El Atlético Valladolid, con un gol al límite de Gedo, tras la parada previa de Bar, suma un punto que le sabe a gloria, ante un Ademar que gestionó con más templanza los últimos minutos para recuperar la ventaja en el marcador y que perdió en cinco segundos.

Se notó, desde el primer minuto, que era un derbi autonómico, siempre especial, tanto en la grada, como en la cancha, a la que ambos equipos saltaron con la intención de controlar el ritmo de juego y tomar la iniciativa en el marcador. A los vallisoletanos les costó asentarse en defensa, y se vieron superados por la calidad de Rodrigo Pérez Arce, que supo dirigir a la perfección a su equipo para romper los esquemas del rival.

Una mejor circulación del balón, con efectivos lanzamientos, y una defensa más intensa, permitió a los leoneses ir abriendo brecha en el tanteo y, con el 3-6, el técnico azulón, David Pisonero, tuvo que pedir el primer tiempo muerto. Sus jugadores no terminaban de encontrar acomodo en su pista, en un Huerta del Rey en el que, habitualmente, marcan territorio. Era el Ademar el que llevaba la batuta, y marcaba el ritmo de las jugadas.

La seguridad de Álvaro Pérez en la portería visitante, y la salida de Lindqvist para ametrallar la meta local, permitió a los de Dani Gordo incrementar la renta hasta los seis goles (6-12), lo que obligó al entrenador vallisoletano a solicitar un nuevo receso. Fodorean se convirtió en un revulsivo ofensivo, lo que dejó la ventaja rival en tres tantos (9-12). Y, aunque Lindqvist mantuvo su acierto en los lanzamientos, el Atlético empezaba a mejorar sus prestaciones en todas las facetas. La aportación de Bar bajo palos, más el descaro de Pablo Herrero y una mayor intensidad, hizo que los locales dieran la vuelta al resultado, aunque Benites dejaría el tanteo en un empate a 17, al descanso.

Los leoneses podían pagar la roja de Rodrigo Pérez Arce en los compases finales de la primera mitad y dejaba aún más abierto el choque. Los vallisoletanos estaban perdonando demasiado y, aún así, mantuvieron la ventaja en el electrónico. Pero solo dos goles no era suficiente para bloquear al Ademar y, de hecho, Álvaro Pérez recobró protagonismo para devolver los mandos a su equipo (22-24), en colaboración con Miñambres.

El partido era una partida de ajedrez. El trabajo de los peones resultaba fundamental, sobre todo, en defensa, porque era ahí donde se iba a decidir el partido. No había reyes ni reinas, salvo Álvaro Pérez, muy seguro en la portería. Los demás, actuaban como un bloque para tratar de hacer jaque mate.

Pisonero dispuso un 5:1 en defensa, con Camino en el avanzado, pero los leoneses tenían las ideas más claras y supieron gestionar mejor los compases finales, con Adrián Fernández estableciendo el compás. Pero la lucha y la entrega sin límites de los locales les dio la oportunidad de sumar un punto, gracias, primero, a la parada de Bar al lanzamiento de Benites, que habría dejado amarrada la victoria del Ademar y el gol, sobre la bocina, de Gedo, para dejar el resultado en el definitivo 30-30.