El Atlético Tordesillas cayó (1-2) ante el Burgos en la primera eliminatoria de la Copa del Rey. Los de Álex Izquierdo se despiden del torneo del K.O. con honores. Es más, estuvieron hasta el minuto 93 en la siguiente ronda copera, pero el Burgos forzó la prórroga con un gol de Iván Martínez que, a la postre, fue decisivo para evitar que el Torde hiciera la machada en Las Salinas. Lizancos, poco después, batió de cabeza a Farolo para culminar la remontada.

VALENTÍA COMO SEÑA IDENTIDAD

El Atlético Tordesillas, bajo el lema en el fondo de Las Salinas de 'El sueño de un pueblo', empezó el partido de forma histórica como requería su cita copera. Se enfrentaba, por primera vez, a un equipo de superior categoría en una competición que desconocía: la Copa del Rey. Al menos, la desconocía por no haberla disputado, aunque ya llevaba campañas mereciéndoselo.

En cualquier caso y sin complejos, empezó a avisar desde el primer momento. Impulsados en ataque por Chatún, los rojiblancos generaron las primeras ocasiones claras del choque. La primera por medio de Dani Díez y la segunda, aún más evidente, de Abel Conejo que, con el portero en el suelo tras una pérdida lamentable de balón del Burgos, no supo definir y estrenar, por tanto, el marcador.

A partir de esa acción, los de Luis Miguel Ramis dieron un paso hacia adelante. Fue más por obligación que por convicción, ya que era el Torde el equipo que estaba asentado en el terreno de juego. Por esa razón, los visitantes empezaron a pisar el área de Farolo con peligro a través de Appin y de Mario González. Este último falló un mano a mano claro ante el portero rojiblanco, que tapó todo lo que pudo.

Aún así, y con el Burgos más metido en el partido, el Torde se defendió, y lo hizo bien, con valentía. Fer Sánchez se puso el mono de trabajo, como hace siempre, y alentando por los suyos, lideró la faceta defensiva, resuelta también por Diego Pérez y compañía. Al descanso, con decisiones arbitrales controvertidas (alguna tarjeta sin sentido), se fueron los locales con un merecido premio. Es decir, con las opciones intactas de hacer algo grande.

Chatún, tras anotar el gol del Atlético Tordesillas. Foto: Sergio Borja

GOL PARA LA HISTORIA

La reanudación le sentó mejor al Torde, que seguía vivo, muy vivo. Tanto fue así que Ramis se puso nervioso. Su equipo estaba incómodo y el técnico catalán no lo veía nada claro. Es más, dio entrada de una tacada a Mejía y a Córdoba, y poco después a su delantero titular, a Fer Niño, pero este último cambio era a la desesperada.

¿Por qué? Porque se adelantó el modesto que, por momentos, demostró ser el más grande. Una jugada de los locales acabó con un centro envenenado de Abel Conejo, que se resarcía de la ocasión desperdiciada en la primera mitad y, con un remate de Chatún al fondo de la red (1-0), se desataba la locura en Las Salinas, donde unas 2.000 personas veían que los suyos estaban haciendo historia.

Tras el tanto rojiblanco, el Burgos lo intentó, pero sin ideas. Poca verticalidad y poca convicción. De hecho, ni los teóricos titulares superaron la barrera de Farolo, que tampoco tuvo mucho trabajo. Afortunadamente, para los intereses locales, los de Ramis eligieron la peor opción: tener una posesión estéril que no daba sus frutos.

El problema para el Torde es que las acciones ofensivas del Burgos se multiplicaban y encontró un premio que no merecía. Un gran centro de Córdoba, ya en el descuento, encontró la cabeza de Iván Martínez que igualó la contienda (1-1). La eliminatoria, a partido único, se iba a la prórroga y el Torde aún podía soñar.

A partir de ahí, en el tiempo extra, el Burgos estuvo más acertado. Lizancos avisaba con un buen cabezazo en una primera intentona que acabó acertando en una segunda. El lateral derecho se adelantó a Farolo (1-2) y puso a su equipo con los dos pies en la segunda eliminatoria de la Copa del Rey. Honor al Atlético Tordesillas, que estuvo a punto de superar a un rival que se empequeñeció en Las Salinas, y no por demérito, sino por mérito local.