Los delitos de lesiones y resistencia a la autoridad cometidos por menores en Castilla y León se han duplicado en los últimos siete años, según la memoria de la Fiscalía de la Comunidad correspondiente a 2024. Un informe en el que Valladolid cobra un papel destacado por la "preocupante proliferación" de bandas urbanas, como los Trinitarios y los DDP, cuya rivalidad ha derivado en múltiples internamientos en el Centro Zambrana tras peleas con armas.

La Fiscalía advierte de que estos enfrentamientos entre bandas están directamente relacionados con el incremento de expedientes por lesiones con arma en la provincia. Una realidad que sitúa a Valladolid como uno de los puntos más conflictivos en cuanto a violencia juvenil organizada en Castilla y León.

Delitos en aumento

A nivel autonómico, la memoria revela que los delitos graves cometidos por menores crecieron un 24,3 % en los últimos siete años, hasta alcanzar los 1.438 casos en 2024. Los delitos de lesiones —el grupo más numeroso— pasaron de 133 en 2018 a 289, mientras que las infracciones por resistencia a la autoridad crecieron de 16 a 39. También subieron las infracciones por violencia de género (72,2 %), los delitos sexuales (57,9 %) y la conducción sin permiso (58 %).

En cambio, descendieron los robos con fuerza (-5,2 %), los robos con intimidación (-14,8 %), el tráfico de drogas (-19 %), la violencia doméstica (-25,9 %) y los abusos sexuales (-52,2 %).

Falta de medios

El informe también denuncia la insuficiencia de medios en las secciones de menores de las fiscalías de Castilla y León. Sus plantillas de funcionarios y fiscales son "muy ajustadas" y cada relevo provoca una ralentización en la tramitación de expedientes. A pesar de la carga de trabajo y de la importancia de la jurisdicción de menores, la memoria subraya que esta continúa "minusvalorada" y que las carencias se suplen con "voluntarismo e ilusión".

Riesgo social

Desde Valladolid, los fiscales alertan de que la cronificación de la violencia en el ámbito familiar y la influencia de las nuevas tecnologías, con casos de adicción a herramientas digitales, están deteriorando la convivencia en muchos hogares. Este caldo de cultivo, unido a la expansión de bandas urbanas, hace que la preocupación por la seguridad juvenil sea creciente en la provincia.