El Real Valladolid volvió a caer en el Estadio José Zorrilla donde sigue sin levantar cabeza. Ha sumado 8 puntos de 18 posibles. Ni la mitad. De hecho, ha jugado más en casa que muchos de sus rivales directos y ni con esas, al no tener ideas ni en el campo ni en el banquillo (ni el que lo dirige) no saca partido a lo que, hace unas temporadas, era un fortín teñido de blanquivioleta. En esta ocasión, perdió y de manera merecida ante un Sporting de Gijón superior, sobre todo, en la segunda mitad en la que fue ganando confianza a raíz de los cambios que, de nuevo, Guillermo Almada introdujo sin éxito.

INICIO DUBITATIVO Y REACCIÓN INSUFICIENTE

Al Pucela ya se le veían las ganas de ganar que tenía en Zorrilla desde el primer minuto de partido. Su poca intensidad defensiva y las carencias a la hora de elaborar en la faceta ofensiva decantaron, poco a poco, la balanza hacia el lado asturiano que, sin correr de más, mantenía el empate inicial lejos de su feudo. Los de Almada que, cada vez que se encuentran con un equipo que ya sabe a lo que juega, no pueden derribar ese 'muro'. Lo peor de todo es que la mayoría de veces es por demérito suyo que por mérito del rival, ya que ninguno de sus atacantes aporta aire fresco.

El Sporting, al ver que los minutos pasaban y el Real Valladolid tampoco generaba peligro, no iba a desaprovechar su oportunidad. Una jugada que se origina en un despeje a la nada de David Torres, al que tampoco llega Latasa, dio alas al Sporting que, enlazando varios pases seguidos, encontraron el espacio habilitado a la espalda de Tomeo, gracias al fallo de Trilli a la hora de tirar el fuera de juego, para que Guille Rosas se la dé a Juan Otero que, a placer, abrió el marcador (0-1).

El Sporting se complicó la vida y no fue a por el segundo tanto, pese a que tenía todas las de ganar porque el contexto le favorecía. El Pucela, obligado a reaccionar, puso de su parte para igualar la contienda pasado el ecuador de la primera parte. Biuk se la regaló a Latasa que, sin oposición, tiró al muñeco donde estaba bien colocado Rubén Yáñez. El rechace lo cazó Peter Federico que, en semi fallo, superó al portero rojiblanco (1-1).

Los de Almada, a partir del tanto, se adueñaron del partido. Dieron ese paso hacia adelante que requería el choque y gozó de buenas oportunidades para remontar antes del descanso. Chuki, dentro del área, remató desviado una buena acción en ataque y Latasa tampoco estuvo fino en otra de esas acciones que a cualquiera desespera.

SEGUNDA PARTE RIDÍCULA

La reanudación le sentó mejor al Sporting. Un error grosero de Juric, que no estuvo nada bien en el partido, le costó un penalti en contra al Real Valladolid. Gelabert le robó el balón, y condujo hasta que filtró un pase a Jonathan Dubasin que cayó dentro del área tras el choque con Guilherme, que no llegó a tiempo. Dubasin le dio el penalti a Otero, que transformó la pena máxima con calidad (1-2).

Otro regalo del Pucela, esta vez de su 'ancla', motivó al rival a creerse que cualquiera puede ganar esta temporada en el José Zorrilla. Es más, la lentitud y la falta de alternativas provocaron a Almada que agitara la coctelera antes de tiempo, pero quitó a Chuki para meter a un Ponceau que pasó totalmente desapercibido. El otro cambio, Meseguer por Marcos André, dejó a las claras quién es el que tiene que jugar arriba, aunque Almada esté obcecado en que Latasa deba ser el '9'.

Este último tuvo en sus botas el empate, pero su débil remate dentro del área fue rechazado por Yáñez, que tampoco tuvo mucho trabajo en el tramo final. Borja Jiménez desarboló la táctica inexistente de Almada que llevó al Sporting a sentenciar el choque. Una gran jugada colectiva fue culminada por el 'Pingüino', que firmó un gran partido: asistió, provocó el penalti y marcó el tercer y definitivo tanto para los suyos (1-3).

Los pitos en Zorrilla fueron en aumento hasta el punto de que Latasa se fue al banquillo muy cuestionado (como estará esta semana su entrenador) dando entrada a un Jorge Delgado que metió la única ocasión que tuvo (2-3). El Pucela, aunque el marcador era apretado, se quedó sin tiempo y se fue del partido con sensaciones que no se alejan de su lamentable realidad: tiene que generar mucho para marcar y no le da para este tipo de encuentros y equipos. Lo peor: lo que tiene por delante. Sus dos próximas visitas son A Coruña y Cádiz. Casi nada.