelillos a la mar. Ni siquiera han sabido pedir perdón en condiciones a tantas personas que se han sentido defraudadas por el feminismo de salón tan convenientemente representado.
En cierta ocasión escuché en un mitín a Errejón afirmar que la violencia machista es cosa de las gentes de la derecha, un mantra por cierto muy repetido en los ambientes presuntamente progresistas. Entonces me dije y digo ahora que fechorías y delitos los cometen los humanos, no sus ideologías, religiones o sexos, y que delincuentes hay en todas partes. También personas buenas. Se multiplican las voces que afirman que lo de Errejón se conocía, quizá no en toda su dimensión, pero que la complicidad y el compadreo han sido notorios. Ahora que cada palo aguante su vela. Interesante será ver cómo respiran los votantes de la formación de Díaz en el futuro.
La conmoción ideológica surgida a raíz de la dimisión del portavoz parlamentario de Sumar esta derivando en la histórica canibalización de la izquierda española. Hace un siglo se mataban por ideas y poder, ahora se castigan sin cargo y sueldo público y, de paso, se humillan en las redes sociales. Eso sí, dimisiones ni una, no sea que se vaya a romper con una de las más arraigas tradiciones de la política patria. Las comparecencias de los líderes de Sumar y de sus colegas de Gobierno ante los medios, para explicar lo inexplicable, han venido aderezadas de cierto ambiente de luto, sin percatarse de que un luto real, uno de verdad, es el que ha traído consigo estos días la mayor DANA, antaño gota fría, de las últimas décadas. Cuánta desgracia, por un lado, y cuánta pose, por otro.