A Santiago Abascal se le está poniendo cara de Albert Rivera
Cuesta entender que en esta España de Lamine Yamal o Nico Williams, el acogimiento a menores no acompañados se pueda utilizar como arma política para lanzar un órdago primero y consumar después una ruptura tan abrupta. En realidad, VOX nunca ha dejado de ser el partido de Santiago Abascal y ese liderazgo tan personalista le arrastra ahora en una decisión inexplicable. Cuando en VOX cohabitaban Macarena Olona o Espinosa de los Monteros, por ejemplo, las opiniones se repartían o debatían. Hoy ellos no están y VOX sigue en manos de su impulsor, pero con una diferencia esencial: en 2019 su porcentaje de voto superaba el 15% y en las últimas europeas se quedó en el 9,6%.
Abascal se agarra el reparto acordado entre el Gobierno de España y las comunidades autónomas de Castilla y León, Aragón, Comunidad Valenciana, Extremadura y la Región de Murcia para acoger a 110 menores migrantes que han llegado a Canarias. Una línea roja inquebrantable para VOX, que prefiere salirse de los gobiernos de coalición que forjó en su momento junto al Partido Popular con Castilla y León como ejemplo de una convivencia que indignó y soliviantó a la izquierda, pero que la realidad ha mostrado con el paso del tiempo una trazabilidad bastante normal entre ambas formaciones. Quizá esa normalidad ha pasado a la categoría de fagocitación y desde VOX lanzan también el argumentario de que el único beneficiado de esos pactos estaba siendo el Partido Popular.
VOX regresa a su punto inicial de partido protesta y abandona la línea de gobierno que inició en Castilla y León y después extendió a otros territorios. Esta decisión sigue abrazando la ilógica si únicamente está basada en el reparto de menores. Con Juan García-Gallardo como vicepresidente de la Junta, Castilla y León ha mantenido una línea de actuación idéntica a la que se plantea ahora. En 2022 y 2023 también hubo acogimientos y VOX no expresó su rechazo en un ejercicio de lógica identitaria. VOX, que se autoproclama como partido patriota, esquiva ahora cualquier principio de solidaridad autonómica porque no quiere tender una mano a Canarias y Ceuta para solventar el problema de saturación que viven las islas y la ciudad autónoma. Lamine Yamal y Nico Williams son los hijos de aquellos que llegaron hace años a España para buscar un futuro. Si ese reparto es una línea roja para Abascal, está arrastrando a su partido hacia un abismo de incomprensión externa cuyas consecuencias no pueden ser buenas. Muchos de sus votantes asisten atónitos a esta nueva línea dura que no refuerza, ni mucho menos, lo que debería ser la posición prioritaria de VOX: convertirse en alternativa real, con la suma de votos junto al PP, para desbancar a Sánchez y al PSOE de La Moncloa. En este sentido, el Partido Popular tiene ahora en sus manos la responsabilidad de trabajar para rescatar votos de esos descontentos.
Santiago Abascal inauguró sus alianzas con el PP pronunciando una frase ingeniosa sobre García-Gallardo. "Se te está poniendo cara de vicepresidente", le dijo a su cabeza de lista en Castilla y León para plasmar que VOX tenía la llave del pacto con Mañueco. Dos años después, al líder de una formación política que ha sobreactuado y buscado una falsa excusa para romper con todo aquello se le empieza a poner cara de Albert Rivera.