Este triunfalismo ni conduce a engrandecer la historia ni sirve demasiado a la categoría ganada de una plaza de toros como la de Valladolid que había encauzado de alguna forma la calidad de la Presidencia de las corridas. En esta ocasión por faenas más bien frías y de poca precisión, debido a la mansedumbre y escasez de fuerza del ganado burgalés de la Cabañuela que lo único que tuvo fue la excelente presentación y cuajo porque luego, lo demás nada entre dos platos. Se han dado orejas a tutiplén y repartidas organizadamente a todos los protagonistas desde los mansos a los rajados y pitados en su arrastre.

El animoso público vallisoletano tuvo en cuenta y agradeció sacando sus pañuelos, bien es verdad que no en demasía, y gratificando la voluntad de agradar de la terna, poniendo banderillas y dando espectáculo en el segundo tercio de la lidia.

A mi juicio la única oreja algo más meritoria, si cabe, fue la de Escribano ante el 'encallado' quinto, un toro parado al que el público pidió su devolución y al que propinaron una lidia mejorable. En la muleta fue de menos a más que acabó con una estocada baja algo trasera pero de efectividad letal. Porque la oreja recibida frente a 'temblador', segundo de la tarde y primero de su lote, Escribano lo recibió con una larga de rodillas y tras parear los tres toreros y juguetear a cuerpo gentil con el toro, brindó su faena al público y la empezó por alto ante la falta de fuerza y flojera del animal. Poco a poco lo intentó el diestro sevillano con las ganas que siempre pone y lo despachó con una media tendida y trasera, recibiendo una oreja.

El Fandi en su línea de entrega, trabajo y deseo de agradar recibió al primero de la tarde un 'escalofrío', soso y de escasa fuerza, con una larga de rodillas e invitando tras un pinchazo en el caballo a sus compañeros a poner rehiletes. Aquí, Ismael Martín sufrió un golpe con la pala del pitón en la frente que le produjo como dicen los niños 'un huevo' por el que fue atendido en la enfermería para reducirle el abultamiento exagerado que se le produjo. No le impidió seguir en la lidia.

David Fandila despachó al burel con una media tendida y trasera y le concedieron la oreja. Frente al cuarto banderilleó él solo y colocó cuatro buenos pares de rehiletes por lo que recibió la justa ovación del respetable. Luego empezó con lances de rodillas su faena de muleta y tras terminar con el burel que se llamaba 'emparrado' le dieron una oreja, pese a la escasa petición.

Ismael Martín en caso de haber acertado con los aceros en el que cerraba corrida, seguro que hubiera acompañado en hombros a sus compañeros de terna, pues ante el tercero le dieron una oreja tal vez por la estocada entera fulminante, porque el toro se rajó tras la primera serie con la muleta y al torero de Cantalpino le fue imposible mostrar su extraordinario momento. Le había dado sus lances de rodillas y en el quite a la mariposa recibió un achuchón sin consecuencias, rematando con chicuelinas de mano baja.

En fin. La corrida de hoy como cierre de fiesta baja de raza, de fuerza, rajados tres de los ejemplares, mansa de libro con lo que Antonio Bañuelos seguro que se dijo entre barreras '¡Que no quiero verlo!'. Una lástima pero hoy los melones de Burgos han salidos todos ellos pepinos. Aunque cualquiera que no la haya visto a juzgar por las puertas grandes, habrá pensado ¡qué gran corrida han echado hoy en Valladolid!.