Las máquinas de vending, o expendedoras, alivian a más de uno cuando los establecimientos están cerrados. Es por eso que muchos negocios, tras la pandemia, deciden reinventarse y así ha sido el caso de la canicería Marisol, situada en Laguna de Duero, Valladolid. Este establecimiento de venta de todo tipo de carne y pollo decidió hace un año, poner una máquina de vending de sus productos para que "puedan degustarlos incluso los domingos o festivos, cuando no estamos abiertos", declara Marisol Fernández, dueña de la carnicería del municipio vallisoletano.

Aunque ha tenido un boom hace pocas semanas cuando se hizo famoso por un 'tweet' que publicó una vallisoletana sorprendida por que en dicha máquina se vendieran "cachopos y croquetas". "Aunque llevemos un año con el vending, cuando la chica nos publicó en redes sociales, no ha parado de venir gente de todas las partes de España a probar nuestros productos", alega Fernández. "Nos entusiasma saber que ha sido una extraordinaria decisión", revela.

Esta máquina tiene que estar en constante reemplazo de productos todos los días. "Cuando vemos que un producto se acaba tenemos que estar pendientes de reponerlo lo antes posible, incluso los domingos, porque la gente suele enfadarse. En estos días en que el establecimiento está cerrado, solemos poner más stock porque a la gente no le gusta demasiado cocinar y baja a comprar cosas a la máquina expendedora y suele tener mucha acogida. La gente que compra no suele ser para ella sola, lo suelen hacer cuando los domingos tienen visita", explica entusiasmada. 

Además de cachopos, que es "el plato estrella del establecimiento" también venden croquetas, pollo asado y albóndigas. "Nuestro establecimiento es conocido por las albóndigas, pero de un tiempo a esta parte solemos tener desde el jueves hasta el sábado, a una persona trabajando solamente en cachopos, la gente suele recurrir mucho a este plato", revela Marisol Fernández.